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Llega a España Mounjaro, el competidor de Ozempic contra la obesidad: cuesta 271 euros al mes y no está financiado

El fármaco es el más eficaz que hay aprobado para luchar contra una enfermedad crónica que sufren más de 8,5 millones de personas, pero también el más caro

Mounjaro
Mounjaro, medicamento contra la obesidad y la diabetes de la farmacéutica Eli Lilly.NurPhoto (Getty Images)
Pablo Linde

El 1 de julio las farmacias españolas comenzarán a vender Mounjaro, el segundo fármaco de la familia de Ozempic que, además de tener indicación para la diabetes, también está aprobado contra la obesidad. La dosis de mantenimiento, de 5 miligramos, costará 271 euros al mes, se dispensará solamente con receta médica y, en principio, no estará financiado por el Sistema Nacional de la Salud (SNS).

Mounjaro, de la farmacéutica Lilly, es, según los ensayos clínicos, el medicamento más eficaz ahora mismo aprobado en España tanto para el tratamiento de diabetes como en la obesidad. Se suma a dos fármacos de la misma familia que ya se venden: el famoso Ozempic, de Novo Nordisk, que aunque frecuentemente se ha usado para perder peso, solo está aprobado para la diabetes, y Wegovy, de la misma farmacéutica, que comenzó a comercializarse en mayo y sí está indicado para la obesidad.

Los resultados de los ensayos ―que siempre dan mejores cifras que la experiencia posterior en el mundo real― han sido muy claros con respecto a los beneficios de Mounjaro para los pacientes: en diabéticos logra un buen control glucémico en el 90% de los tratados y consigue llegar a valores normales en prácticamente la mitad (frente a un 19% de sus competidores); con respecto a obesidad, el 96% de los que tomaron el fármaco redujeron al menos un 5% de peso y 4 de cada 10 lograron más de un 25%, lo equivalente a una cirugía bariátrica, que era hasta ahora el método más eficaz para perder peso.

Ha sido la propia Lily la que ha solicitado al Ministerio de Sanidad la exención de la financiación pública. Según ha justificado Jose Antonio Sacristán, director médico de la farmacéutica, lo han hecho porque es “un proceso lento” y la empresa quería que estuviera cuanto antes disponible para los pacientes. Sacristán ha asegurado que las negociaciones están abiertas para que entre en la cartera pública cuanto antes.

La obesidad es una enfermedad que está íntimamente ligada a los hábitos de vida y se presenta en mucha mayor proporción en estratos socioeconómicos bajos. Como dice Iñaki Marina, de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), “es frustrante contar con un medicamento eficaz y saber que el paciente no lo va a poder usar porque no tiene recursos”.

Mounjaro será el más caro de su clase, con 271 euros mensuales para un tratamiento de mantenimiento de 5 miligramos. El de 10 miligramos, que en ocasiones se tiene usa en una escalada terapéutica para pacientes que no responden suficientemente, alcanza los 358. La dosis más baja de Wegovy (0,25 mg) cuesta 180 euros y la de 2,4 miligramos, 292. Ozempic sale por unos 140 euros mensuales.

Con unas tasas de obesidad crecientes, la financiación de estos medicamentos por parte del SNS suponen un reto para las arcas públicas. Pero Marina cree que, según se mire, pueden incluso ahorrar dinero, ya que al eliminar otros problemas de salud de los pacientes, no son necesarios otros fármacos. Pone el ejemplo de las prótesis de rodillas en personas obesas, que en muchos pacientes se hacen innecesarias al perder peso.

Diferencias entre fármacos

La tirzepatida, el principio activo de Mounjaro, comparte con los medicamentos ya aprobados el objetivo de controlar la glucosa en sangre y reducir el apetito. Los basados en semaglutida (Ozempic y Wegovy) actúan sobre los receptores del GLP-1, imitando los efectos de un péptido del mismo nombre, que se segrega naturalmente en el intestino al comer. Tiene dos efectos principales: informa al cerebro de que se han ingerido alimentos, lo que provoca sensación de saciedad, y estimula la secreción de insulina en respuesta a un aumento de la glucosa en el páncreas. Mounjaro comparte este mecanismo y, además, actúa sobre los receptores del GIP (otras proteínas), por lo que tiene un efecto dual que, en palabras de Marina, permite que un mayor número de pacientes respondan.

La llegada de este medicamento era muy esperada entre los profesionales de la obesidad y la diabetes, ya que les da una herramienta más para tratar estas enfermedades crónicas, que llevan asociadas decenas de patologías: más de 200 condiciones (entre las que destacan los riesgos cardiovasculares) y 12 tipos diferentes de cáncer. “Están cambiando y van a cambiar las vidas de las personas que viven con obesidad”, ha dicho en la presentación Mar Malagón, presidenta de SEEDO.

El mercado potencial es ingente: según el estudio sobre obesidad en personas adultas, un 18,7% de la población padece esta enfermedad crónica (así está considerada por la Organización Mundial de la Salud), lo que supone unas 8,5 millones de personas.

Cristóbal Morales, responsable de la Unidad de Salud Metabólica en el Hosptial Vithas de Sevilla y uno de los que ha participado en los ensayos clínicos en los últimos años, defiende con entusiasmo esta nueva generación de compuestos, pero advierte: “Somos conscientes de que son fármacos muy potentes. Tenemos claro que la obesidad es una enfermedad muy compleja, que tenemos que actuar. Pero no con un instrumento esporádico y puntual, no hay varita mágica y estos medicamentos se tienen que acompañar con un estilo de vida saludable, de alimentación y ejercicio físico”.

Su consumo ha demostrado reducir de forma muy eficaz muchos de los factores de riesgo asociados a la obesidad. “Los estudios han mostrado bajadas de la presión arterial, los triglicéridos y el perímetro de la cintura, lo que indica que hay fundamentalmente una pérdida de grasa, no solamente de kilos”, ha dicho Javier Escalada, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.

Desabastecimientos y efectos secundarios

Estos beneficios han producido que en los últimos años Ozempic haya sido el medicamento con un mayor desabastecimiento en las farmacias españolas. Aunque está solamente indicado para la diabetes, más de la mitad de las dosis se venden para la pérdida de peso. Eso es posible porque, aunque es un fármaco que solo se dispensa con receta médica, muchos facultativos lo estaban prescribiendo fuera de indicación.

Mounjaro (como también Wegovy) sí están indicados para obesidad (entendida como un índice de masa corporal superior a 30), pero no para “perdidas de peso con fines estéticos”, ha especificado Malagón, que ha incidido en que el seguimiento médico es fundamental para el uso de estos medicamentos, ya que no están exentos de riesgos.

Los principales efectos secundarios son molestias gástricas, náuseas, diarreas, estreñimiento. Esto obliga a un 4,2% de los pacientes que inician el tratamiento a dejarlo. Está contraindicado en embarazadas (no se ha experimentado con ellas) y en personas con antecedentes de carcinoma de tiroides (un cáncer muy poco frecuente), ya que en modelos animales se ha visto que puede aumentar el riesgo. También ha sido investigado por provocar ideaciones suicidas, pero en los estudios que se han hecho no parece que haya una causalidad.

Al ser tan recientes, no se conocen cuáles pueden ser los efectos a muy largo plazo en unos medicamentos que, como han recordado los médicos que han participado en la presentación, “son crónicos, ya que se trata de una enfermedad crónica”. Cuando se dejan de tomar, los pacientes van recuperando paulatinamente el peso perdido. En los estudios han comprobado en un seguimiento que, después de un año y medio, recobraban la mitad.


Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
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