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Sanidad
Tribuna
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Cuidar y respetar a nuestros médicos para fortalecer la sanidad

La profesión sanitaria es un pilar fundamental del modelo democrático que pone la protección y el bienestar del ciudadano por encima de todo

Médicos Sanidad
Manifestación en defensa de la sanidad pública en Madrid, en mayo de 2024.SERGIO PEREZ (EFE)

El Día Internacional de la Profesión Médica es una oportunidad para reflexionar sobre el papel esencial que los médicos desempeñan no solo en la salud de las personas, sino en el funcionamiento mismo de nuestras sociedades democráticas. Los médicos no solo son quienes diagnostican y atienden nuestras enfermedades; sino que también son una pieza fundamental en el sostenimiento y la defensa de un Sistema Nacional de Salud que hoy en día constituye el mayor baluarte de la justicia social en nuestro país.

El acceso a la salud es clave para la equidad y la justicia social. La capacidad de ofrecer atención sanitaria de calidad a todos los ciudadanos, independientemente de su condición económica o social, es lo que diferencia a una sociedad democrática de una que se queda atrás en la protección de sus ciudadanos.

La profesión médica española se sustenta en valores y principios que confluyen en el Código de Deontología Médica, cuyo respeto es una obligación para todos los facultativos y que garantiza que el ejercicio de la Medicina esté basado en la ética, en el respeto a la dignidad del paciente y en la transparencia en todas sus actuaciones. Este código de conducta no solo es una guía para los médicos, sino una protección para la sociedad, asegurando que las decisiones médicas siempre se tomen con el mayor rigor y con la mayor responsabilidad. La confianza que depositamos en nuestros médicos nace de ese compromiso inquebrantable con la ética y con unos valores que anteponen al paciente y el alivio de su sufrimiento por encima de todo.

Pero no podemos pedir a la profesión médica que sea este baluarte sin asegurarnos de que ellos mismos son cuidados y respetados. El respeto hacia los profesionales de la salud no se limita solo a palabras; se refleja en las condiciones laborales, en la protección frente a agresiones físicas o verbales y en el reconocimiento de su labor diaria en circunstancias que a menudo son extremas. Respetar y proteger a los médicos es mejorar nuestra democracia, porque un sistema que cuida a sus profesionales sanitarios asegura que estos puedan, a su vez, cuidar de todos nosotros con dignidad y sin comprometer la calidad de la atención que recibimos.

No es casualidad que los países más avanzados democráticamente sean también aquellos donde los sistemas sanitarios están bien estructurados y respetados. Un sistema de salud justo y universal, con médicos formados y bien cuidados, es sinónimo de una sociedad que pone en el centro el bienestar de sus ciudadanos, priorizando los derechos humanos y la justicia social. El médico no es solo el profesional que lidera el cuidado de nuestra salud, sino un pilar de un modelo democrático que no puede permitirse relegar a quienes garantizan el bienestar de todos.

En una época en la que los desafíos sanitarios son cada vez mayores, desde pandemias hasta crisis en los sistemas de atención, es fundamental que hagamos un esfuerzo por proteger a quienes están en la primera línea. Respetar y valorar a los médicos es una cuestión de justicia social, de equidad y de compromiso con el modelo de salud pública que hemos construido y debemos seguir protegiendo.

Por ello, garantizar las mejores condiciones de trabajo, asegurar su bienestar físico y mental, y proteger su independencia profesional son tareas imprescindibles para que puedan seguir desempeñando su labor con la excelencia que nuestra sociedad necesita. Solo así podremos asegurar que sigan siendo ese baluarte de confianza y seguridad, contribuyendo al progreso de nuestra salud y, en última instancia, al progreso de nuestro país.


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