Ámsterdam abre su campaña contra el turismo molesto, solo interesado en drogas, sexo y alcohol
El Ayuntamiento de la capital holandesa considera que un grupo importante de viajeros británicos jóvenes altera la calma nocturna en el centro, en zonas como el Distrito Rojo. Se dirige a ellos con un lema: “No te acerques [aquí]”
Con 22 millones de turistas contabilizados en 2019, y la misma cifra calculada para 2024, Ámsterdam trata de mantener el equilibrio entre el flujo de visitantes y la calidad de vida de una urbe de 880.000 habitantes. El Ayuntamiento desea mantener su fama de ciudad abierta, pero ha echado el freno a la explotación comercial de dicho concepto. Para ello, ha lanzado una campaña destinada a los turistas que acudan atraídos solo por la oferta nocturna, la tolerancia con las drogas blandas y los ventanales del Distrito Rojo dedicados a la prostitución, legalizada en el año 2000. En su primera fase, la iniciativa está dirigida a varones británicos entre 18 y 35 años, a los que desaconseja su estancia con un lema contundente: Stay Away (no te acerques, en inglés).
El plan municipal incluye el freno a las despedidas de soltero y paseos organizados de bar en bar; restringir los cruceros por los canales; una distribución más equilibrada del turismo urbano; adelantar la hora de cierre de locales de ocio en algunos barrios y la prohibición de fumar hachís en varias calles del centro. Es un conjunto amplio de medidas que se abrirá a otras nacionalidades, pero, de momento, advierte de que no son bienvenidos los ciudadanos británicos que busquen “un hotel barato, ir de copas y celebrar una despedida de soltero como todo horizonte”.
Cerca de medio millón de turistas procedentes del Reino Unido visitaron Países Bajos en el tercer trimestre de 2022, según el servicio de Estadística, y Jerina van Heck, portavoz del Ayuntamiento de Ámsterdam, explica que todos tienen las puertas abiertas. Sin distinciones. En un correo electrónico puntualiza, sin embargo, lo siguiente: “La noción de libertad se ha comercializado en los últimos años, y algunas empresas hacen mal uso de la imagen de la ciudad para venderla como un lugar de posibilidades ilimitadas”. Este tipo de turismo, así como las ofertas destinadas a atraerles, “no se consideran deseables por parte de la jefatura municipal”.
Las mayores molestias suelen concentrarse en el Distrito Rojo, situado en el corazón de la ciudad. De aceras y canales estrechos, el Consistorio lleva años tratando de reducir las aglomeraciones que perturban la vida de unos 5.000 vecinos. Choca, sin embargo, con el tirón de un entorno que cuenta con múltiples bares, restaurantes, casinos y salas de juego, además de los famosos ventanales que le dan su color. Sin olvidar el hecho de que las guías turísticas destaquen los comercios de hachís y los escaparates dedicados a la prostitución.
Reacción contraria a la deseada por la campaña
Jerina van Heck repite que la campaña no ha hecho más que empezar y no van a ceñirse a un país concreto, “pero los británicos conforman un grupo ampliamente representado en la vida nocturna y que causa molestias por encima de la media en la capital”. El problema es que Ámsterdam suele encabezar la lista de destinos preferidos desde el Reino Unido para quienes desean exprimir al máximo una estancia corta.
Especializada en despedidas de soltero para grupos, The Stag Company es una de las firmas británicas que organiza desde hace 20 años este tipo de viajes dentro y fuera del país. Tom Bourlet, su jefe de mercadotecnia, dice al teléfono que la campaña municipal holandesa ha tenido para ellos el efecto contrario. Lanzada a finales de marzo, indica lo siguiente: “En la última semana, el tráfico de búsqueda de nuestro sitio web subió un 13.279% comparado con los siete días anteriores. En el mismo periodo, las reservas aumentaron un 403%. Por otro lado, Ámsterdam, que estaba en febrero en el puesto 12 de los lugares preferidos, ascendió al sexto lugar en marzo. Este abril se ha aupado a la primera plaza”. Bourlet admite que, en términos generales, hay un elemento de verdad en la crítica de las despedidas de soltero, pero matiza: “Creo que se nos estigmatiza porque se trata de una minoría que representa mal al resto”. Además le parece un estereotipo fácil decir que estos grupos de británicos se centren en el Distrito Rojo. “Aparece en nuestras listas por detrás de actividades como una visita a la cervecería Heineken, ir de karting [subirse a un auto monoplaza pequeño], una visita privada en barco por los canales o jugar al fútbol burbuja”.
La campaña del Consistorio incluye dos vídeos. El primero presenta un episodio derivado del uso de drogas dada la permisividad, que no legalización, del consumo de hachís. El protagonista es un joven que está derrumbado sobre un banco público. Una ambulancia lo lleva a urgencias y él acaba en una habitación de hospital con un gotero de suero en el brazo. Mientras, unos subtítulos de gran tamaño recuerdan el error que supone viajar a Ámsterdam para esto. En la otra grabación, un varón tambaleante es detenido por la policía en una callejuela. Una vez en comisaría, se le abre una ficha, toman sus huellas dactilares y pasa la noche en el calabozo. En su caso, la multa es de 140 euros. La advertencia es idéntica para ambos: no te acerques.
Stag Web es otra empresa británica del ramo del adiós a la soltería. Organiza salidas en grupo desde 1999, a escala nacional y en el extranjero, y Tom Probert, su relaciones públicas, coincide con su colega en el retrato de los que causan problemas. Asegura que “son una minoría en el conjunto de miles de personas que van a estas fiestas”. Según sus datos, desde la pandemia, “España y Portugal se han vuelto muy populares como destino”. Al mismo tiempo, ha bajado la demanda de países como Polonia y ciudades como Budapest. “El motivo es la percepción de cercanía con la guerra en Ucrania”. Aunque recuerda que no se puede evitar legalmente que la gente viaje, reconoce que los británicos tienen “una cierta reputación en el extranjero, debido a los hinchas de fútbol”. Y concluye: “Nadie niega que ese sea un asunto cultural que debe cambiar en el Reino Unido. Va más allá de una franja de edad concreta”.
En el equilibrio buscado por el Ayuntamiento de la capital holandesa, las visitas turísticas no deberían superar los 20 millones anuales. De ahí que sus planes incluyan el impulso de una oferta creativa y sostenible “que atraiga al visitante aportando al mismo tiempo algo positivo a la urbe y a sus habitantes”. Pero el tirón del Distrito Rojo, que es un lastre para los munícipes, es reconocido por la propia alcaldesa, Femke Halsema. Ha admitido que el negocio del sexo forma parte de Ámsterdam, pero no quiere que las prostitutas se conviertan en una atracción. “Eso es humillante e inaceptable”, ha declarado, y por eso promueve una nueva idea.
Es la creación de un gran centro erótico fuera del Distrito Rojo. Un centenar de sus 249 ventanales se trasladarían al nuevo local, que contaría con espacios dedicados a la restauración, arte y cultura. La idea ha chocado con la Agencia Europea del Medicamento, que se mudó en 2019 a Países Bajos desde Londres debido al Brexit. Su nueva sede se encuentra cerca del centro erótico en ciernes, tal y como indican los planes presentados este marzo. Lo rechazan a su vez los vecinos, y ha mostrado ya su preocupación la feria de muestras y exposiciones (RAI), próxima a otra de los posibles emplazamientos del complejo. El proyecto está en fase de discusión abierta para los interesados.
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