Los agresores de las violaciones en Badalona: menores con conductas antisociales que ven porno en grupo
El grupo de ocho profesionales al que la Generalitat encargó un informe para analizar las agresiones sexuales perpetradas por menores en Cataluña alerta de la vulneración del derecho a la educación integral en sexualidad y de cómo la marginalidad afecta al comportamiento de los adolescentes
Después del goteo de agresiones sexuales en grupo cometidas por menores en Badalona entre el verano de 2022 y el de 2023 ―muchos de los agresores eran menores de 14 años y por tanto inimputables―, la Generalitat encargó a un grupo de expertos independientes la elaboración de un informe para tratar de entender el origen de esas violaciones en grupo y las posibles vías para una prevención efectiva. Este jueves, ese grupo, conformado por ocho expertos en campos como la genética, la neuroeducación, la criminología y la prevención de violencias machistas, ha presentado un trabajo de 28 páginas en el que ponen de manifiesto aspectos como que el derecho a la educación integral en sexualidad “es uno de los más vulnerados en la actualidad” o que el “abandono” al que está sometido el barrio de Badalona del que proceden los agresores, Sant Roc, puede explicar en parte su comportamiento agresivo y antisocial.
Desde que el 19 de noviembre de 2022 un grupo de seis menores violó a una niña de 11 años a punta de navaja en los lavabos de un centro comercial de Badalona, el Màgic, y la agresión se grabó y distribuyó en grupos de otros menores, se empezaron a conocer otros casos similares en la misma ciudad que la situaron como zona cero de un problema difícil de entender y más aún de solucionar. Solo en Cataluña se denuncian dos violaciones grupales al día, a mujeres de cualquier edad, y según el Ministerio del Interior, van en aumento en todo el país desde 2016. También la Fiscalía General del Estado alertó en su última memoria del “incremento de la violencia entre los menores”, que desarrollan “conductas de dominio y control en sus tempranas relaciones afectivas o experiencias sexuales”.
El informe, que solo analiza dos de las ocho denuncias por agresiones sexuales presentadas ante los Mossos entre julio de 2022 y junio de 2023 (solo se ha accedido a información de cinco de los agresores menores de 14 años de un total de 18 porque el resto de casos están bajo secreto de sumario) señala que cuatro de las ocho agresiones se produjeron en los lavabos del centro comercial Màgic. En tres de ellas, las menores que sufrieron las agresiones conocían a los agresores. Todas las agresiones fueron perpetradas en grupo, de entre tres y ocho personas. Las víctimas son 11 chicas, entre ellas una de solo 11 años.
“Creemos que hay cuatro factores que alimentan la tendencia a que menores perpetren agresiones sexuales: las características cambiantes de la adolescencia, la falta y la dejadez en el acompañamiento comunitario, un marco cultural que normaliza la dominación de hombres sobre mujeres, y el impacto de las redes sociales y la amplia exposición a pornografía de masas de carácter machista en ausencia de una educación integral en sexualidad adecuada”, sostiene Eduard Vallory, presidente de Catesco y coordinador del trabajo, para que el contaron con la colaboración de varias consejerías y de un informe adhoc elaborado conjuntamente por los Mossos y el departamento autonómico de Servicios Sociales.
Aunque el Gobierno catalán ha empezado a formar al profesorado en educación sexual a través del programa Coeduca’t, los autores del informe denuncian que la educación integral en sexualidad no está garantizada en las escuelas e institutos, ni acreditada ni reglada, pese a la recomendación de las Naciones Unidas. “Es uno de los derechos más vulnerados de nuestra sociedad, puesto que sigue dependiendo de la voluntad y sensibilidad de cada profesional, de los recursos económicos y de la dinámica del propio centro, así como de la capacidad de cada familia de informarse y educar sobre este tema”, añade Vallory, que cree que el camino no pasa solo por formar a los docentes en activo, sino por incorporar esos contenidos a los programas académicos de los grados vinculados a la educación.
¿Está la sociedad catalana ante una ola de violaciones en grupo cometidas por menores de 14 años inimputables? Se preguntan los autores del informe en uno de los primeros capítulos. Tras revisar y contrastar los datos de Badalona con los del resto de Cataluña, concluyen que no. “No podemos concluir que haya una tendencia al alza de este tipo de fenómeno”, señala Vallory, que precisa que se trata de una realidad que ha adquirido una gran relevancia mediática, comunitaria y social, pero que los datos no hablan de un aumento de este tipo de situaciones. “Lo que sí hemos constatado es que estamos frente a una realidad que históricamente había estado muy invisibilizada, como la mayor parte de las violencias sexuales, y que ahora se está visibilizando, se están reduciendo los límites de tolerancia y se están incrementando las denuncias porque las personas agredidas tienen más consciencia de su condición, se ven más seguras para denunciar y hay más mecanismos de detección”.
