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Biden afirma no haber sido consciente de la gravedad de la escasez de leche infantil hasta abril

La Casa Blanca confirma el cuarto flete de suministros de leche maternizada. La carga, procedente de Australia, se suma a envíos llegados de Alemania, Francia y el Reino Unido

María Antonia Sánchez-Vallejo
Llegada de segundo avión con fórmula infantil a Virginia, EE UU
Dos operarios desembarcan la carga del segundo avión fletado, el 25 de mayo en el aeropuerto de Dulles (Virginia).JIM LO SCALZO (EFE)

El presidente de EE UU, Joe Biden, ha admitido este miércoles no haber sido consciente de la crisis de desabastecimiento de leche infantil hasta primeros de abril, dos meses después de que el cierre de una fábrica del principal fabricante, los laboratorios Abbott, acelerase una escasez que se arrastraba desde 2021. En una mesa redonda con representantes de la Administración y del sector, el mandatario explicó: “Reparé en la dimensión del problema en algún momento a principios de abril. Hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance a partir de ese momento”, dijo. “No creo que nadie haya podido anticipar el impacto del cierre de una instalación”, dijo, en referencia a la fábrica de Sturgis (Míchigan) de Abbott, decretado después de que la FDA (siglas en inglés de la agencia federal de Alimentos y Medicamentos) detectase indicios de contaminación en las líneas de producción. Cuatro bebés enfermaron, y dos de ellos murieron, tras consumir leche de esa marca.

La crisis de desabastecimiento de fórmula infantil (leches maternizadas para lactantes) es desde hace semanas un quebradero de cabeza más para la Administración demócrata. La Casa Blanca ha confirmado este miércoles el cuarto flete de la operación Fly Formula, dos vuelos procedentes de Australia con un total de 4,6 millones de botes de leche infantil a bordo. La carga, que llegará a aeropuertos de Pensilvania y California la semana próxima, se suma a los dos millones de envases que desde el Reino Unido contribuirán a paliar una crisis que dura meses y que golpea especialmente a familias de bajos ingresos. La consigna de la Casa Blanca es clara: reponer cuanto antes los estantes de los supermercados y las farmacias.

Biden recurrió hace apenas dos semanas a una ley de seguridad nacional de tiempos de la Guerra Fría para agilizar la llegada de suministros al país, con la adopción de dos medidas principales, la relajación de los requisitos de la FDA (principal regulador) y por tanto de los trámites aduaneros, y el establecimiento de un puente aéreo, en colaboración con la Fuerza Aérea, para importar existencias con celeridad. Los dos primeros aviones llegaron desde Alemania la semana pasada, siendo recibido el último de ellos en la pista por la primera dama, Jill Biden, un gesto que subraya la importancia que la Casa Blanca otorga al problema. A bordo llegó a EE UU el equivalente a 1,5 millones de botellas de 8 onzas (unos 225 gramos) de fórmula infantil, cuya composición había sido previamente homologada, por la vía de urgencia, por el regulador.

Después de Nestlé y Danone, que han tomado la delantera, los fabricantes de fórmula infantil de todo el mundo exploran las oportunidades derivadas de la liberalización de los trámites de ingreso. Después de que Bubs Australia cerrara su primer acuerdo con la FDA la semana pasada para enviar 27,5 millones de botes, varias empresas del ramo en Nueva Zelanda, incluida Fonterra, el mayor exportador de lácteos con una cuota del 30% del mercado global, contemplan seguir sus pasos. Fonterra tiene una amplia presencia en América Latina.

Con estas medidas, Biden aspira a apagar rápidamente un fuego que se añade a la presión continuada de la inflación y las consecuencias del gran atasco global en las cadenas de suministro, cuando faltan poco más de cinco meses para las decisivas elecciones de mitad de mandato, en las que los demócratas se juegan su precaria mayoría. De ahí que las comunicaciones de la Casa Blanca sobre el abordaje de la crisis láctea, que ha dejado sin existencias a casi la mitad del mercado, sean prácticamente diarias. Este miércoles, han confirmado también el tercer flete de la denominada Operation Fly Formula, que transportará en las tres próximas semanas a los principales aeropuertos de EE UU un total de dos millones de botes de fórmula procedente del Reino Unido.

Cómo la primera economía mundial se ha visto sumida en una crisis de desabastecimiento semejante se explica, en parte, por la composición del mercado de leche infantil: un oligopolio en el que cuatro empresas se reparten las ventas. La más importante de ellas, los laboratorios Abbott, se vio obligada a suspender prácticamente su actividad en febrero con un grave impacto en el mercado, pues su producción representaba casi la mitad del volumen de negocio del oligopolio. EE UU era hasta ese momento autosuficiente, con un 90% de la producción total. Pero la crisis venía arrastrándose ya desde 2021, por las interrupciones en la cadena de suministros global. El desabastecimiento afecta especialmente a familias que dependen de un programa de refuerzo de la salud materno-infantil conocido como WIC, en sus siglas inglesas, que establece contratos muy estrictos entre fabricantes y los correspondientes Estados. Esta rigidez administrativa también agravó la escasez, que eclosionó en mayo.

Miles de padres y madres desesperados se lanzaron entonces en busca de leches sustitutivas para sus bebés, mientras otros optaban por fórmulas caseras contra cuyo consumo previnieron las autoridades sanitarias. La Casa Blanca ordenó el mes pasado al Departamento de Justicia que fiscalizara los abusos de mercado (precios desorbitados, acaparamiento, engaños por internet, etcétera). Los bancos de leche han registrado en las últimas semanas picos de actividad inéditos, como solución alternativa. “Aunque nuestra prioridad es proporcionar leche a los bebés prematuros, los bebés nacidos a término también pueden recibir leche de donante con receta, siempre que tengamos disponibilidad”, explica Linda Harelick, directora ejecutiva del Banco de Leche de Nueva York. “Estamos viendo un gran apoyo por parte de las madres que quieren donar su exceso de leche. En un día normal, podemos gestionar una o dos solicitudes, y ahora se han disparado a más de 20. Además, desde principios de año, las consultas para recibir leche se han más que duplicado. Es una situación sin precedentes y estamos haciendo todo lo posible para ayudar a los bebés”.

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