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La justicia de Castilla y León absuelve a un cura y a su hermano al cuestionar la credibilidad de una víctima de abusos por su discapacidad

La Audiencia Provincial de León impuso una pena de dos años y tres meses de cárcel al sacerdote y cuatro años y medio a su familiar. El Tribunal Superior de Castilla y León considera ahora que “el nivel significativo de deterioro intelectual” del denunciante no permite dar verosimilitud a su testimono

Julio Núñez
Abuso sexual joven con discapacidad en León
Iglesia de San Andrés Apóstol, en Carrizo de la Ribera.

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El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha absuelto a un cura jubilado de León y a su hermano de un delito continuado de abusos sexuales contra un joven con discapacidad al considerar que “el nivel significativo de deterioro intelectual” del denunciante no permite dar verosimilitud a su testimonio y, por consiguiente, condenar a los acusados. Los hechos juzgados sucedieron en Carrizo de la Ribera (León) cuando el joven tenía 26 años, entre abril y septiembre de 2018, momento en el que interpuso una denuncia. La Audiencia Provincial de León señaló a comienzos de octubre que la versión de la víctima era “creíble” y que era “una auténtica prueba de cargo suficiente para quebrar la presunción de inocencia de los procesados”. Por ello, condenó al sacerdote a dos años y tres meses de cárcel y a su familiar, a cuatro años y medio. También a pagar “conjunta y solidariamente” una indemnización de 6.000 euros por daños morales. Los condenados recurrieron la sentencia alegando que la víctima “busca dinero” y que se ha inventado todo. El TSJCyL, en menos de un mes y medio, les ha dado la razón y ha tumbado la resolución de la Audiencia. La sentencia no es firme y ambas partes pueden recurrir ante el Tribunal Supremo.

El presidente del TSJCyL, José Luis Concepción, argumenta que es “arriesgado otorgar una alta credibilidad” al relato de la víctima “al existir contradicciones en el mismo”, como cuando describe los abusos que sufrió, que supuestamente iban desde besos hasta penetración anal. Concepción es conocido por sus polémicas declaraciones sobre la Ley de Memoria Democrática, que tildó de “perversa” en 2019, y sobre la gestión de la pandemia, cuando acusó al Gobierno de ocultar las muertes por coronavirus.

El alto tribunal achaca a la Audiencia no haber evaluado “las consecuencias que puede acarrear un intelecto como el examinado, capaz de fabular una historia acoplándola a la realidad y creyendo haber sido el protagonista de la misma, sustituyendo de ese modo la veracidad de lo sucedido por lo representado en su propia imaginación”. Del mismo modo, el TSJCyL también se ampara en las declaraciones de un testigo, propietario de una tienda de reparaciones del pueblo, que dice que el joven frecuentaba mucho el establecimiento y no lo dejaba trabajar porque le hablaba de temas sexuales. Afirma que el denunciante tenía “una imaginación desbordante”. “[El testigo] concluye que iba buscando aventuras y era recurrente en esos temas; que una vez le dijo que si lo llevaba a ver a una prostituta a Ponferrada [León]; por lo que consciente o no de la maldad que encerraban estos temas, lo que sí que parece demostrar es una cierta desinhibición con todo lo relacionado con el sexo”, dice la sentencia.

La diócesis mantiene apartado al clérigo desde que se interpuso la denuncia, aunque ha reclamado desde entonces que se respetase la presunción de inocencia. El clérigo no era el párroco del pueblo (de unos 2.335 habitantes), aunque sí residía allí junto a su hermano en el momento de los hechos denunciados y ofrecía sus servicios de forma esporádica, dado que estaba jubilado, en varios municipios de la montaña occidental de Las Omañas. Por lo que simplemente abandonó esos menesteres. El obispo abrió entonces un proceso canónico, que aún sigue abierto. Pese a la absolución del TSJCyL, la diócesis no ha declarado si el clérigo volverá a dar misa. “Todavía no hay ninguna decisión sobre la reincorporación a la actividad pastoral del sacerdote”, ha afirmado a EL PAÍS una portavoz.

El relato del denunciante

El denunciante señala que los abusos comenzaron en abril de 2018, cuando el sacerdote entabló amistad con la víctima y empezó a llevarla con frecuencia a una finca que compartía con su hermano en el paraje de Valdemarsen, dentro del término municipal de la localidad, donde los ahora condenados tenían colmenas, perdices, cangrejos y peces. A la víctima “le gustaban mucho los animales y se divertía pescando y cogiendo cangrejos”, relata la sentencia. El joven comenzó a contarle confidencias al sacerdote, sobre sus problemas familiares y preocupaciones.

Siempre según la versión del joven, el sacerdote empezó a tocar sus partes con la excusa de “prepararlo para cuando tuviera novia y pudiera tener hijos”, le dijo que no podía contárselo a nadie porque estaba bajo “secreto de confesión”. Le aseguró que “le iba a buscar una residencia donde hubiera muchas chicas con las que pudiera tener relaciones sexuales” y que “lo iba a incluir en su testamento y a regalarle algún animal”. Durante esa misma primavera, relata el chico, el hermano del clérigo lo invitaba a su domicilio, ubicado encima del estanco que regentaba en la localidad, y lo obligaba a que se recostase con él en la cama para masturbarlo.

Tras estos supuestos hechos, el joven se volvió más agresivo, sufrió trastornos alimenticios y de sueño. Finalmente, le contó los abusos de los que estaba siendo víctima a uno de sus tíos. La familia denunció los hechos el 12 de septiembre y llevó a la víctima a urgencias. La Guardia Civil detuvo ese mismo día a los acusados, aunque a continuación fueron puestos en libertad con cargos. Los ahora absueltos fueron “explorados” por médicos forenses, que emitieron un informe mental de cada uno de ellos donde señalaban “que ninguno de ellos padece alteraciones o enfermedades mentales que afecten a sus capacidades intelectivas”.

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