El obispo de Barbastro amenaza con dimitir en su pulso con el Opus Dei: “Francisco me advirtió que tuviera cuidado con las intrigas mafiosas”
Pérez Pueyo lanza un órdago inédito en la disputa por el santuario de Torreciudad, en una homilía en la que afirma que la solución del Vaticano a su litigio con la Obra es una traición al papa fallecido. “Ángel, no cedás”, le escribió Bergoglio

El litigio abierto desde hace cinco años entre el Opus Dei y la diócesis aragonesa de Barbastro-Monzón por la gestión del santuario de Torreciudad, corazón espiritual de la Obra en la tierra donde nació su fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer, ha llegado a un extremo insólito: el obispo, Ángel Pérez Pueyo, ha sorprendido este lunes a los fieles, en su homilía en la catedral de Barbastro con motivo de las fiestas locales, con la amenaza velada, pero explícita, de su renuncia si le obligan a aceptar el acuerdo presentado por un mediador vaticano, que según ha trascendido se inclina a favor de la organización ultraconservadora. Es más, ha asegurado que se está traicionando la voluntad del papa Francisco, fallecido el pasado mes de abril y que estaba de su parte en el conflicto, y hasta ha esgrimido cartas del pontífice que obran en su poder: “El mismo papa Francisco me advirtió, en una carta del 13 de octubre de 2024, que tuviera cuidado con las intrigas que él decía mafiosas, y lo digo porque él lo escribió, y esto nos alerta a todos”.
Preguntado por EL PAÍS tras la misa, acerca de sus palabras, Pérez Pueyo se ha reafirmado en la contundente expresión sobre “intrigas mafiosas”. “Sí, claro, es lo que he dicho”, ha declarado. La diócesis ha difundido luego el texto escrito oficial, que detalla que el papa argentino empleó estas palabras en una carta manuscrita fechada el 13 de octubre de 2024: el obispo dice que le advirtió contra “las ‘intrigas mafiosas que están en curso’ en torno a este asunto”. Pérez Pueyo ha dicho a este diario que está dispuesto a exhibir los documentos escritos de Jorge Mario Bergoglio si fuera necesario.
No hay precedentes recientes en la Iglesia española de un obispo que amenace con presentar su dimisión por su desacuerdo con una decisión de la Santa Sede. En las últimas décadas, se recuerda el caso de Nicolás Castellanos, obispo de Palencia, que renunció en 1991 para dedicarse a los pobres en Bolivia, en desacuerdo con la línea de Juan Pablo II. Ese año también hizo lo mismo el de Málaga, Ramón Buxarrais, y por motivos parecidos. En 2021, abandonó el cargo el obispo de Solsona, Xavier Novell, por su relación una mujer. En 2019, también lo hizo el de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa, por motivos personales nunca bien aclarados.
Este órdago de Pérez Pueyo, que ha leído su homilía muy emocionado y ha hablado casi como un héroe que defiende a sus feligreses ante la injusticia, obligará probablemente a intervenir al nuevo papa, León XIV, y tal vez es lo que desea el jefe de la diócesis. De ahí la trascendencia de lo que en principio podía parecer solo una pequeña disputa local. El obispo ha hecho pública su decisión en un sermón dedicado exclusivamente a este asunto, “en un momento especialmente delicado para nuestra Iglesia de Barbastro-Monzón”, pues el desenlace de la disputa es inminente. “Lo hago para abrir mi corazón”, ha dicho el obispo en una iglesia llena a rebosar. Luego, ha asegurado con firmeza que nunca aceptará el acuerdo: “Gustosamente vengo luchando hasta la extenuación en defensa de nuestro pueblo, de su dignidad, de su devoción y religiosidad popular, sin importarme ningún sacrificio. Por eso, si me viera obligado, como pastor repetiría las mismas palabras del anciano Eleazar, ante las presiones para aceptar lo que no puedo aceptar: que no puedo hacerlo sin atraer la mancha o deshonra a mi vejez que pueda servir de mal ejemplo a mis feligreses”.
“La verdad puede padecer, nunca perecer”
La referencia a Eleazar, personaje bíblico que prefirió morir antes de que le obligaran a comer carne de cerdo, es significativa: el obispo está diciendo que no va a tragar. Incluso aunque desde el Vaticano le ordenen aceptar el acuerdo, un escenario en el que si mantiene su postura y no obedece debería presentar su renuncia, que luego debe ser aceptada por el Papa. El obispo ha subrayado que Eleazar “aceptó el sacrificio por dignidad, por lealtad, por fidelidad y por coherencia”. “Consciente de que la verdad puede padecer, pero nunca perecer, os confieso que este reclamo de nuestra dignidad no nos ha resultado fácil. Tampoco lo ha sido alzar la voz para defender que nuestro pueblo no se merece menos”, ha confesado.
En este litigio en el que Pérez Pueyo ha elegido como última trinchera en defensa de su diócesis la pelea por la propiedad de una imagen románica de la Virgen de los Ángeles, a la que no está dispuesto a renunciar. En una última oferta que hizo en julio, Pérez Pueyo renunció a controlar el santuario y recibir cualquier aportación económica de sus ingresos a cambio de que sea la Santa Sede quien controle directamente el complejo y sus cuentas, y de que la Obra devuelva a la diócesis dos piezas: el icono mariano ―en el templo se colocaría una copia―, y la pila donde fue bautizado Escrivá, que estaba en la catedral de Barbastro y la organización religiosa se llevó a su casa general en Roma. Son condiciones muy difíciles de aceptar para el Opus Dei.
