Consumo prepara una etiqueta para indicar qué aparatos y electrodomésticos son más sencillos de reparar
El futuro etiquetado, que ya funciona en Francia, busca impulsar la economía circular, luchar contra la obsolescencia programada y reducir el impacto ambiental de las compras
El Ministerio de Consumo trabaja ya en el llamado Índice de Reparabilidad, una clasificación de los electrodomésticos y aparatos electrónicos según diferentes variables, como la disponibilidad de piezas de reemplazo o la facilidad en el desmontaje. Cuando entre en vigor —todavía no tiene fecha— se traducirá en un sello con una nota (de 0 a 10) que se encontrará en lugar visible en el embalaje del producto, de manera similar a lo que ya ocurre en Francia, donde funciona desde enero de este año. “Cuando tengamos un sello en un producto querrá decir que ese producto se puede reparar, y eso puede mejorar la calidad del consumo. Así el consumidor podrá tomar una decisión más acertada”, ha explicado este lunes el ministro del ramo, Alberto Garzón. La iniciativa busca impulsar la economía circular —un modelo de consumo que implica reutilizar, reparar y reciclar los productos para extender su ciclo de vida— y luchar contra la obsolescencia programada.
Según han explicado fuentes del ministerio, el Índice de Reparabilidad consiste en una clasificación de los aparatos eléctricos y electrónicos en una escala de 0 a 10 puntos que se otorgan según cinco criterios objetivos. Para calcular el índice, se tendrá en cuenta la documentación proporcionada por el fabricante para la reparación y la facilidad para desmontar el producto. También sumará en el cálculo la disponibilidad de piezas de repuesto, la relación entre el precio de las piezas de repuesto y del producto original, así como otros criterios específicos en función de la categoría AEE (asistencia y facilidad en el reinicio de software)
Cada baremo tendrá un máximo de 20 puntos. El Índice de Reparabilidad se calcula sumando todos los puntos y dividiendo el resultado entre 10. Serán los propios fabricantes o importadores quienes calculen el índice de los aparatos eléctricos o electrónicos que comercialicen, de acuerdo con los parámetros establecidos. Las autoridades de Consumo y de Vigilancia de Mercado serán quienes supervisen que el etiquetado es correcto.
Garzón, que ha participado telemáticamente en el Fórum Nueva Economía, ha apuntado que el objetivo del ministerio es incentivar, tanto en consumidores como en fabricantes, la reparabilidad como forma de reducir la huella ecológica y el impacto ambiental de las compras. “En los productos eléctricos y electrónicos tenemos un consumo muy elevado, y eso implica consumir una serie de minerales y recursos no renovables, así que hay un impacto ambiental fuerte”, ha dicho. “Esa dimensión no está contemplada por las empresas, que muchas veces instalan mecanismos de obsolescencia programada”, es decir, que los productos se vuelvan obsoletos cuando el fabricante lo determine.
Para el ministro, este sello va a proporcionar más información dentro del derecho a reparar: “Es un derecho a más información sobre el funcionamiento del producto. Comprar un producto caro, que se le rompa una pieza y que sea imposible de reparar crea frustración en los consumidores”, ha explicado. “Cuando el sello esté en marcha y dé una buena puntuación querrá decir que ese producto se puede reparar y eso puede mejorar la calidad del consumo. Así el consumidor podrá tomar una decisión más acertada”, ha continuado. En su opinión, este cambio contribuye a promover la circularidad de la economía, haciendo que se le saque máximo partido a lo que se compre, y ayuda a que se generen menos residuos, menos emisiones y que exista menos demanda de recursos naturales.
Desde el ministerio se apunta que este futuro índice crea una oportunidad para la industria que contará con un nuevo incentivo a la hora de innovar en el ecodiseño y en el desarrollo de tecnología reparable, actualizable, sostenible y sin obsolescencia. Consumo entiende que supondrá una ventaja para las empresas que podrán diferenciarse por criterios de sostenibilidad. El nuevo etiquetado irá acompañado de acciones de sensibilización y campañas publicitarias.
Además, hace unos días entró —el 1 de marzo— en vigor el nuevo etiquetado energético para electrodomésticos. Desde entonces, lavadoras, frigoríficos, lavavajillas, vinotecas y televisiones (así como todo tipo de monitores) cuentan con una nueva etiqueta que desgrana su eficiencia energética (en una clasificación de la A a la G) y facilita la comprensión de este aspecto para los consumidores. En septiembre, también se adaptarán las etiquetas de los productos de iluminación. Un cambio que pretende ayudar a recortar el consumo de electricidad en nuestros hogares: el 79% de los europeos dice que estas etiquetas han influido en sus compras.
Cómo funciona el índice similar en Francia
El índice de reparabilidad entró en vigor en Francia el pasado 1 de enero en el marco de la ley antidespilfarro y por una economía circular aprobada en 2020. Constituye uno de los ejes clave de una normativa que busca acelerar la transición ecológica, sobre todo con una desaparición progresiva de productos hechos a base de plástico desechable hasta su prohibición total en 2040 y mediante una reutilización de los bienes, especialmente electrodomésticos, que ponga fin al círculo vicioso de “producir, consumir y tirar”, según explicó el Gobierno francés al lanzar el proyecto.
El índice de reparabilidad es una etiqueta —que debe estar colocada cerca del precio— con una nota de 0 a 10 que califica si el producto es “reparable”, “difícilmente reparable” o “irreparable”. Entre los criterios que se tienen en cuenta para su calificación, están el precio de las piezas de recambio necesarias y si estas están disponibles por parte del fabricante o el vendedor en un plazo de tiempo de 15 días laborables. La nueva normativa obliga además al reparador a “proponer piezas de recambio procedentes de la economía circular”. Siempre que sea “pertinente”, agrega la ley, el producto debe proponer también un “contador de uso”, similar a un cuentakilómetros.
Este etiquetado ya es obligatorio para cinco categorías de productos “piloto”: lavadoras, televisores, smartphones, ordenadores portátiles y cortacésped. Los productos a someterse a este criterio irán aumentando con el objetivo de que, en cinco años, el 60% de los productos eléctricos y electrónicos cuenten con este índice de reparabilidad, que está considerado un primer paso hacia un objetivo más amplio, el de crear un índice de durabilidad en 2024. A partir de esa fecha, algunos equipos electrónicos y eléctricos, así como “otros productos y equipos” aún por definir, deberán incluir la información de cuánto dura el bien adquirido —además de su reparabilidad o no— con criterios como la “fiabilidad y robustez del producto”.
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