Condenado a siete años de cárcel el sacerdote jesuita que abusó de una menor en Gijón
La Audiencia Provincial afirma que existió “prevalecimiento y acceso carnal” durante cinco años
La Audiencia Provincial de Oviedo ha condenado a siete años y tres meses de prisión a un sacerdote jesuita acusado de un abuso sexual continuado sobre una alumna menor de edad en el colegio La Inmaculada de Gijón (Asturias). El tribunal cree que el religioso, llamado Jorge Enríquez, de 51 años, abusó continuadamente de la estudiante “con prevalecimiento y acceso carnal” durante cinco años. La sentencia, que puede recurrirse ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, añade una indemnización de 15.000 euros, una orden de alejamiento y prohibición de contacto con la mujer, que ahora tiene 26 años. La resolución judicial también lo inhabilita para cualquier tarea docente o vinculada con menores durante seis años y una libertad vigilada, una vez cumpla la pena, de cinco años y tres meses. La denuncia se produjo en 2019 y la congregación apartó a Enríquez, cuyo último cargo fue el de superior de los jesuitas en La Rioja.
La víctima tenía tan solo 12 años y cursaba primero de la ESO cuando conoció al también docente, que entonces tenía 36. Entonces se generó una “relación cordial”, según describe la sentencia, entre ambos ante las complicadas circunstancias personales y familiares de la chica. El adulto, cuando ella tenía 13 años, le escribía por redes sociales y le dirigía comentarios como “princesa”, “solete”, le decía que la quería y que no era “de piedra”. Enríquez fue destinado a México unos meses después y “aprovechando la situación de inmadurez emocional y ascendencia” sobre la joven, la besó en los labios y en el cuello y le realizó tocamientos en las nalgas. Una vez regresó, cuando ella tenía 15 años, fue incrementándose la carga sexual de los encuentros.
La sentencia recoge que la víctima de estos abusos, que tardó en informar a las autoridades de lo ocurrido ante la presión por lo sufrido, sufre un trastorno ansioso-depresivo, derivado de estos hechos, del que se está tratando. El escrito judicial incide en que no existe “violencia ni intimidación” porque la relación se asienta en la “superioridad manifiesta” de este religioso sobre la menor, cuya voluntad por tanto no era “plenamente libre”. El acusado también se ha visto involucrado en otros casos, pues estaba destinado en Logroño cuando en marzo de 2019 recibió otra denuncia por “conductas inapropiadas” cometidas sobre una estudiante del colegio Sagrado Corazón.
El sacerdote esgrimió en la sala, por medio de su abogado, que la relación “era solo de amistad” cuando la víctima tenía entre 12 y 16 años y que fue a partir de entonces cuando mantuvieron una “relación sentimental consentida”. El sacerdote fue ordenado en 2004 y tuvo su primer destino en Gijón, donde ejerció de profesor de religión y responsable de las actividades de montaña. El centro escolar La Inmaculada de la ciudad asturiana, que gestionan los jesuitas, ha recibido varias denuncias y acusaciones sobre sacerdotes de la orden. Uno de los religiosos, ya fallecido, fue apartado en 2001 por hacer fotos a niñas en el colegio, pero la congregación admitió que durante la década de los noventa habían tenido constancia de graves acusaciones de abusos, pero sin que se tomaran medidas contra él. Una mujer que sufrió estas vejaciones aseguró a EL PAÍS que la dirección del centro encubrió los hechos y que estuvo callada hasta que estos casos comenzaron a publicarse y a difundirse en distintas congregaciones en España.
Los casos de pederastia conocidos en el clero en España ascienden de momento a 242, con más de medio millar de víctimas, según la contabilidad que lleva EL PAÍS ante la ausencia de datos oficiales y eclesiásticos.
Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es
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