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Varios hombres denuncian agresiones sexuales del productor Pérez Santana previas a las de los Premios Feroz

El productor de cine detenido la madrugada del domingo en Zaragoza por acosar a una actriz en la fiesta posterior a la gala actuó de la misma manera en otros eventos relacionados con su trabajo

Javier Perez Santana
El productor Javier Pérez Santana posa en la alfombra roja previa a la gala de la 10ª edición de los Premios Feroz, en el Auditorio de Zaragoza, el pasado domingo.Eduardo Parra (Europa Press)
Tom C. Avendaño

El comportamiento del productor Javier Pérez Santana en la fiesta posterior a los premios Feroz el pasado sábado, donde acosó sexualmente a varios de los asistentes (hombres y al menos una mujer) hasta ser detenido por la policía, no se limitó a esa noche en el Espacio Ebro de Zaragoza. EL PAÍS ha recabado media docena de testimonios, algunos con nombres y apellidos y otros de manera anónima, referidos en su mayoría a fiestas nocturnas, de hombres que atestiguan que el productor se les acercó y se les insinuó o les tocó sin pedir permiso. “En la fiesta de celebración de los premios Gaudí en 2022, en la discoteca Luz de Gas de Barcelona, intentó besarme en dos ocasiones, agarrándome de la cabeza con fuerza, estando yo completamente desprevenido”, cuenta a este diario David Moragas, director y guionista del largometraje A Stormy Night (2020) y cuyo corto Demà ho deixem optó a un premio Gaudí este año.

La noticia de la detención de Pérez Santana, de 55 años, colaborador de Agustí Villaronga en sus últimas películas (El testament de la Rosa, El vientre del mar), ha provocado una onda expansiva en varios corrillos del cine español y muy en particular del catalán. Muchos se preguntan por qué han tolerado tanto tiempo los comportamientos claramente abusivos del productor y cuestionan la arraigada cultura del silencio de su industria, que le ha amparado hasta ahora. “Yo también viví su acoso en los premios Feroz del año pasado”, ha escrito el director y actor Marc Ferrer (¡Corten! y La maldita primavera) en su cuenta de Instagram, refiriéndose al testimonio recogido por EL PAÍS de víctimas de Pérez Santana que relataron que, el sábado, el productor les “besaba en la boca y el cuello” y les “tocaba el culo”.

Ferrer añade en su mensaje: “Este es su modus operandi. Conmigo estuvo dos ocasiones así durante toda la noche. Y todo el rato preguntándome qué tenía que hacer para follar conmigo. Y, como le conocía, generaba situaciones muy incómodas. La primera vez pensaba que se le había ido la olla. La segunda, ya me enfadé”. Y lamenta: “Entre maricones, el acoso está muy invisibilizado”.

Las historias relatadas a este periódico conforman una imagen simple y machacona. Un hombre bien asentado en una industria en la que los contactos y las relaciones que se forjan en fiestas, y otros eventos que no dejan de ser de trabajo, son todo. Festivales de cine, entregas de premios, estrenos. Un momento en que la profesionalidad pasa a un segundo plano. Insinuaciones, tocamientos sin previo aviso, a veces interrumpiendo conversaciones, colándose en grupos, reincidiendo ya según avanza la noche. La mano dentro del calzoncillo ajeno, la lengua por el cuello, la boca abierta al besar. Una sonrisa, si acaso, al despegarse de la víctima. Eso sí, nunca con intimidación.

El productor Javier Pérez Santana, a la salida del Juzgado de Instrucción número 6 en funciones de guardia de Zaragoza, el domingo.
El productor Javier Pérez Santana, a la salida del Juzgado de Instrucción número 6 en funciones de guardia de Zaragoza, el domingo.Toni Galan (EFE)

Gente, generalmente (pero no solo) más joven y menos asentada, que no sabe cómo reaccionar. “Es que recuerdo quedarme totalmente pillado después de que ese tío me comiera la boca”, apunta un trabajador de la industria, de poco de más de 30 años, que se vio en esta situación el año pasado y que prefiere no revelar su nombre. “No sabes cómo reaccionar, cuando te quieres dar cuenta, ya ha pasado y lo que sientes es alivio porque se está yendo. No te paras a pensar en la magnitud de lo que acaba de ocurrir”.

Es una imagen peligrosamente común en el ocio nocturno español y especialmente protegida en un microcosmos como el cine, donde quien denuncia se ve expuesto a ser aislado. Los relatos terminan ―cuando se describen para EL PAÍS, al menos― con un desenlace común: “Pero no pongas mi nombre ni dónde era” o “es que mi amigo tiene miedo de hablar”.

El escritor y periodista Bob Pop ha recordado, hablando para la Cadena SER el lunes por la mañana, su experiencia en la fiesta del sábado tras la entrega de los premios Feroz en Zaragoza: “Cuando vi la foto del acusado, recordé que a mí me acosó porque vino tres veces a intentar comerme la boca, mientras yo intentaba esquivarle como podía”, ha dicho. Y, sobre la cultura que tolera estos incidentes, ofrecía esta reflexión: “¿Qué pasa? Que yo nunca pensé que eso se podía denunciar. Pensé: ‘Bueno, me ha tocado mi cuota de borracho baboso que te toca en todas las fiestas y te aguantas’. Qué maleducados estamos, en mi generación, en mi cultura, que asumimos que eso es lo normal. Lo que me parece un avance enorme es que ya no tengamos que asumir que lo es”.

Fue una mujer, actriz, quien convirtió la comidilla de Pérez Santana en denuncia por acoso sexual la madrugada del 29 de enero. Pérez Santana fue detenido y puesto en libertad el lunes, tras declarar ante el juez. Entre medias, los grupos de WhatsApp de la industria, las redes sociales de los trabajadores del cine afectados por el productor, han estado echando fuego. En palabras de uno de ellos: “El silencio ya no es una opción”.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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