Varias empresas y centros de investigación desarrollan un catador electrónico de vinos

Un grupo de ocho empresas de cuatro países europeos y tres centros de investigación españoles patentará el primer catador electrónico de vinos, un aparato único en el mundo que ya está terminado tras dos años de investigaciones. La investigación comenzó el 1 de junio de 2002 y ha costado cerca de un millón de euros.

El proyecto se denomina "Sistema de sensor integrado para la caracterización organoléptica de vinos" y forma parte de un programa CRAFT de la Unión Europea para investigación más desarrollo (I+D) entre pequeñas y medianas empresas, por lo que ha sido financiado a partes iguales con fondos europeos y del grupo de empresas y centros investigadores que lo ha desarrollado.

El aparato lo ha desarrollado un equipo de once investigadores de la Universidad de Valladolid y tiene un tamaño similar al de un microondas doméstico, en el que se introduce una muestra de un vino y el catador ofrece en un tiempo de unos quince minutos una completa información, que abarca desde el tipo de uva con el que está elaborado hasta el tiempo que ha estado en una barrica de roble.

Participan las bodegas Matarromera de Ribera del Duero, Montez Champalimaud de Oporto y Mogofores de Coimbra (Portugal), Viña Ijalba y Finca Allende de Rioja y Earl Sainte-Marie Monnot de Borgoña (Francia); las empresas Tecnicapompe Zanin de Vicenza (Italia) y Laboratoire Dejean de Narbona (Francia); y como centros de investigación la Universidad de Valladolid y las estaciones enológicas de Castilla y León y de la Rioja.

Los investigadores han probado el catador con más de doscientos vinos tintos, por lo que la fase de investigación científica se da por concluida "exitosamente" y a partir de ahora el reto, una vez que el aparato esté patentado, es su fabricación en serie para ponerlo en el mercado, según explicó el presidente de Matarromera, Carlos Moro. El presidente de esta bodega destacó que este es el proyecto más importante de la Unión Europea en análisis sensorial durante los últimos dos años y ofrece muchas utilidades, entre ellas las lucha contra el fraude para que no se vendan vinos que incumplen las normas europeas de calidad.

Por su parte, una de las investigadoras de la Universidad de Valladolid, María Luz Rodríguez, dijo que este aparato con una nariz, una boca y unos ojos "electrónicos" está aún "lejos del catador humano", porque no pretende sustituir a los enólogos. Sin embargo, puede ser "una herramienta imprescindible, igual que un ordenador sirve a un escritor, pero no piensa por él", comentó.