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Cambio horario
Tribuna
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El cambio de hora no nos enferma, nos sincroniza con el sol

El autor defiende que no modificar el horario implicaría pasar varios meses con exposiciones lumínicas inadecuadas para nuestro equilibrio interno

Apagon masivo

El Gobierno español ha anunciado que volverá a plantear en la Unión Europea la cuestión del cambio de hora dos veces al año. Es razonable reabrir un debate que se decidió hace años, cuando las condiciones energéticas eran muy distintas. También es cierto que cambiar la hora apenas contribuye al ahorro energético, aunque conviene recordar que la mayor parte de los estudios en los que se basó esta conclusión se realizaron antes de la expansión masiva de las energías renovables, y especialmente de la solar fotovoltaica.

Lo que no es correcto es afirmar que existe “una evidencia científica contundente” sobre los supuestos efectos negativos del cambio horario en la salud y el bienestar. Veamos los detalles.

¿Están los europeos en contra del cambio horario?

Quizás, pero necesitamos más datos.

La Comisión Europea realizó en 2018 una consulta pública que respondieron 4,6 millones de personas. Jean-Claude Juncker, entonces presidente de la Comisión, se mostró sorprendido por la alta participación, pero el sondeo era profundamente sesgado: el 70% de las respuestas procedían de Alemania, el 8,6% de Francia y el 6% de Austria. España apenas representó un 1% del total. En epidemiología sabemos bien que las encuestas en línea como la encuesta de la Comisión Europea generan sesgos importantes, ya que atraen a grupos especialmente movilizados. Sin embargo, otras encuestas en España indican que dos tercios de la población están en contra del cambio.

¿Es malo para la salud cambiar la hora?

No hay un consenso científico. De hecho, muchos pensamos que podría ser beneficioso.

Los seres humanos, como todos los organismos vivos, estamos regidos por el ciclo natural de luz y oscuridad de 24 horas. La mayoría de nuestras funciones biológicas, la temperatura corporal, la presión arterial, la producción de hormonas o la expresión de miles de genes, siguen ese ritmo circadiano. La luz solar es la principal señal que sincroniza nuestro organismo con el día y la noche.

Sin embargo, la vida moderna requiere relojes y horarios. El cambio de hora busca precisamente mantenernos alineados con las variaciones naturales de la luz a lo largo del año, maximizando las horas de sol cuando estamos despiertos y activos. En ese sentido, la medida es coherente con la biología humana.

¿Por qué es importante despertarnos con luz natural y mantener horarios compatibles con el ciclo solar?

Porque existen numerosos estudios, algunos realizados en España, que muestran que alterar los ritmos circadianos puede tener consecuencias graves: desde cáncer de mama, hasta enfermedades cardiovasculares o metabólicas como la obesidad. Incluso se ha visto que la hora a la que comemos influye en la salud metabólica.

El principal argumento en contra del cambio horario es el pequeño jet lag que causa en algunas personas. Los científicos que sí defendemos el cambio horario consideramos que este efecto es leve y transitorio: dura unos pocos días y se resuelve por completo en menos de una semana. En comparación, vivir de forma permanente desalineados con el sol tendría efectos más negativos sobre el bienestar y la salud.

Suprimir el cambio de hora implicaría pasar varios meses con exposiciones lumínicas inadecuadas para nuestro equilibrio interno. Si nos quedáramos todo el año con el horario de invierno, por ejemplo, el 15 de junio el sol saldría en Barcelona a las 5.18 de la mañana. Si optáramos por el horario de verano permanente, el 4 de enero no amanecería en A Coruña ¡hasta las 10.07! Ninguna de las dos opciones es fisiológicamente ideal. Por cierto, tener una hora oficial única en la España peninsular es una decisión política, no una inevitabilidad científica.

En resumen, los efectos del pequeño desfase horario dos veces al año son leves y pasajeros, mientras que la evidencia científica indica que mantener una correspondencia razonable entre los horarios sociales y las horas solares es más saludable a largo plazo. Así que este domingo cambia el reloj sin miedo. Y si puedes, escucha a tu cuerpo: despiértate con la luz del sol y no con la alarma. Tu reloj biológico te lo agradecerá.

¿Sirve el cambio horario para ahorrar energía?

No demasiado.

La mayoría de los estudios, aunque pequeños, coinciden en que el cambio horario no produce ahorros energéticos relevantes. Pero, como decíamos, todos los análisis evaluados por la Comisión Europea se realizaron antes de la generalización de la energía solar.

Incluso así, la abundancia de energía solar no hace necesariamente más clara la conveniencia de eliminar o mantener el cambio horario: este nació para reducir el consumo de iluminación. Con las bombillas LED actuales, ese ahorro es prácticamente insignificante. La generación solar se concentra en las horas centrales del día. El gran reto energético hoy es cubrir el pico de demanda vespertino, cuando el sol ya se ha puesto. La cuestión clave es si adelantar o atrasar los relojes ayuda a alinear el consumo con la producción solar o a suavizar ese pico de la tarde. No hay una respuesta única: depende de la latitud, del tipo de consumo (calefacción o aire acondicionado) y del almacenamiento energético disponible.

En España sería útil reevaluarlo con datos actuales, pero incluso en los escenarios más favorables es muy improbable que el cambio horario genere ahorros significativos.

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