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Los jóvenes españoles de hasta 35 años son los que se sienten afectivamente más cerca de sus padres de toda la UE

Un estudio del Observatorio Social de La Caixa alerta de que el llamado modelo “familista” provoca una mayor dependencia en las nuevas generaciones que les puede llevar a una mayor vulnerabilidad en comparación con países europeos con recursos para la emancipación consolidados

Una chica joven abraza a sus padres en un aeropuerto en 2021.
Una chica joven abraza a sus padres en un aeropuerto en 2021.SOPA Images / LightRocket / Getty
Ana Torres Menárguez

En España el peso de la familia es muy relevante: el 56,6% de los jóvenes de entre 18 y 34 años declaran sentirse “extremadamente próximos” desde el punto de vista afectivo a sus padres —la tasa más alta de la Unión Europea, donde la media se sitúa en el 37,9%—, y el 70,6% aseguran que interactúa con sus progenitores al menos una vez al día (la media de la UE está en el 49,2%). Son algunas de las conclusiones del estudio Jóvenes, oportunidades y futuros, que este martes ha presentado el Observatorio Social de la Fundación La Caixa, en el que se analiza y se compara la forma en que socializan, la frecuencia de las interacciones, el tamaño de sus redes, su nivel de aislamiento social o los factores de desigualdad que inciden en su emancipación.

Tal y como explica Joan Miquel Verd, coautor del estudio e investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ese patrón responde al conocido como “modelo familista” característico de los países del sur de Europa, que más allá del aspecto positivo por la cercanía entre los miembros de una familia, presenta un inconveniente: provoca una mayor dependencia en las personas jóvenes, lo que implica que no pueden contar con otras fuentes de apoyo material y emocional y que, finalmente, se encuentren en una situación de mayor vulnerabilidad en comparación con la población de su misma edad de otros países europeos. Verd considera que no es una casualidad que mientras en el conjunto de la UE los jóvenes se emancipan de media a los 26,4 años, en España lo hacen a los 30,3 años (según datos de Eurostat de 2022).

El informe, elaborado a partir de los datos de la Encuesta Social Europea de 2022 —en la que participaron jóvenes de la UE, excepto Dinamarca, Luxemburgo, Malta y Rumania—, destaca que esa interacción diaria se da igualmente entre jóvenes que viven en casa de sus padres y aquellos que se han emancipado. Germán Antón, de 22 años, se mudó en 2019 de Torrelavega (Cantabria) a Madrid para poder estudiar el grado universitario que quería, Derecho y Ciencias Políticas. “He podido hacerlo porque mis padres me lo pueden pagar, son funcionarios, apenas hay becas para movilidad y conozco a muchos jóvenes que sin dinero en la familia no han podido moverse de autonomía”, cuenta. Sobre la relación con sus padres, su madre es para él un pilar fundamental, le aporta estabilidad emocional, dice, y se comunica con ella diariamente, o bien por llamada o por redes sociales. “Nos escribimos por WhatsApp y también por Instagram, ve mis stories y ve donde he estado, me pasa vídeos de cocina que ha visto o noticias de periódicos”.

La investigadora de la UAB y coautora del informe, Mireia Bolíbar, resalta que aunque los países en los que los jóvenes presentan una situación más precaria son los del “modelo familista” o mediterráneo, que ocupan las posiciones más altas en rankings de desprotección pública, este sistema también tiene un lado positivo. “Constituye una red de apoyo social que hace de sostén, por ejemplo, durante la crisis de 2008 hasta 2014 mucha gente mayor sostuvo con sus pensiones a sus familias, que quedaron con ingresos muy exiguos... ese sentido de responsabilidad mutua dentro de las familias, que no está presente en todos los países de la UE, también puede aportar cierta tranquilidad emocional”.

