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Resetear la vida tras la violencia machista: “Me lo quitó todo”

Lorena sufrió maltrato durante años por parte de su expareja, hasta que huyó y le tocó empezar de cero. Ahora tiene un trabajo estable gracias a un programa de inserción laboral que en 2023 ayudó a 42.130 personas

Lorena, de 40 años, víctima de violencia machista y con nombre ficticio, el 18 de marzo.
Lorena, de 40 años, víctima de violencia machista y con nombre ficticio, el 18 de marzo.EL PAÍS
Sara Castro

Lorena abandonó su residencia familiar en 2015 y dejó todo atrás, ni siquiera le dio tiempo a hacer las maletas. Salió por la puerta “con lo puesto”, no le quedaba otra alternativa para romper con la violencia machista que la perseguía. Tiene 40 años y durante mucho tiempo fue maltratada por su expareja, el padre de dos de sus hijos, con quien mantuvo una relación de dos décadas. “A mis niños les comió la cabeza de tal manera, que no quieren verme. Me lo quitó todo”, cuenta. No podía elegir su ropa, ni sus planes y tampoco sus compañías. Él, incluso la espiaba en su puesto de trabajo y ella no podía más. “Cuando la violencia psicológica pasó a ser física, tuve que cortar por lo sano”, explica. Volvió a ser dueña de su vida, pero pagó un peaje muy caro. “Me ha afectado en mi economía y en mi salud mental”, matiza la mujer, que da un nombre ficticio para evitar ser localizada. La precariedad marcó su vida ocho años, desde que huyó, hasta que en 2023 consiguió trabajo estable gracias al programa Incorpora de Fundación La Caixa, que facilita empleo a personas en situación de vulnerabilidad.

Tras poner una denuncia en comisaría, Lorena fue trasladada en 2015 a una casa de acogida para víctimas de violencia de género, fuera de Castilla-La Mancha, donde antes residía. Solo estuvo en ella unos días, pero a los tres meses volvió a ingresar en otro centro de protección porque se encontraba en una situación muy vulnerable. “Perdí 35 kilos en dos años y me replanteaba si seguir adelante al no tener a mis hijos, que era lo que yo quería”, explica.

Durante ocho años encadenó trabajos inestables. “Fui operaria de almacén, trabajé en una fábrica y también en el campo”, relata. No quería quedarse en casa de su madre, ubicada en la región castellano-manchega, porque temía ser localizada por su expareja, pero en 2023 lo tuvo que hacer cuando sus progenitores precisaron ser cuidados. Se sentía insegura porque la orden de alejamiento ya no estaba vigente. Hasta el momento, no ha vuelto a ver a su agresor y tampoco a sus dos hijos mayores. Pero con una nueva pareja y tras ser madre de nuevo, reunió las fuerzas suficientes para redirigir su vida y pidió ayuda al programa Incorpora, de inserción laboral.

El proyecto, que cuenta con la participación de 500 entidades sociales colaboradoras y 16.417 empresas participantes, ha facilitado 42.130 puestos de trabajo a personas en situación de vulnerabilidad en 2023. Se trata de la cifra anual más alta conseguida por el programa desde su creación en 2006. El 54% de las inserciones corresponde a mujeres, entre ellas 1.288 víctimas de violencia de género. Según el INE, la tasa de paro femenino se situó en el 13,36% en el cuarto trimestre de 2023, más de tres puntos por encima de la de los hombres.

Lorena entró en contacto con el programa Incorpora en febrero del año pasado y en marzo ya contaba con un trabajo. Le ofrecieron itinerarios personalizados que combinan formación competencial y talleres de empoderamiento para recuperar la autoestima y la confianza perdidas. Ha conseguido dos inserciones laborales a través del proyecto. La primera en una fábrica de perfumes y cosmética y la segunda en Logisfashion, una operadora logística internacional especializada en moda, que cuenta con varios almacenes en España.

Fue la elegida entre nueve candidatos del programa de inserción laboral, que realiza previamente una preselección de perfiles acordes al puesto, tras superar un proceso formativo de tres días. “Los jefes del equipo vieron que tenía interés”, cuenta la responsable de selección y atracción del talento de la compañía en España, Carmen Zamora. El proyecto cuenta con 1.200 técnicos de inserción laboral que ofrecen atención personalizada y seguimiento a los participantes en las empresas.

“Se han ajustado a mis preferencias porque dependo mucho de los horarios de mi hija pequeña”, cuenta Lorena, que además pidió un puesto de trabajo próximo a su lugar de residencia porque no disponía de coche, aunque ahora ya lo ha podido conseguir gracias a la mejora de su situación laboral. “Mis tareas son muy variadas. Puedo descargar un camión, preparar pedidos o doblar ropa. Me siento muy realizada”, añade. Agradece el buen ambiente laboral y la oportunidad de poder aprender. “No me ponía delante de un ordenador desde hace 20 años, han tenido mucha paciencia conmigo”, explica.

Zamora asegura que su evolución en la empresa ha sido muy buena. “Es una persona fuerte y positiva. Le echa ganas y siempre está abierta a cualquier reto y aprendizaje”, cuenta tras aclarar que tiene posibilidades de crecimiento dentro de la compañía. Lorena lo agradece, valora que cumplan el protocolo empresarial para víctimas de violencia de género. Sabe que cuenta con licencias retribuidas para cualquier trámite motivado por su situación personal y con ayudas económicas si necesita suspender el contrato. Además, si precisa un cambio de residencia, puede elegir trabajar en otro almacén de la compañía y si lo requiere, le costean parte de la terapia psicológica.

“Este trabajo ha supuesto un cambio en mi vida”, asegura Lorena. Después de haber adquirido un coche, sueña con volver a tener una casa para vivir con su hija pequeña y su actual pareja. Mientras tanto, reside con su madre, pero tiene mayor independencia. “Sé que ya no me tiene que apoyar como antes, cuando vivía fuera, y me ayudaba con la cesta de la compra, las facturas de la luz o el alquiler de la habitación”, cuenta tras celebrar su estabilidad actual: “Quiero empezar ahora mi vida de cero con un día a día normal, sin estar de un lado para otro”.

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