Según datos de los departamentos de Interior y Educación de Cataluña de 2022, aunque el 18,9% del alumnado de primaria ha recibido comentarios de tipo sexual, o un 75,4% del de secundaria considera que la gente de su edad sufre agresiones sexuales, la mayoría de estos hechos no se llegan a contar en la infancia y solo un 4,3% de las agresiones sufridas en secundaria se denuncian.
El perfil de los agresores
En Badalona, cuarta ciudad catalana en habitantes (223.506 personas), se encuentran cuatro de los 20 barrios más pobres de Cataluña, según el Instituto de Estadística de Cataluña, y uno de ellos, Sant Roc, a apenas 10 minutos a pie del centro comercial Màgic, es del que procede buena parte de los agresores de estas violaciones en grupo.
En un intento de definir las características comunes de los agresores, los autores se remiten a Sant Roc, con “unos niveles de pobreza cronificada altísimos, paro, absentismo escolar y falta de una estructura de comunidad, con unos servicios sociales sobresaturados”, señala el trabajo. “Todos estos menores presentan una validación y normalización de conductas transgresoras y de uso de la violencia, con modelos antisociales y han manifestado haber consumido material pornográfico de forma individual y en grupo”, precisa el informe.
El hecho de que hayan crecido en un “entorno socioeconómico desfavorable”, continúa el trabajo, puede tener efectos puntuales y de desarrollo a largo plazo entre los menores: mayor exposición a comportamientos antisociales, mayor probabilidad de obtener un nivel educativo bajo, mayor malestar psicológico, estrés percibido, exposición a acontecimientos vitales estresantes, o menor acceso a recursos institucionales (como los servicios sociales, asistencia sanitaria o atención a la salud mental). “En el barrio de Sant Roc se identifican factores de riesgo relacionados con la falta de servicios públicos y estructurales: falta de atención por parte de los servicios sociales, problemas de vivienda, absentismo y abandono escolar, falta de recursos de ocio tanto para adultos como para menores o venta de drogas, entre otros”, recalcan los autores.
Sobre esa situación de vulnerabilidad que padecen estos menores desde su nacimiento, los expertos indican que una “crianza negativa” conlleva una mayor predisposición en la adolescencia a mostrar respuestas impulsivas, mayor dificultad para reflexionar, planificar y gestionar sus emociones, más probabilidades de sufrir depresión u otros trastornos de salud mental y más predisposición al consumo de drogas. En cambio, una crianza “basada en el acompañamiento emocional no sobreprotector y en la coherencia entre amonestaciones y recompensas”, especialmente en la etapa de cero a tres años ―que es cuando se empiezan a establecer los patrones neuronales socioemocionales―, disminuye la posibilidad de que haya violencias en la adolescencia. Por eso, consideran los autores, “son importantes acciones como el apoyo a las familias en la parentalidad y una oferta de educación infantil universal y de calidad”.
“No dar cobertura a las necesidades educativas de un menor, dejarlo solo sin una supervisión adecuada o con alguien que no tiene la capacidad de supervisarlo o protegerlo adecuadamente, exponerlo a la violencia familiar o someterlo a humillaciones por terror verbal o crítica extrema, se considera negligencia, un tipo de maltrato”, explica David Bueno, profesor de Genètica de la Universidad de Barcelona y coautor del estudio. Específicamente, en lo que se refiere a la agresividad como respuesta instintiva ante determinados estados emocionales, será más probable en menores que hayan experimentado la soledad, el abandono, o poco apoyo emocional de su entorno de adultos.
Al hacer una comparativa de género y edad de las víctimas y los agresores de Badalona con respecto a otros casos denunciados en otros territorios de España, los expertos no observan ninguna tendencia diferente: “como pasa en el conjunto, todos los autores de las agresiones son chicos, el 100%, y cerca de un 85% de los menores agredidos son chicas, las edades más representadas son los 13, 14 y 15 años, y el 75% de los adolescentes que han agredido lo hacen con 14 años o más”.
Dominación física y sexual del hombre
Los autores ponen el foco en el consumo de contenidos violentos como “la pornografía de masas de carácter machista” (la edad media de acceso se sitúa en los 8 años), y en cómo transmite una idea distorsionada de la realidad relacionada con la dominación física y sexual del hombre sobre la mujer. “La pornografía es la primera fuente de información sobre sexualidad de la infancia y la adolescencia, los menores construyen sus propios significados sobre la sexualidad, sin el acompañamiento que un adulto”. A eso se suma que perciben la exploración de la sexualidad a través de internet como algo prohibido, como un tema tabú, por lo que no podrán explicar aquello que han visto ni tampoco el impacto que les ha podido causar. “Sin ninguna conciencia de que lo que ven no representa la realidad, lo toman como referencia de lo que tendrán que reproducir en su entrada progresiva a las prácticas sexuales. Aquello que se espera de ellos”, inciden.
