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Brasil cierra marzo con 66.000 muertos, el mes más mortífero de la pandemia

Los fallecimientos se acercan a los 4.000 diarios sin un plan de implantar una cuarentena nacional. El Gobierno y el Congreso impulsan iniciativas que permitan la compra privada de vacunas

Beatriz Jucá
Manifestación registrada el 26 de marzo en Brasilia contra el presidente Jair Bolsonaro por la gestión contra la pandemia de covid-19.
Manifestación registrada el 26 de marzo en Brasilia contra el presidente Jair Bolsonaro por la gestión contra la pandemia de covid-19.EVARISTO SA (AFP)

Brasil cierra el mes de marzo como el más letal por covid-19 desde el inicio de la epidemia: 66.000 fallecidos y una semana en la que en varias ocasiones se ha batido el récord diario de muertes. A pesar de la escalada de la pandemia en el país y colapso del sistema sanitario en todas las regiones, el Gobierno de Jair Bolsonaro no considera la posibilidad de un confinamiento nacional.

La cuarentena ha sido defendida durante meses por epidemiólogos como la única forma de frenar los contagios a corto plazo y minimizar la presión hospitalaria. Países en una situación mucho menos grave que Brasil, como Francia, han vuelto a adoptar severas restricciones de movimiento para su población. Bolsonaro incluso ha abrazado tardíamente la defensa de la vacunación masiva (aún sin perspectivas de ser alcanzada), pero no ofrece soluciones inmediatas para prevenir muertes y minimizar el caos instalado en los hospitales.

Miles de personas están en fila para una cama de hospital, faltan medicamentos para intubación y oxígeno. Mientras tanto, Gobierno y Congreso preparan un gran cambio para ampliar la participación del sector privado en la vacunación contra la covid-19, un movimiento criticado por expertos. “Estamos a solo unas semanas de un punto sin retorno en la crisis del coronavirus en Brasil”, afirma el neurocientífico y profesor de la Universidad de Duke (EE. UU.), Miguel Nicolelis , en su columna en EL PAÍS Brasil. Nicolelis estima que el país pronto podrá sumar entre 4.000 y 5.000 muertes diarias por covid-19. Y proyecta un escenario catastrófico para julio, con Brasil alcanzando un total de 500.000 víctimas de la pandemia.

Nicolelis teme que, además del sistema de sanidad, también colapsen los servicios funerarios, en caso de que no se atienda el llamado a un confinamiento nacional, con bloqueos de circulación no esenciales en aeropuertos y carreteras. En la capital más poblada del país, São Paulo, los cementerios comenzaron a operar de noche para atender la demanda de entierros. “Si el colapso funerario se produce en este país, empezaremos a ver cadáveres abandonados en las calles, en espacios abiertos. Tendremos que utilizar el terrible recurso de usar fosas comunes para enterrar a cientos de personas simultáneamente, sin urnas funerarias, solo en bolsas plásticas, lo que acelerará el proceso de contaminación del suelo, aguas subterráneas, alimentos, y con ello generará una serie de otras epidemias bacterianas muy graves”, explica. Aun así, el Gobierno Federal sigue rechazando las medidas restrictivas nacionales.

El mismo día en que Brasil registró el mayor número de muertes desde el inicio de la pandemia hasta ahora, el presidente Jair Bolsonaro volvió a criticar el aislamiento social y pidió a los gobernadores que retiren las medidas restrictivas que han adoptado, con toques de queda y cierre de comercio. “Solo tenemos un camino: dejar que la gente trabaje. Los efectos secundarios de la lucha contra la pandemia no pueden ser más dañinos que el propio virus”, dijo, sin cubrebocas, al anunciar el regreso de la ayuda de emergencia reducida.

Minutos antes, su ministro de Sanidad, Marcelo Queiroga, y los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado, Arthur Lira y Rodrigo Pacheco, habían defendido el distanciamiento social y el uso de cubrebocas como medidas preventivas, pero sin mencionar la necesidad de medidas restrictivas. “Hay una discusión que comienza en el Congreso que tiene que ser transparente, que es la posibilidad de que el sector privado también compre vacunas, para que el emprendedor pueda vacunar a sus empleados y sus familias, para mantener su empresa, su negocio, de pie”, defendió Lira.

El permiso para comprar vacunas por parte del sector privado ha sido criticado por expertos, con el argumento de que es función del sistema público de salud distribuir las dosis de manera uniforme en el país. El ingreso del sector privado será apropiado, dicen, solo cuando la mayoría de los grupos prioritarios, los más vulnerables al covid-19, estén inmunizados. Lira, sin embargo, dice que no ve ningún conflicto de intereses. “Esencialmente, estamos en tiempos de guerra y en la guerra todo vale para salvar vidas. (...) Cualquier brasileño vacunado es uno menos en las estadísticas del virus”.

A pesar de los movimientos políticos para quitar los lazos del sector privado en la adquisición de vacunas, es poco probable que los empresarios puedan realizar compras en el corto plazo, ya que el mundo enfrenta una carrera global por los medicamentos y la mayoría de las empresas farmacéuticas sostienen que, en este momento, venden dosis solo para las autoridades públicas.

El propio Gobierno brasileño, que dice que ya ha contratado más de 560 millones de dosis, ha tenido dificultades con el cronograma de entrega. Hasta el momento, solo el 6,2% de esta cantidad se ha distribuido a los Estados y la llegada de nuevos lotes todavía está cargada de incertidumbres, ya sea por retrasos en la producción o dificultades en la importación. El ministro Marcelo Queiroga ha dicho que su objetivo es vacunar a un millón de personas al día en abril, la mitad del ritmo que él mismo estima que es capaz de lograr el PNI (Plan Nacional de Inmunizaciones), si hubiera suficientes inmunizadores.

Sin vacunaciones masivas ni confinamiento nacional, Brasil sigue una caótica escalada en las unidades de sanidad y bate récords sucesivos de muertes diarias por covid-19. Hay personas muriendo en la fila para una cama de UCI y las instalaciones de sanidad funcionan con equipos médicos insuficientes y exhaustos. Falta estructura, medicinas e incluso oxígeno. El ministro de Sanidad admite que el parque nacional no cubre la demanda actual de insumos y dice que está negociando la importación de medicamentos, mientras estudia desviar la producción de oxígeno industrial a los hospitales con las empresas.

Queiroga ha repetido que seguirá la ciencia e incluso pide la cooperación de la población para usar máscaras y evitar “aglomeraciones inútiles”, pero tampoco contradice a Bolsonaro sobre el confinamiento. “La población necesita adherirse a esta distancia social, pero no es con la ley”, dice.

El pasado miércoles, a Queiroga se le preguntó en audiencia pública en la Cámara de Diputados sobre qué pretendía hacer para salvar a los jóvenes, que llenan camas de cuidados intensivos en hospitales en esta etapa de la crisis sanitaria y aún están muy lejos de entrar en la cola de los que ya pueden vacunarse delante de la escasez de dosis disponibles. “La solución para los jóvenes es tener vacunas. Estamos buscando vacunas con mucha fuerza”, respondió, admitiendo la dificultad de conseguir entregas en el corto plazo.

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Sobre la firma

Beatriz Jucá
Reportera de EL PAÍS Brasil, escribe sobre política, salud y derechos humanos. Tiene un máster de periodismo EL PAÍS/Universidad Autónoma de Madrid y está especializada en Periodismo Literario. Fue becaria de los programas '5 Sentidos' y 'Periodismo de Soluciones' de la Fundación Gabo. Licenciada en Periodismo por la Universidad Federal de Ceará.

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