El Supremo de Estados Unidos rechaza paralizar las sanciones contra Microsoft
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha rechazado la apelación de Microsoft, que pretendía la paralización de las sanciones que se le van a imponer por su actuación monopolística en el mercado. Sin comentarios, la máxima instancia judicial de EE UU ha declinado revisar un fallo anterior de una corte de apelaciones sobre el caso Microsoft, en el que recae la competencia de imponer un castigo a la empresa fundada por Bill Gates, a raíz del caso emprendido hace cuatro años por el Departamento de Justicia estadounidense.
Esa corte de apelaciones había determinado el pasado 28 de junio que Microsoft violó las leyes antimonopolio vigentes en Estados Unidos, aunque rechazó parte de un veredicto anterior, dictado por el juez Thomas Penfield Jackson, favorable a la división de la compañía.
En su apelación ante el Supremo, Microsoft había argumentado que el primer veredicto del caso estuvo viciado por la conducta del juez Jackson, quien posteriormente concedió entrevistas muy críticas con el comportamiento de los ejecutivos de la empresa, entre ellos de Bill Gates.
Los abogados del Departamento de Justicia, por su parte, pidieron a la alta instancia judicial estadounidense que no facilitase el retraso del caso contra Microsoft, pues la empresa debe recibir pronto su castigo por comportarse de forma monopolística.
Estrategia: dilatar el proceso
Muchos analistas han considerado que el gigante informático intentó, con su apelación ante el Supremo, dilatar todavía más un proceso que se remonta a hace más de cuatro años, con la intención de tener tiempo de colocar en el mercado su nuevo sistema operativo Windows XP.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ya había rechazado en una ocasión inmiscuirse en el proceso. El caso Microsoft recae ahora en un juzgado federal menor, que debe determinar el castigo que se impondrá a la empresa informática en el caso de que ambas partes no lleguen a un acuerdo.
La juez que lleva el caso, Colleen Kollar-Kotelly, ha pedido a la empresa y al Gobierno que lleguen a un acuerdo antes del 2 de noviembre, y que se embarquen en negociaciones "de 24 horas al día y de siete días a la semana".
Un proceso que empezó en 1997
El caso contra Microsoft tiene su origen en una demanda del Departamento de Justicia de EE UU y de 20 estados (de los que después se descolgó uno), que en octubre de 1997 acusaron al gigante informático de violar las leyes antimonopolio y de actuar de forma desleal con la competencia.
La demanda del Gobierno surgió por la imposibilidad de separar el navegador de Internet Explorer de Microsoft de su sistema operativo Windows, que utilizan más del 90% de las computadoras de todo el mundo.
La empresa ha anunciado que ya no vinculará más su navegador al Windows, por lo que el Departamento de Justicia también ha renunciado a perseguir esa aparente ilegalidad.
Pero el Gobierno mantiene la acusación de que la empresa creada por Gates abusó de su posición dominante en el mercado, lo que ha sido avalado por el juez Jackson y por el tribunal de apelaciones que en junio pasado dictaminó, de forma unánime, que Microsoft violó las leyes antimonopolio.
Ese tribunal desestimó, sin embargo, la decisión previa de Jackson de ordenar la división de la compañía y devolvió el caso a la juez Kollar-Kotelly para que formule las sanciones por la actuación ilegal de Microsoft.
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