La pornografía mayoritaria “no representa prácticas sexuales saludables, no muestra el proceso del consentimiento y su negociación, ni la construcción de intimidad ni la anticoncepción”, exponen los autores, que recalcan que ese consumo deja huellas en forma de conexiones neuronales que afectarán a sus comportamientos posteriores en unos cerebros extremadamente plásticos y maleables, biológicamente propensos a imitar los comportamientos que observan. “La falta de afectividad en esos contenidos, junto a la normalización de la violencia hacia las mujeres, propician comportamientos en la adolescencia que con facilidad pueden conducir a la violencia sexual”, concluyen.
La ONG Save the Children señala en un informe de 2020 que un 33% de los chicos y un 25% de las chicas no identifican las violencias que aparecen en la pornografía mainstream. “El cerebro dispone de mecanismos automatizados de imitación, a través de las neuronas espejo. Por eso, pasar horas expuesto a vivencias de violencia reales o a través de las redes puede favorecer que aparezca un patrón de comportamiento que se interprete como normalidad”, sostienen los autores en el trabajo.
El aprendizaje de la masculinidad
Otro de los elementos analizados es el “marco cultural patriarcal” en el que han crecido estos chicos, una serie de códigos que aprenden y clasifican en función de si se les ha dicho que son un chico o una chica. “Si eres un chico, socialmente se espera de ti que evites características asociadas a la feminidad, que tengas una emocionalidad restrictiva, que puedas emplear la agresividad y si hace falta la violencia antes que la compasión o la empatía. La ira y la rabia son de los pocos sentimientos que están permitidos y son valorados”, reza el informe, que añade que “la negación de emociones como la tristeza, el miedo o la vergüenza facilitan la aparición de la ira”.
“Se enseña a transformar la rabia en acción de ejercicio de poder, promoviendo el vínculo entre ira y agresividad, y dirigiéndola hacia afuera (pegar, llamar la atención, ir en bici de forma descontrolada, o cuando ya se es adulto, en el coche o moto). La percepción de éxito sigue siendo mayor que la de pérdida: el reconocimiento social genera estatus en lo que se refiere a las prácticas de riesgo en relación a las masculinidades”. A eso se suma, señalan los expertos, que pervive una falsa idea que asocia la sexualidad masculina con impulssos biológicos irrefrenables e incontrolables, que justificarían las agresiones sexuales y explicarían por qué la inmensa mayoría son causados por hombres o adolescentes varones.
La recuperación de los menores agresores
Uno de los capítulos del informe está destinado a describir medidas efectivas para la recuperación social y psicológica de los menores agresores. Se citan, entre otros, el fomento de programas terapéuticos en grupo con los agresores. “De la misma forma que el grupo de iguales puede ser influencia negativa, sí puede funcionar un contexto de grupo donde el chico pueda expresar la vergüenza por el fracaso y pueda validar su deseo de promover cambios y desmarcarse de una cultura machista”, se explica en el documento. Por último, los autores critican que entre los profesionales del ámbito de la infancia y adolescencia (pediatras, docentes, o servicios sociales) se ha detectado un desconocimiento y confusión sobre servicios específicos y voluntarios disponibles para menores que han cometido alguna violencia sexual.
Nuevas medidas de la Generalitat para prevenir las agresiones sexuales en menores
El departamento de Servicios Sociales de la Generalitat ha anunciado este jueves que junto a otras consejerías como las de Igualdad y Feminismo, Educación o Interior, pondrán en marcha en 2024 una serie de medidas para reforzar la prevención de las agresiones sexuales cometidas por menores, reparar el daño a las víctimas y trabajar con los agresores y sus familias para que asuman su responsabilidad. Una de las políticas consistirá en reforzar el Servicio de Atención a Menores Inimputables, con la puesta en marcha de un programa formativo de educación sexual y en igualdad tanto para los agresores como para sus familias con planes individualizados. En caso de que no se cumplan, se adoptarán medidas sobre la tutela de los menores agresores, ha anunciado el departamento del Gobierno catalán.
Otra de las novedades en esta materia es la apertura de 12 nuevos centros Barnahus de atención a las víctimas de agresión sexual menores de edad, la agilización de los trámites para la tramitación de las ayudas e indemnizaciones a las víctimas de violencia machista, o programas de justicia restaurativa dirigidos a adolescentes víctimas, agresores o familiares de ambos.
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