Cómo será la campaña de vacunación de covid tras el verano: Sanidad estudia qué fármaco inyectará
Las farmacéuticas ultiman nuevas versiones adaptadas a las variantes más recientes del coronavirus, mientras España tiene más de 100 millones de dosis compradas sin usar. Están recomendadas para mayores de 60 y población vulnerable
La campaña de vacunación frente a la covid comenzará en otoño junto con la de la gripe, enfocada a los colectivos más vulnerables a la enfermedad. Pero todavía no está claro qué fármacos se utilizarán. España ha comprado más de 100 millones de dosis que no se han usado, pero estas se han quedado desfasadas. Las autoridades sanitarias internacionales recomiendan esperar a las que las farmacéuticas tendrán previsiblemente listas después del verano, adaptadas a la familia XBB, la variante de ómicron que circula mayoritariamente en todo el mundo. Pero ni siquiera está claro que lleguen a tiempo.
La estrategia de vacunación, aprobada por la Comisión de Salud Pública en julio, se implementará a partir de octubre (o algo más tarde, en función de la disponibilidad de nuevos fármacos). En ella perfila los grupos poblacionales para los que se recomienda una nueva dosis, siempre que hayan pasado al menos cinco meses de la anterior (o de la última infección).
Están incluidas todas las personas mayores de 60 años, aunque el documento hace especial hincapié en la pertinencia de pinchar a las que tienen más de 80, cuyos riesgos de padecer una enfermedad grave producida por el SARS-CoV-2 se incrementa. Además, se recomienda a todas las personas institucionalizadas (en residencias, centros de discapacidad, prisiones...) y a los trabajadores sanitarios y sociosanitarios, así como servicios públicos esenciales (policía, bomberos...).
Entre el resto de la población, la Comisión de Salud Pública indica una nueva dosis de la vacuna contra la covid a las embarazadas y quienes padecen algunas enfermedades que aumentan su riesgo. Entre otras: diabetes, obesidad mórbida, enfermedades crónicas cardiovasculares, neurológicas, respiratorias y renales, trastornos de la coagulación y trastornos hemorrágicos crónicos, enfermedad hepática crónica, incluyendo alcoholismo crónico, enfermedades neuromusculares graves. También se recomienda a las personas que padezcan inmunosupresión cáncer y hemopatías malignas, fístula de líquido cefalorraquídeo, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria crónica, trastornos y enfermedades que conllevan disfunción cognitiva, como síndrome de Down y demencias.
Para el resto de la población, la vacuna no está recomendada, pero pueden recibirla de forma voluntaria aquellos que quieran. En opinión de Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología, para ellas no es en absoluto necesario debido a la inmunidad generada por las sucesivas infecciones y a las vacunas previas. A medida que pasa el tiempo, la protección va decayendo, especialmente en lo que se refiere a la transmisión, que también aumenta con el cambio de variantes. Sin embargo, la protección profunda frente al virus se mantiene. “La gente no es virgen para el virus. Estamos protegidos”, asegura.
Según este experto, ni siquiera sería necesaria para todos los mayores de 60 años, y lo ideal sería hacer pruebas de inmunidad celular que determinasen quién la necesita realmente. Pero como apunta Antoni Trilla, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Barcelona, no existen test rápidos y la logística lo haría muy complicado. En opinión de este epidemiólogo, el plan de vacunación tal y como está plasmado es el más adecuado para mantener a la mayoría de la población protegida del virus.
Sin embargo, Trilla teme que en esta nueva campaña haya personas para las que la vacuna esté recomendada que no se la pongan. Ya el otoño pasado, solo llegó al 61% de los mayores de 60 años, si bien la cobertura aumentó al 77% entre los octogenarios y los que superan esta edad. Cree que posible que esta población haya visto pasar la covid de forma leve y le quiten importancia. Pero recomienda encarecidamente a toda la población vulnerable que la reciba, precisamente para que el coronavirus no los mande al hospital si se contagian.
Sobre el tipo de vacuna, el catedrático cree que tanto las que hay ya compradas como las que están previsiblemente por venir ayudarían a mejorar esta protección. “Pero lo ideal sería una adaptada a las nuevas variantes XBB”, subraya. Esto es lo que recomiendan tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA), como el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC).
Qué vacuna usar
Ahora mismo no existe en el mercado ninguna vacuna con estas características. Las principales farmacéuticas que suministran a España (Pfizer y Moderna) están trabajando en estas nuevas versiones, aunque no está claro si llegarán a tiempo para la temporada de vacunación. López Hoyos es escéptico y considera que una vez terminada la emergencia sanitaria internacional, los trámites burocráticos harán difícil que lleguen a tiempo.
Trilla, por su parte, opina que todo dependerá de la situación epidemiológica: “Si vemos que no hay una gran subida de los contagios y que la EG.5 [popularmente conocida como Eris, la última variante que tiene en el punto de mira la Organización Mundial de la Salud] no ha cambiado sustancialmente el panorama, seguramente se podría esperar a estas nuevas vacunas”.
En el caso de que no sea así, el presidente de la Sociedad Española de Inmunología considera que lo más conveniente sería poner esta nueva dosis con Hipra, la vacuna española que fue aprobada en el pasado marzo y de la que el Gobierno compró 3,2 millones por 31 millones de euros. “Genera una inmunidad más amplia y buena duración. Esa sería posiblemente la más recomendable a la hora de vacunar a la población española”, sostiene.
Lo que no está claro es qué va a suceder con las más de 100 millones de dosis que están compradas y que previsiblemente ya no se van a usar. Aunque Sanidad viene defendiendo que forman parte de la reserva de medicamentos del país en caso de urgencia y que su fecha de caducidad se puede ir revisando, lo cierto es que cada vez tienen menos visos de ser inyectadas.
Los contratos no permiten saber qué precio tiene exactamente cada dosis, pero la mayoría de las que se compraron en 2022, cuando se presupuestaron más de mil millones de euros, no se han gastado. Además, los acuerdos internacionales establecen que estos fármacos no se pueden regalar ni vender una vez que han sido recibidos.
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