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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vigilancia contra la violencia machista

En lo que va de año han asesinado a tantas mujeres como en todo 2022. Hay que reforzar y ampliar la prevención

Concentración ante el Parlamento de Navarro en repulsa por un crimen machista.
Concentración ante el Parlamento de Navarro en repulsa por un crimen machista.Iñaki Porto (EFE)
El País

Siete asesinatos machistas en agosto, 10 en septiembre (uno cada tres días). El repunte de la violencia de género en los últimos meses ha hecho que en lo que llevamos de año hayan muerto ya 50 mujeres, las mismas que en todo el año pasado. Cada vez que se superan los cinco asesinatos en un mes, se reúne el comité de crisis habilitado por el Gobierno para analizar los casos y detectar los fallos que pudieran haberse producido y activar las líneas de acción que deben reforzarse.

La constatación de que, pese a los esfuerzos realizados hasta ahora, siguen produciéndose tantos asesinatos podría alimentar la sensación de impotencia ante un fenómeno que está demostrando un arraigo mayor de lo esperado. No es esa, sin embargo, la forma de enfrentarse a un problema frente al que no cabe la resignación. Si pese a todo el despliegue legislativo y al reforzamiento de las políticas de prevención y protección de las víctimas, estamos donde estamos, cabe imaginar qué sucedería de no haberse aplicado.

El único camino es seguir analizando la realidad y persistiendo en la protección y, muy especialmente, en la prevención. La Fiscalía de violencia sobre la mujer ha sugerido estudiar no solo los casos de asesinato, sino también los intentos, para así tener un abanico más amplio de conocimiento y reforzar la respuesta institucional. En 2022 fueron 37 intentos y a principios de septiembre de este año ya se habían contabilizado 26. Esta medida puede ayudar a identificar mejor las situaciones de peligro. También puede ser de ayuda extender a nivel europeo el programa VioGén de detección de antecedentes penales, dado que algunos de los últimos crímenes han sido cometidos por extranjeros que se encontraban en España.

Lo más importante, sin embargo, es involucrar al tejido social en la vigilancia y protección de las amenazadas. El análisis de los episodios más recientes revela que son muchos los casos en los que el entorno de la víctima tenía conocimiento o indicios del peligro que corría. El miedo a verse involucrado en un asunto desagradable puede llevar a muchas personas a inhibirse cuando tienen sospechas. Es preciso, pues, reforzar las campañas de información para concienciar a toda la sociedad de que allá donde la víctima, por los lazos psicológicos que la atenazan, no puede a veces ni siquiera pedir ayuda, una denuncia a tiempo puede convertirse en el salvavidas que necesita.

Este repunte coincide con la emergencia de un discurso antifeminista que niega el machismo violento o minimiza su importancia como algo inevitable propio de la condición humana. El negacionismo de la violencia de género empodera a los maltratadores, justifica su conducta y aumenta la vulnerabilidad y desprotección de las víctimas. Si además llega a posiciones de gobierno local o autonómico, el retroceso que propugna en las políticas públicas debilita lo avanzado hasta ahora. La violencia machista es un fenómeno estructural que no podrá superarse sin un cambio cultural profundo en la forma de entender la relación entre hombres y mujeres. El neomachismo que defiende la impunidad de los hombres para seguir ejerciendo su poder y sus privilegios, se ha convertido en uno de los principales obstáculos para erradicar la violencia contra las mujeres.


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