Sin políticas sólidas de juventud

La población juvenil española, expone el trabajo, “se refugia en la familia y los contactos personales como fuentes de apoyo ante la inexistencia de recursos institucionalizados”, lo que les deja en una situación preocupante porque “una mala relación personal con los progenitores o un origen social familiar desfavorecido, en el que la familia es incapaz de proveer los recursos que el Estado no proporciona, puede ahondar las desigualdades sociales de partida”. Esas circunstancias desfavorables, continúa el informe, pueden agravar las situaciones de aislamiento social y, por lo tanto, el bienestar material y emocional de los jóvenes. Verd pone un ejemplo: en países como Reino Unido, Países Bajos, Francia o Austria, el 25% de los que tienen entre 18 y 34 años residen en viviendas de protección oficial destinadas específicamente a jóvenes.

La raíz del problema es, según Verd, que España carece de políticas de juventud sólidas. “En muchos ayuntamientos, la concejalía de juventud se comparte con festejos, eso da una idea de la falta de concienciación... en las sociedades mediterráneas se asume que la protección social de los jóvenes debe recaer en la familia, que es la que debe cubrir las necesidades”, critica. A su juicio, no existe una red secundaria que cubra la falta de recursos de las familias, y los jóvenes quedan condicionados a dos circunstancias: llevarse bien con sus padres y que estos dispongan de recursos económicos.

En este sentido, el informe contempla que esa dependencia debería compensarse con el desarrollo de actuaciones que permitan a los jóvenes —particularmente a aquellos con mayor riesgo de aislamiento social— “mejorar su nivel de sociabilidad y aumentar sus redes personales”, como la promoción de espacios públicos específicos donde puedan interaccionar, el fomento del asociacionismo y la participación juvenil, o el desarrollo de servicios de atención, orientación y mentoría.

El aislamiento

En España, un 9,1% de los jóvenes declara reunirse en su tiempo libre con amigos, familiares o compañeros de trabajo una vez al mes o menos. Ese porcentaje es ligeramente superior en el conjunto de la UE, donde la media se sitúa en el 12,4% de la población joven. Los hombres jóvenes sufren en España más aislamiento que las mujeres (10,6% frente a 8,3%), al contrario que en el conjunto de la Unión Europea (el 11,7% de los varones lo asegura frente al 13,2% de las mujeres). Además, el hecho de ser migrante también condiciona el nivel de aislamiento social, incrementando esa sensación: el 17,9% de los jóvenes que residen en España, pero nacieron en otro país, reportan vivir en una situación de aislamiento social, frente al 7,9% de los nacidos en el país.

Por otro lado, los datos muestran que cuanto más baja es la categoría ocupacional de los progenitores y cuanto mayor es la vulnerabilidad económica del hogar, mayor es el porcentaje de jóvenes que sufren aislamiento. En la Unión Europea este impacto es similar al que se da en España, pero con unos valores siempre más elevados.

El desempleo ―la tasa de paro en menores de 25 años en España es del 26,5%, frente al promedio del 14,4% en la Unión Europea― es la situación en la que las personas jóvenes muestran un mayor aislamiento social, con porcentajes similares al del conjunto de la UE: un 16,2% frente a un 16,7%, respectivamente. Entre las personas jóvenes desempleadas, aquellas que han tenido desempleo de larga duración son las que lo sufren en mayor medida. Por el contrario, aquellas que nunca han estado en paro son las que menor aislamiento sufren, lo que, a juicio de Verd, confirma la asociación entre desempleo y reducción de la sociabilidad. De nuevo, el porcentaje de jóvenes que sufren aislamiento en estas situaciones es más elevado en el conjunto de la Unión Europea que en España.

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Sobre la firma

Ana Torres Menárguez
Redactora de Juventud. Antes, pasó por las secciones de Educación y Tecnología y fue la responsable del espacio web Formación, sobre el ámbito universitario. Es ganadora del Premio de Periodismo Digital del Injuve (dependiente del Ministerio de Derechos Sociales). Fue redactora de la Agencia EFE y del periódico regional La Verdad.
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