_
_
_
_

Lo que se sabe de la transmisión de la mpox: ¿por qué se está contagiando sobre todo en niños?

A falta de conocer más detalles sobre cómo se comporta la nueva variante, los expertos creen que la mayor diferencia no se produce en la genética del virus, sino en el contexto

Una mujer aplicaba el domingo una medicina sobre la piel de un niño con mpox, en Munigi (República Democrática del Congo).
Una mujer aplicaba el domingo una medicina sobre la piel de un niño con mpox, en Munigi (República Democrática del Congo).Arlette Bashizi (REUTERS)
Pablo Linde

Una de las grandes diferencias entre el brote de mpox que se expande por África y el de 2022 en Europa es cómo se está transmitiendo. Mientras que el de hace dos años se contagió casi exclusivamente a través de relaciones sexuales, ahora las víctimas son sobre todo los niños, que suponen el 70% de los casos. Parece que algo ha cambiado en la forma de contagio en esta nueva variante (el clado 1b), y todavía habrá que esclarecer hasta qué punto lo ha hecho. Pero quizás el virus no ha variado sustancialmente, y hay que fijarse más bien en el contexto.

Cada vez son más las voces que ponen en duda algunas de las asunciones que se hicieron sobre esta nueva variante de la viruela del mono (rebautizada a mpox): que es más peligrosa, que es más transmisible, que genera enfermedad más grave. Todo esto es posible, pero habrá que confirmarlo, algo para lo que será imprescindible una información más precisa que la que llega de un contexto tan complicado como es el de República Democrática del Congo (RDC), donde se está expandiendo: con muy pocos medios diagnósticos y clínicos, en mitad de un conflicto militar, con enormes tasas de pobreza, hacinamientos...

La semana pasada fue el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) el que advirtió de estas incógnitas ante el creciente número de mensajes, algunos de expertos, que advertían sobre la mayor virulencia y letalidad de la nueva variante: “Si bien en el pasado se ha informado que la morbilidad y la tasa de letalidad del clado 1 son mayores que las del clado 2, los datos preliminares actuales de África no muestran una mayor gravedad clínica en los casos confirmados”. Es algo sobre lo que también incidía el virólogo José Antonio López Guerrero en una entrevista en EL PAÍS.

La letalidad se calcula dividiendo el número de casos por el de fallecimientos. Cuanto menos preciso sea el diagnóstico, más sesgada (y alta) será esa cifra. “Hay infradiagnóstico en todas las enfermedades, incluso aquí, con una cobertura sanitaria mucho mejor, así que la letalidad ahora mismo es una incógnita”, razona Adrián H. Aginagalde, coordinador de la Sección de Salud Pública de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao.

Mientras se despejan estas dudas, lo que resulta incuestionable es que la transmisión se está comportando de forma distinta. Pero esto tampoco debe sorprender, en opinión de Aginagalde: “Los poxvirus (como el de la viruela, y ahora el mpox) siempre se han propagado más entre niños que en adultos, y más en mujeres que en hombres, porque son ellas las que suelen cuidar de los niños. Eso no es nuevo, y ya había pasado con la propia mpox en África”.

Son muchas las infecciones que se expanden más en los menores, porque su forma de interactuar es mucho más cercana que la de los adultos: juegan, se pelean y se tocan más. En patógenos cuya propagación requiere mucha cercanía o contacto muy directo, no es raro que sean ellos los más afectados. El contexto ha cambiado con respecto a 2022, en el que se transmitió sobre todo en encuentros sexuales, fiestas, saunas, y el mayor número de casos se produjo entre personas bisexuales, gays y hombres que tenían sexo con hombres sin protección.

Aginagalde señala que los poxvirus tienen una gran “flexibilidad” para adaptarse a la población, por lo que los cambios en el perfil sociodemográfico de los afectados “no necesariamente indican, aunque tampoco excluyen” variaciones en la transmisión del virus producidas por cambios en su genética.

En principio, las vías de contagio se consideran que siguen siendo el contacto directo y continuado. En las relaciones sexuales, evidentemente, lo hay, pero no solamente. Tocar las secreciones de una persona infectada, su ropa o incluso estar hablando muy cerca de una persona durante un tiempo, con la posibilidad de que haya intercambio de gotitas de saliva, son las vías que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera posibles. Cuanto más contacto y más tiempo, más probabilidades de transmisión.

“No es el nuevo covid”

Esto es muy distinto de la transmisión aérea por aerosoles que se produjo con el SARS-CoV-2. Y es una de las razones que hacen prever que la evolución de la epidemia sea muy distinta y más lenta que aquella. “La mpox no es el nuevo covid”, ha dicho este martes Hans Kluge, director general de la OMS en Europa.

Rafael Toledo, catedrático de Inmunoparasitología de la Universidad de Valencia, afirma que el de mpox tiene muchas diferencias con el que causó la pandemia en 2020. “Lo más obvio es el tamaño. Este es el doble que el SARS-CoV-2. Eso hace prácticamente imposible que mute de forma que pueda llegar a permanecer mucho tiempo en el aire”, señala. Y pone un ejemplo: “Si vas en un autobús y estás 20 minutos al lado de una persona, quizás te puedes infectar porque te llegan exhalaciones a través de su respiración, o por contacto, pero no va a contagiar al conductor”.

Si hubiera esta transmisión aérea por aerosoles, sostiene Toledo, habría mucha más diversidad etaria en los casos. Aunque son fenómenos muy distintos, el catedrático hace una analogía con los piojos: “Podríamos decir que se transmiten por el aire, porque saltan de una persona a otra. Pero para esto tiene que haber cercanía. Y, normalmente, son los niños los más afectados, porque entre ellos es más frecuente este tipo de contacto. Pero si cambiamos de contexto, por ejemplo, en una guerra, puede cambiar la población afectada: muchas personas hacinadas, durmiendo agolpadas...”.

En opinión de este experto, la transmisión más frecuente sigue siendo el intercambio de fluidos, y cree que es muy difícil equiparar cómo se podría comportar en Europa esta nueva variante. El ECDC calificó la semana pasada de “bajo” el riesgo entre la población europea, y es algo con lo que Toledo está de acuerdo. “Es un escenario diferente, una enfermedad diferente, con una trazabilidad mucho más sencilla, en la que la migración influye poco, porque tiene un periodo de incubación de dos semanas, y el que viene de Congo a España no hace el viaje en cuatro horas, le cuesta mucho tiempo, y en ese caso la enfermedad ya se ha manifestado, porque es muy visible”, añade.

El anterior brote de mpox en Europa consiguió controlarse precisamente potenciando la trazabilidad de los casos, dando información a las personas con comportamientos de riesgo y facilitando la vacunación. De los 7.521 infectados que España registró en 2022, se pasó a 264 este año, ninguno de ellos, hasta donde se sabe, de la nueva variante.

Por todo esto, los expertos, la OMS, el ECDC y el Ministerio de Sanidad están empezando a ser más vigilantes. En España, la Comisión de Salud Pública emitirá este miércoles recomendaciones, tras la reunión que mantuvo el martes la Ponencia de alertas, en la que se descartaron medidas como el control de fronteras o la vacunación masiva, que no recomiendan los organismos internacionales. Pero, además, piden poner el foco en el lugar donde realmente hay un problema: la RDC y los países vecinos donde se ha empezado a detectar por primera vez el virus.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_