El 33% de los niños en España, en riesgo de pobreza: “Le rompieron las gafas y no podíamos pagar otras”
La pandemia ha incrementado la vulnerabilidad de los menores pese a las medidas protectoras impulsadas por el Gobierno, advierte la Plataforma de Infancia
Sisi Condori e Ivan Camacho tenían pensado desde hace años ahorrar para pagar la entrada de un piso. Un piso que sería para ellos dos y sus tres hijos. La pareja boliviana, de 44 y 41 años respectivamente, llegó a España hace 17 y ahora vive en Fuenlabrada (Madrid). La pandemia se llevó sus ahorros y la posibilidad de comprar una casa, entre otras cosas. Iván antes cobraba 1.200 euros mensuales en la construcción, pero hace poco más de un mes que está en el paro, y la familia subsiste con ese dinero y las prestaciones de alrededor de 150 euros que perciben por la discapacidad de sus dos hijos mayores. Precisamente para asegurarles un futuro hogar querían el piso. Ahora, casi no llegan a fin de mes.
La crisis social y económica provocada por la pandemia de la covid-19 ha impactado en mayor medida en los niños y jóvenes. Un 33% de los niños, niñas y adolescentes que viven en España lo hace en riesgo de pobreza y exclusión social, cinco puntos porcentuales más que la media de la población, según un estudio de Plataforma de Infancia. El análisis de la plataforma, formada por más de 70 organizaciones, parte de los datos de 2021 de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), que publica anualmente el Instituto Nacional de Estadística y utiliza el indicador AROPE de la estrategia Europa 2020, que la Unión Europea propuso para evaluar el riesgo de pobreza y exclusión social.
El mediano de los hijos de Sisi, de 14 años, está diagnosticado de Asperger y lleva gafas. “Tres compañeros de su instituto le gritaron y empujaron y le rompieron las gafas. No podíamos pagar otras”, relata Sisi. Ahinara, la pequeña de 10 años, tiene un trastorno del lenguaje y necesita ir a un logopeda. “Pero dos sesiones de 45 minutos cada una a la semana eran 170 euros”, expresa la madre. Encontraron la solución a ambos problemas gracias a asociaciones sin ánimo de lucro.
Obesidad y salud bucodental
Las tasas de obesidad, de problemas de salud bucodental o de vista se agravan en los niños más vulnerables, porque los padres o adultos a cargo no los pueden abordar. Según indica el informe, el 6% de los niños no pudo acudir al dentista cuando lo necesitó, el 18% en el caso de los más pobres. De todos ellos, el 76% no fue porque no puede pagarlo. Pero la salud no es el único problema. “En los casos severos se produce una transmisión intergeneracional de la pobreza. Es decir, que estos niños seguirán siendo pobres cuando crezcan porque van a disfrutar de menos oportunidades”, explica Ricardo Ibarra, director de Plataforma de Infancia. Los menores con pocos recursos son más propensos a dejar los estudios, a sufrir fracaso escolar o a acceder a empleos más precarios.
“Se temía que con la pandemia hubiera un incremento sustancial de la pobreza infantil, y es cierto que se ha producido. Pero la puesta en marcha de medidas como el Ingreso Mínimo Vital (IMV) o el complemento a la infancia han permitido paliar el impacto, que hubiera sido mucho mayor sin ellas”, desarrolla Ibarra. Por ejemplo, el porcentaje de hogares con baja intensidad de empleo ―aquellos en los que las personas en edad de trabajar sólo pudieron hacerlo en un 20% de su potencial― es el más bajo de los últimos 10 años, una “consecuencia directa de la aplicación de los ERTE”, según recoge el análisis. El número de casas que han recibido ayudas y prestaciones a la familia aumentó casi tres puntos porcentuales tras la pandemia, aunque el 7,2% actual está muy lejos del 12% que recibió prestaciones en 2010.
Las medidas protectoras no han podido evitar, aún así, un aumento de las tasas de riesgo de pobreza. “Hay que poner en marcha muchas más para que España deje de tener unas tasas tan altas de pobreza infantil, que ya lo eran antes del coronavirus. Tenemos un problema estructural que no estamos afrontando”, asegura Ibarra. El director de la plataforma indica que la tasa de pobreza infantil no ha bajado del 20% en los últimos 20 años en España. “La media europea de inversión en ayudas a infancia y familias es del 2,4% del PIB, y en España es el 1,3%, unos 10.000 millones de euros menos de lo que deberíamos para un país con una capacidad económica como el nuestro”, explica. Los países que más invierten son Alemania (3,4%), Luxemburgo y Dinamarca, ambos un 3,3% de su Producto Interior Bruto.
“Ahora resulta que los huevos y la leche son un lujo”, lamenta Sisi. Un 5% de los menores de edad, los más vulnerables, no puede permitirse acceder a una alimentación equilibrada, según el informe. Hugo, el hijo mayor, que tiene 18 años y va a un centro de atención especial, necesita consumir leche sin lactosa. “Siempre de marca blanca, antes nos costaba cerca de 80 céntimos, ahora 1,30 euros. Parece una tontería, pero se nota mucho”, expresa. La madre cuenta que nunca han ido muy holgados, pero que antes se podían permitir ahorrar unos 200 euros al mes. “Ahora nada de nada”, dice. Un 36,9% de los menores de edad vive en hogares que no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos, y casi la mitad de los menores de 18 años, el 49%, vivía el año pasado en un hogar con dificultades para llegar a fin de mes.
La desventaja económica de las familias con bajos ingresos también impide la participación de sus niños en actividades deportivas, culturales y extraescolares, lo que afecta a su desarrollo educativo y social. Tampoco pueden permitirse el ocio. Un 32% de las familias con niños y adolescentes menores de 18 años no puede irse de vacaciones al menos una semana al año. A Sisi y a Iván, por ejemplo, les gustaba salir una vez a la semana a tomar un helado o dar una vuelta con sus hijos, aunque ahora ya no pueden hacerlo. “Y las vacaciones nunca han sido una prioridad para nosotros”, afirma Sisi.
Posibles soluciones
Mientras que las medidas protectoras contra la pandemia del Estado lograron reducir la tasa de hogares en riesgo de pobreza en 2020, el porcentaje de familias en situación de pobreza severa avanzó ligeramente, y en el 2021 experimentó un incremento de un punto porcentual. “El Ingreso Mínimo Vital está muy centrado en paliar la pobreza más severa. Es muy beneficioso, pero a la vez está muy limitado, porque necesitamos ayudas para reducir la pobreza general o prevenir que haya familias que entren en situación de pobreza debido a un cambio familiar o la inflación”, explica Ibarra.
Uno de los objetivos que proponen las asociaciones de infancia es llegar a ayudas más generales, como un apoyo a la crianza para todos los niños y niñas. “La ley de familias es una buena noticia, casi todos los países de la UE tienen ayuda a la crianza, independientemente de la renta. Aquí en España no hay nada de eso”, añade el director de Plataforma de Infancia.
Además, plantean incrementar la inversión actual del 1,3% del PIB en protección de la infancia y las familias, mejorar el acceso y eliminar las barreras para optar a las ayudas públicas. También, garantizar un sistema de educación y atención de la primera infancia universal, gratuito, inclusivo y de calidad, porque el 23% de las familias con niños de cero a tres años no tuvieron cobertura o asistencia en centros de educación preescolar o infantil en 2021. “Necesitamos dar una cobertura mucho más amplia, desarrollar el Estado de bienestar. Tenemos la capacidad de asegurar el acceso a la educación infantil para todos los niños”, concluye Ibarra.
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