La imagen de la Virgen que ahora es el centro de la disputa es una figura de madera de más de mil años que estaba en la ermita en torno a la cual se levantó el complejo, a 22 kilómetros de Barbastro, y que el Opus Dei trasladó al interior del nuevo templo, inaugurado en 1975. Para la Obra, dentro del culto a su fundador, es de gran valor simbólico, pues la madre de Escrivá de Balaguer rezó a esta imagen para que se curara cuando era niño y padecía una grave enfermedad.
Ahora Pérez Pueyo plantea ese traslado de la escultura casi como un robo a los fieles de Barbastro, y recuerda que “desde hace ya cinco años venimos pidiendo, casi suplicando, que se respete la dignidad de nuestro pueblo”. “Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad ha de ser, así lo entendemos, venerada en su pequeña y humilde morada de donde nunca debió salir tras mil años de historia en manos de un pueblo que la venera con enorme devoción. Y es por ello que quiero transmitiros la seguridad de que vuestro pastor siempre se mantendrá fiel a su pueblo, a esa pequeña grey de dignidad gigante a la que es mi mayor orgullo servir. Y así será hasta el final”, ha anunciado a los fieles.
Con toda intención, el obispo ha argumentado que el icono siempre “se ha custodiado en sus lugares originarios, en el santuario del Pueyo, donde han servido tres congregaciones distintas, benedictinos, claretianos e Instituto del Verbo Encarnado, o en el santuario de Guayente, confiado a los hermanos de La Salle”. “Todos ellos recibieron el mismo encargo que en su día tuvieron los responsables de la Prelatura, como se recuerda en el programa de fiestas del año 1968: cuidar de la madre común, la original talla románica, y difundir su devoción desde su propio hogar, para visitarla, rezarle, besarla, cantarle, vestirla y procesionarla en su casa. Es así como se respeta también la dignidad de los lugares pobres y humildes, como la gruta de Belén”.
El trasfondo del conflicto es más profundo de lo que parece. Francisco, durante su mandato, recortó notablemente el poder del Opus Dei y respaldó las reivindicaciones del obispo, pero tras su muerte Pérez Pueyo se ha quedado sin apoyos en el Vaticano. Ahora León XIV, de perfil mucho más discreto y que aún no se ha manifestado en muchos de los asuntos más controvertidos de la Iglesia, en su afán de calmar la crispación entre conservadores y progresistas, se verá forzado a tomar partido. Y a aclarar hasta qué punto sigue la línea de Francisco, en este caso, en su postura hacia el Opus Dei.
Además, el obispo de Barbastro, que este año ejerce como Mantenedor de las fiestas del municipio, figura de honor de la celebración, ha ido este lunes mucho más allá. Ha presentado como una traición al papa Francisco el acuerdo ultimado por el comisario vaticano, el español Alejandro Arellano, que otorgaría el control del santuario al Opus Dei, con la potestad del obispo de elegir el rector entre una terna de candidatos de la Obra, más una donación anual por la cesión de la talla de la Virgen y dos procesiones cada año con la imagen a la ermita. En su homilía, el obispo ha explicado que el papa argentino se puso de su parte en su reivindicación de la escultura: “Acogió esta súplica durante la visita ad limina [la que hacen los obispos al Papa cada cinco años], en diciembre de 2021, y se interesó e hizo suyo el sentir de nuestro pueblo”. “Con ese respaldo, decidimos reclamar de nuevo” la talla mariana, ha especificado. Además ha citado una carta “que yo me atrevo hoy, desde la confianza y el cariño, como él lo manifestaba, que me dejó por escrito con una indicación clara a vuestro obispo con su particular acento argentino: ‘Ángel, no cedás”.
Esgrimir documentos escritos del difunto pontífice es otro detalle inédito que da idea de la intensidad del conflicto. Pérez Pueyo, que en los últimos años ha sido objeto de ataques y campañas de desprestigio en medios ultraconservadores, está dispuesto a sacar papeles del cajón para demostrar que el acuerdo que se ha forjado tras la muerte de Francisco va contra su voluntad original.
Arellano, de 63 años y presidente del Tribunal de la Rota, fue nombrado comisario extraordinario en octubre de 2024 por Francisco en un golpe de autoridad cuando se enquistó el conflicto: el Papa intervino el santuario y lo puso bajo control de la Santa Sede. En la reconstrucción que ha hecho el obispo, la decisión del pontífice llegó precisamente al ver que el Opus Dei no cedía: “En audiencia pública en la plaza de San Pedro, el 18 de septiembre de 2024, siete meses antes de su fallecimiento, me expresó de manera clara y directa al saludarme: ‘Ángel, ¿bajaron ya la Virgen".
El obispo ha asegurado que ya uno de sus predecesores, Ambrosio Echevarría, obispo hasta 1999, pidió que la Virgen “que durante más de mil años ha estado en manos de nuestro pueblo, la ha querido, tocado, besado y protegido incluso a costa de la propia vida durante la guerra, volviese a la ermita donde siempre estuvo”. Pérez Pueyo argumenta que “no se trata de una petición baladí, sino del reclamo de la misma dignidad que se respeta en otros lugares como Fátima o Lourdes”.
En los últimos meses de deterioro de la salud del papa argentino, el comisario vaticano emprendió una mediación para lograr un acuerdo entre la Obra y el obispo. Pero tras el fallecimiento del pontífice argentino, el pasado mes de abril, todo el proceso se ha precipitado a favor del Opus Dei, y se esperaba en breve el anuncio de la decisión final. Pérez Pueyo no ha podido defenderse porque antes contaba con un canal directo de comunicación con Francisco, pero ya no lo tiene con León XIV, que ha delegado el asunto en el comisario. Con su sonoro golpe en la mesa de hoy, espera que el ruido llegue a oídos del Papa.
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