Los botellones y las fiestas sin medidas de seguridad toman las calles en el fin del estado de alarma
Miles de personas son desalojadas en Barcelona, la policía hace 450 intervenciones en Madrid y hay 16 detenidos en Palma. Sevilla, Valladolid y las capitales vascas no registran incidentes graves
La primera madrugada sin estado de alarma se ha vivido en muchas partes de España como una gran fiesta, una Nochevieja adelantada a mayo con botellones en las principales plazas, en muchos casos a voz en grito y sin medidas de seguridad. Y eso a pesar de que los datos siguen siendo preocupantes. Aunque la incidencia en España comenzó a caer esta semana, la tendencia todavía es muy débil, después de otras dos semanas de estancamiento. El viernes, último día con datos oficiales, había en todo el país una media de 198 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, lo que según el semáforo del Ministerio de Sanidad (entre otros indicadores) supone un “riesgo alto”. Y cinco comunidades autónomas (Madrid, Cataluña, Navarra, Aragón y País Vasco, además de Melilla) superan los 250, lo que equivale a “muy alto”. En las calles no se recordaban esos datos.
En Madrid, la fiesta se adueñó de la Puerta del Sol y la policía hizo 450 intervenciones; en Barcelona, fueron desalojadas 6.500 personas de distintas plazas. La noche deja 16 personas detenidas en Palma y cuatro agentes de la Policía Nacional heridos de diversa consideración en una concentración no autorizada contra el toque de queda. No ha habido incidentes reseñables en Madrid, Valladolid, Salamanca, las capitales vascas o Sevilla, pero sí escenas que evidencian la falta de control y distancia contra el virus. “Son imágenes lamentables”, ha dicho este domingo el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.
El final de las restricciones en la capital española tuvo la Puerta del Sol como uno de sus escenarios. Es la plaza más emblemática de la noche del 31 de diciembre. En esta ocasión, en lugar de uvas, hubo latas de cerveza. Varios cientos de personas se congregaron allí para festejar por todo lo alto el entierro del toque de queda aunque Madrid siga bajo la pesada losa de una incidencia acumulada de 317 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Eso supone alto riesgo.
A los lateros les sobraban clientes ante tanto gaznate seco de cantar y gritar. Lo más coreado, sin duda, “¡Libertad!”. Varias decenas de agentes de la Policía Municipal se afanaron en barrer la calle de ciudadanos a partir de las once de la noche. A esa hora se imponía por última vez el toque de queda y había que cerrar bares y restaurantes. “Ahora empieza la hora de los botellones”, señalaba el conductor de un coche patrulla de los municipales en el acceso a Sol desde la calle del Correo. No preveía la que se avecinaba. “Este es nuestro bastión”, justificaba junto al edificio de la presidencia de la Comunidad dando por hecho que aquello no iba a desmadrarse. Con todo, en Sol hubo farra pero no disturbios.
La Policía Nacional ha confirmado este domingo que no ha habido incidentes graves en la capital de España. Ni detenidos, ni cargas policiales, ni heridos. Lo único reseñable ocurrió en un bar en el barrio de Chamberí, donde había unas 20 personas en el interior y, cuando los agentes han intentado entrar, el dueño ha echado el cierre. “Les han lanzado vasos a los agentes y propinado varias patadas”, dice el informe policial. Los clientes han aprovechado en ese momento para salir por una puerta trasera. La Policía Municipal, por su parte, asegura que todavía no tiene estadísticas de los incidentes producidos durante la noche.
“La libertad no consiste en infringir las normas”, ha dicho el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. “Son actuaciones que desde el Ayuntamiento tenemos que condenar. Hay que recordar que los botellones no están permitidos”, ha recalcado. Ha explicado que se puso un dispositivo adicional de refuerzo de 200 policías municipales y ha agradecido la colaboración de la Delegación de Gobierno. “Lo más problemático fue en la plaza del Dos de Mayo, también en las cercanías del Instituto Anatómico Forense y del Wanda Metropolitano. Estamos hablando de más de 450 intervenciones que se produjeron ayer por la Policía Municipal en la ciudad de Madrid”, ha desgranado Martínez- Almeida.
En Barcelona, el ruido llegó pasados unos minutos de la medianoche al paseo marítimo de la Barceloneta. La noche fue tal y como había previsto el Ayuntamiento: botellones, aglomeraciones, música, bailes y excesos al aire libre a pesar de los esfuerzos de la Guardia Urbana, que tuvo un refuerzo especial con un incremento del 30% de su servicio. La policía se dedicó las primeras horas de la noche a dispersar los grandes grupos. “Máximo seis personas, por favor”, pedían. Su misión fue imposible desde el principio. Las fiestas que se sucedieron en diferentes puntos de la ciudad fueron como un monstruo de mil cabezas. Se regeneraban cada vez que las diseminaban.
Los cuerpos de seguridad dispersaron dos veces la macrofiesta que se originó en la playa, y dos veces se volvió a festejar. Los jóvenes casi ni rechistaban ante el avance de los cordones policiales. Se iban con su copa en la mano, y regresaban al cabo de poco. Alguno tiraba del clásico de Eskorbuto “Mucha policía, poca diversión”, aunque tuvo más tirón Bella Ciao, en modo tímida resistencia antipolicial.
