Sánchez Saus, propagandista católico: “Conseguir que los hijos vayan a misa es casi heroico”
La asociación que regenta universidades como la San Pablo CEU denuncia en su congreso anual un plan para destruir las raíces cristianas
“Si somos hombres de acción, seremos optimistas y generosos, porque Dios no bendice los lamentos, sino los sacrificios y los trabajos”. Con esta frase del fundador, en 1908, de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), el jesuita Ángel Ayala, cierra su manifiesto el 24 Congreso Católicos y Vida Pública, celebrado a lo largo del fin de semana en la Fundación Universitaria San Pablo CEU con el título Proponemos la fe. Transmitimos un legado. Sin embargo, los conferenciantes han rebosado preocupación y pesimismo ante el asedio al que, en su opinión, está sometido el cristianismo por corrientes antropológicas y espirituales que ignoran o combaten las raíces cristianas. Ese estado de ánimo lo resumió el director del congreso, Rafael Sánchez Saus, en la tribuna de oradores y ante la prensa. “El cristianismo no tiene ya cabida como digno de tenerse en cuenta. Antes, los niños crecían inmersos en una sociedad cristiana. Hoy, conseguir que los hijos vayan con los padres a misa es casi heroico”.
Sánchez Saus, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Cádiz, no culpa a nadie en concreto de esta pérdida de la transmisión del legado cristiano. “Es parte de un proceso de desafección hacia el cristianismo que viene produciéndose desde hace años y que poco a poco va consiguiendo erosionar ese legado, lo tergiversa, lo manipula y lo hace un elemento al que la gente no quiere vincularse”.
El manifiesto proclama que la crisis de la Iglesia no es de los jóvenes, sino de los adultos. “Se requiere un cambio en nuestra forma de vivir y transmitir [nuestras creencias] con alegría. Ante la fatiga y los pesares, que los hay, nada más opuesto al esperar cristiano que la hibernación de espíritu. La esperanza no se aguarda, sino que se vive en actitudes para edificar el bien común con fidelidad creativa, conscientes de la grandeza que hemos recibido”.
La ACdP es el mayor grupo educativo privado en España, con universidades en Madrid (CEU San Pablo), Valencia (Cardenal Herrera) y Barcelona (Abat Oliba), y varias decenas de colegios e institutos. El manifiesto subraya esa faceta, como la tarea en la que se juegan todo. “En un mundo perdido en el relativismo moral, la escuela católica debe enseñar que la Verdad existe. El objetivo de un centro católico es transmitir a Cristo. No basta la educación en valores; es necesaria la educación moral y en virtudes”, proclama.
Los propagandistas se creen sometidos “a un tiempo de prueba, en el que el desconcierto y una desconfianza generalizada lo empapa casi todo”. Dos de sus conferenciantes, el estadounidense Richard Reinsch, director del centro B. Kenneth de Estudios Estadounidenses de la Heritage Fundation, y el chileno José Antonio Kast, presidente de Political Network Values, fueron más radicales.
La visión de las sociedades actuales, también la española, está en el título de la conferencia del primero: Cristiandad y ciudadanía en tiempos de barbarie. Desde la idea de que existe un plan de destrucción total de la sociedad tal como ha sido modelada por el cristianismo, Reinsch hizo el recuento de los males: se derriban estatuas, se abren tumbas, la gente niega su propia historia y desde el poder quieren quitarnos nuestras raíces con métodos de barbarie, opresión, discriminación, agravios e, incluso, con las ideologías de género. “Enfrente estaba Dios, pero el actual proyecto antropológico es hacerlo irrelevante”, sentenció
José Antonio Kast, el candidato más votado en la primera vuelta de las pasadas elecciones presidenciales en Chile, finalmente derrotado por el izquierdista Gabriel Boric, se quejó de que no han sabido defender con la fuerza suficiente la familia, el matrimonio, el derecho a la vida o la educación. “Nos han arrebatado la educación de nuestros hijos desde el Estado”.
Sobre el papel de los cristianos en Europa ante la crisis antropológica y espiritual habló, con ese título el archiduque Imre de Habsburgo-Lorena, presidente de European Fraternity y biznieto del último emperador de Austria y Hungría, Carlos I, beatificado por Juan Pablo II en 2004. “Europa ha sido despojada de su esencia cristiana, pero no debemos tener miedo de ser signo de contradicción. El obstáculo más fuete ante la actual crisis somos los cristianos”, sentenció.
Fuera de Google
Los propagandistas católicos viven alarmados porque ven peligrar su libertad de movimiento en la sociedad europea. Les ha sucedido semanas atrás, cuando el departamento de marketing del CEU quiso publicar un anuncio de la convocatoria del congreso anual y Google lo rechazó con esta contundencia: “Entidad no apta. El anuncio no se puede publicar”. El texto enviado por el CEU era muy simple: con la imagen de cuatro manos con las palmas en forma de concha de mar, solo incluía el nombre de los organizadores, el título del congreso y un “¡te esperamos!”. El CEU supone, con sorpresa y disgusto, que es la palabra católicos la que Google considera “no apta”.
El departamento de comunicación de Google explica sus motivos en un largo texto, con las normas que deben cumplirse para insertar en la red “publicidad personalizada”. En el caso del anuncio del CEU, el rechazo fue por contener lo que califica como “acontecimientos sensibles”. La primera norma, como es lógico, exige que los anuncios “deben satisfacer las leyes”. Tampoco se permiten anuncios con usuarios menores de 13 años, la publicidad de medicamentos o la recluta de personas para ensayos clínicos.
Sobre las creencias de las personas, el catálogo de restricciones de Google sostiene que se trata de asuntos “profundamente personales”, que dependen en gran medida de la diversidad de las normas culturales, la geografía, la historia y las experiencias vitales. “Las creencias de una persona o la forma en la que esta se identifica se puede usar para segmentar a los usuarios según juicios o estigmas”, concluye.
El responsable de marketing operativo del CEU, Pablo Rodríguez Sierra, recibió con perplejidad el veto al anuncio del congreso. “Para entidades con nuestra tradición y valores cristianos, estas políticas nos resultan cada vez más restrictivas y nos dificultan poder proponer y difundir nuestros servicios formativos a la sociedad. Google es un canal fundamental en las estratégicas de comunicación actuales y este tipo de políticas nos penaliza y dificulta conseguir nuestros fines fundacionales”, dijo a EL PAÍS.
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