Reciclar al diplodocus
En política, como en la vida, las formas son importantes. Y eso lo sabe un veterano guerrillero de la cosa pública como es Jorge Fernández Díaz. Él cultiva las buenas maneras. Lo mismo saluda a un chihuahua que se da un garbeo por un mercadillo metropolitano (sin comprar nada) o que entra en una radio con diligencia. Es un señor de los de antes. Educado. Si uno se afilia a su cuenta de Twitter (@jorgefdezpp) el mismo candidato le responde con un mensaje del tipo: "Muchas gracias por su apoyo. No le defraudaremos" o "espero que lo que públique sea de tú interés, gracias". Todo muy evocador. Ante los indecisos, Jorge Fernández echa mano de la retórica elevada y, con un punto rebelde casi indignado, se manifiesta así: "No todos somos iguales. Nosotros estamos comprometidos con sacar a España de la crisis como ya hicimos en 1996".
El mayor de los Fernández Díaz (siempre hay que tener a Alberto presente) está en la mecha, no se engañen. Mucho más activo que los jóvenes peperos de Nuevas Generaciones (@nnggcatalunya) -un nombre siempre inquietante- que no actualizan su Twitter desde el 28 de diciembre, qué cosas, el Día de los Inocentes. Este amante de san Agustín ha encontrado una vía más que solvente para la apología de la buena nueva del Partido Popular y su panacea de cambio.
En una reciente entrevista con un patrón de la comunicación en una emisora local, Jorge, posibilista y humilde, admitía: "Es posible que seamos la segunda fuerza en Cataluña". También es posible que no lo sean. Lo que seguro que sí será la primera campaña 2.0 de Jorge Fernández Díaz, diputado en el Gongreso desde la IV legislatura (dejamos atrás ahora la novena), ex gobernador civil de Asturias antes del felipismo y ex delegado provincial de Trabajo en Barcelona, además de ex concejal, ex senador y ex parlamentario autonómico. Su Twitter es quizás su primer atisbo de política moderna. ¡Bienvenido!
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