El Ayuntamiento de Barcelona ha informado este domingo que la Guardia Urbana, en colaboración con los Mossos d’Esquadra, ha desalojado cerca de 6.500 personas de 31 espacios distintos de la ciudad esta madrugada. Las grandes concentraciones se produjeron en lugares como las plazas del barrio de Gràcia, Arc de Triomf y la playa del Bogatell. El teniente de Seguridad del Ayuntamiento, Albert Batlle, ha declarado en la radio que “las imágenes pueden ser preocupantes por ser actos de absoluta irresponsabilidad” y ha hecho un llamamiento a la prudencia.
En Palma, la madrugada del domingo ha dejado 16 personas detenidas, incluido un menor de edad, y cuatro agentes de la Policía Nacional heridos de diversa consideración después de que una concentración no autorizada contra el toque de queda, las vacunas y las mascarillas provocase disturbios en el centro de la capital. Alrededor de 300 personas, según la policía, se concentraron pasadas las once de la noche de forma ilegal en la plaza de España gritando consignas contra el toque de queda y la campaña de vacunación. A pesar de los llamamientos de la policía para disolver el encuentro, lanzaron adoquines, botellas y piedras a los agentes que se desplegaron en la zona. Finalmente la policía cargó contra los manifestantes y se produjeron numerosos destrozos en el mobiliario urbano, en las calles aledañas y en vehículos aparcados en la zona. Cuatro agentes resultaron heridos de diversa consideración. Los 15 arrestados ―excepto el menor― pasarán el domingo por la tarde a disposición judicial en el juzgado de guardia de la capital balear.
En Sevilla, la gente ha abarrotado las terrazas, aunque sin incidentes destacados y sin que haya trascendido detenciones. En la capital andaluza, la fiesta se prolongó más allá de la medianoche, hora de cierre de los bares, porque a partir de ese momento y hasta las dos de la mañana podían abrir las discotecas y los bares con licencia de música, aunque con las mismas restricciones de aforo que cualquier otro bar. Las pistas no estaban abiertas. En la Alameda de Hércules, en el centro de la ciudad, las personas que llegaban desde primera hora de la tarde ―siguiendo la tradición del tardeo en los veladores que se ha implantado durante el toque de queda― rompieron en aplausos a las 23.00 para celebrar el fin de las restricciones. Un grupo de italianos se arrancó a cantar el Bella Ciao acompañado de una charanga.
En Castilla y León, Salamanca ha sido la capital con más avisos al teléfono de emergencias 112, con casi medio centenar de llamadas por ruidos y una decena por botellones o aglomeraciones sin distancia de seguridad. A media noche, cerca de medio millar de personas se concentraban en la plaza Mayor de la capital y de allí trasladaban la fiesta a diversas zonas de la ciudad, en especial, al Puente Romano.
Cinco minutos después de la medianoche del domingo, un grupo de jóvenes bebía unas cervezas en una zona poco concurrida de Valladolid. El simbolismo de disfrutar de la “libertad” desde el primer minuto les empujó a bajar a la calle. “Está mal, lo sabemos, sí”, admite una de ellas junto a su perro Nebu. El grupo, que pide anonimato, asume que han hecho “cosas mal”, pero insisten en que necesitaban esa diversión para salir del hastío de las restricciones. Su plan era tomar una copa y subirse a casa, pero no descartaban ir a un after después.
Varios grupos de chavales caminan hacia la zona de Moreras, un enorme parque junto al río Pisuerga que sirve como escenario de botellones. La afluencia va creciendo mientras suena reguetón y se ven botellas, con sus portadores ajenos a la policía que patrulla pero, de momento, no actúa. Néstor y David, de 16 años, celebran la sensación de que “por fin no hay prisa” y pueden salir sin agobios.
La gente llega a Moreras incluso en bicicleta. El francés Hugo Titerac, de 21 años, espera poder disfrutar de su Erasmus en Valladolid, una ciudad que le “gusta muchísimo” pero que ha vivido entre restricciones. “El mes pasado trabajé muchísimo y quiero desconectar ahora”, relata con una cerveza en la mano. “Me apetece pasarlo bien por fin”.
Euskadi ha celebrado la nueva etapa con múltiples fiestas y celebraciones callejeras en las tres capitales vascas y muchos municipios, aunque sin incidentes reseñables, según confirma la Ertzaintza. En Vitoria y Bilbao centenares de jóvenes se reunieron a partir de la medianoche en la zona centro y tiraron algunos cohetes. Varios dispositivos puntuales de la policía vasca impidieron que en municipios como Getxo se celebraran botellones masivos. Tampoco se produjeron atascos reseñables en la autovía que une Bilbao y Cantabria, aunque el tráfico hasta las dos de la mañana fue denso en algunos momentos. Miles de vizcaínos tienen segundas residencias en pueblos como Castro Urdiales o Noja.
Información elaborada por: Luis de Vega, Eva Sáiz, Lucía Bohórquez, Juan Navarro, Bernat Coll, Pedro Gorospe y Berta Ferrero.
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