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Psicólogos, conmoción y dudas: la vuelta a clase en el instituto de Jerez en el que dos cuchillos pararon el tiempo

La Fiscalía acuerda enviar a un centro cerrado al menor que atacó a tres profesores y dos alumnos y abre un proceso para indagar la intencionalidad

Alumnos del instituto público Elena García Armada de Jerez de la Frontera accedían al centro, este viernes.
Alumnos del instituto público Elena García Armada de Jerez de la Frontera accedían al centro, este viernes.Juan Carlos Toro
Jesús A. Cañas

Ya no quedan gotas de sangre en la acera frente al número 5 de la calle Santa Josefina de Jerez de la Frontera (Cádiz) este viernes. La borró a conciencia un equipo de limpieza la tarde anterior. Mucho más difícil será eliminar lo que Carlos —nombre ficticio— recuerda de lo vivido a primera hora de ese día en el interior del instituto Elena García Armada. “Dice que está bien, pero se pasó toda la tarde descompuesto. Sé que bien no está”, dice su madre. El joven de 16 años fue testigo directo de cómo un chico de tercero de la ESO hería con dos cuchillos de cocina a tres profesores y dos compañeros de curso. Carlos, junto a la mayoría de los 680 alumnos, ha vuelto hoy al instituto en una jornada en la que han afrontado lo ocurrido con la ayuda de psicólogos y profesores.

Ha sido una jornada extraña, más corta de lo normal —los chavales han acudido al centro desde las 11.45 hasta las 15.00—, con muchas caras de circunstancias y abrazos, mientras padres y jóvenes esquivaban como podían la nube de cámaras y micrófonos. Mientras eso ocurría, a más de tres kilómetros de allí, el supuesto agresor, de 14 años, declaraba ante la Fiscalía de Menores acompañado de un tutor legal y un abogado. Tras oírlo en declaración el fiscal y el juez de menores, se ha decretado su internamiento en centro cerrado de forma cautelar, a la espera de que se celebre el juicio previsto para los próximos meses, “cuando finalice la investigación”, como ha explicado la Fiscalía en un breve comunicado. “Podría ser desde una enajenación mental transitoria a un intento de asesinato. En esa escala, fíjate lo que hay que investigar”, resume una fuente judicial cercana a la Fiscalía.

La medida acordada para el menor está dentro de los parámetros esperados en un caso como este, según refiere este mismo experto. También que se decrete que esa estancia en régimen cerrado pueda llevar aparejada un tratamiento terapéutico. De forma paralela, la Fiscalía trabaja en la elaboración de un informe psiquiátrico forense para determinar la intencionalidad de la acción, y un equipo técnico —integrado por un psicólogo, un trabajador social y un educador— prepara una propuesta de medidas para el joven que se comunica al fiscal, tanto para tomar las medidas cautelares —lo que ha ocurrido ahora—, como para el futuro juicio, que debe celebrarse con mayor celeridad que en el caso de un adulto.

El caso del IES Elena García Armada se ha hecho tan mediático que el ruido —con juicios de valor y vulneraciones de la intimidad del joven— se ha convertido en un elemento distorsionador más contra el que los padres y profesores han intentado luchar este viernes. Tanto que el coordinador del equipo técnico provincial de Orientación Educativa de la Delegación Territorial de la Consejería, Rafael Rodríguez, presente en el centro comandando un equipo de más de 10 profesionales, ha pedido a los alumnos “huir del sensacionalismo y uso de las redes para divulgar información sobre el instituto”.

“No sabía si venir hoy o no, pero al decirnos desde el centro que los chicos iban a tener asistencia…”, explica abrumada la madre de Carlos, de 16 años y alumno de primero de bachillerato y de otro joven de 15 años, de cuarto de la ESO. El supuesto agresor, un joven con necesidades educativas especiales y con orientador, estaba integrado en su aula desde que inició su formación en el instituto.

La progenitora del testigo accidental —estaba en la clase de al lado y al escuchar los gritos, se asomó y vio toda la escena— no puede dejar de acordarse del atacante, un chaval al que el resto de sus compañeros definen como introvertido, estudioso y callado. “Si mi hijo y todos los niños le conocían por estar solo en el patio del recreo jugando con su táper y no intervinieron desde el centro, está claro que había una carencia de atención, un fallo de fondo”, explica la madre.

Tanto la consejera de Educación de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo, como la dirección del centro repitieron el jueves que no había expedientes de acoso abiertos hacia el menor y que tampoco constaban problemas de conflictividad de este a lo largo de toda su trayectoria educativa desde primaria. Sin embargo, varios compañeros del joven declararon que el chico sufrió un episodio el día anterior en el que bromearon con él con agua caliente. Además, una compañera de clase del alumno aseguró a EL PAÍS que era habitual que “hiciesen bromas” de él.

A la madre de Carlos no le sorprende: “Sé que ha habido casos de acoso cercanos en los que no se ha trabajado adecuadamente, pese a que digan lo contrario”. Del Pozo ha asegurado este viernes que la semana que viene está previsto que se reúna la comisión de convivencia del centro para hacer averiguaciones “desde el punto de vista educativo, paralelo a las investigaciones” policiales. “La comisión decidirá si establece medidas de prevención y, si se constata que haya podido haber algún tipo de acoso, se activará el correspondiente protocolo de acoso”, ha añadido la consejera.

En Andalucía esa pauta marca que, una vez que se tiene conocimiento de una situación de abuso —ya sea por alumnos, profesores o familiares—, se abre una pestaña en el sistema de gestión telemática de los centros docentes andaluces, Séneca, que informa a la inspección educativa. Esa incidencia deriva en reuniones del equipo docente y el orientador y un acompañamiento a la víctima, hasta que el caso se cierra o se convierte en medidas disciplinarias.

La semana que viene Rafael Rodríguez y su equipo seguirán en el centro para detectar posibles problemas entre el profesorado y el alumnado. Por ahora, este viernes, el equipo especializado ha trabajado primero con los profesores y luego con los alumnos para trazar estrategias con las que conocer cómo se sintieron y cómo pueden mejorar la convivencia. Además, las clases más afectadas por el ataque, las de tercero de ESO, han contado con un refuerzo especial de orientadores durante la presencia de los alumnos en clase. “En principio, no había problemas de convivencia, sino un hecho aislado que tenemos que plantearnos cómo resolver”, ha añadido Rodríguez, que también ha pedido a los chicos “apoyar a este alumno y a su familia”.

Con la sangre borrada y las heridas en curación —desde la tarde del jueves, todos los heridos ya han recibido el alta hospitalaria, incluida la profesora afectada en el ojo—, ahora en el IES Elena García Armada intentan sanar el recuerdo de lo vivido. Y eso tardará más.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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