La fórmula de Asturias: vacunar en festivos y un ágil despliegue
La comunidad autónoma usa el 100% de las dosis recibidas en la primera semana
Asturias afrontó la pandemia consciente de que el Principado, de un millón de habitantes, es la región más envejecida de España. Esa realidad demográfica se une a un importante volumen de población con problemas de salud y respiratorios derivados del trabajo en la minería. Unas circunstancias que aumentan la vulnerabilidad ante el coronavirus. La agilidad en la gestión sanitaria y la coordinación con la atención primaria permitió capear la primera ola sin tanto sufrimiento como otras comunidades.
Sin embargo, todo cambió después del verano, cuando la relajación social propició un durísimo impacto de la enfermedad. La llegada de la vacuna, hasta 12.000 unidades estos días, ha permitido a Asturias dejar atrás la situación vivida durante octubre y noviembre: es la comunidad, después de Canarias, que más porcentaje de inyecciones ha suministrado: un 100% frente al 5% inyectado por su vecina Cantabria o al 6% empleado por la Comunidad de Madrid, a pesar de que el Gobierno madrileño llevaba semanas solicitando muchas más dosis que las recibidas, cuyo reparto se administró por criterios sanitarios y demográficos.
La primera semana de vacunación se ha traducido en más de 12.000 personas ya inmunizadas, un número que el departamento de Salud asturiano atribuye “al trabajo y a la coordinación del servicio de salud del Principado y la dirección de Salud Pública”. La fórmula, seguir el proceso durante los fines de semana y los festivos: “Hay que destacar la implicación y el compromiso de los profesionales”. Rafael Cofiño, director general de Salud Pública asturiano, destaca que se haya mantenido “ininterrumpidamente” la vacunación y reitera el buen hacer entre los distintos departamentos para conseguir atender a los ancianos. La estrategia comenzó a trazarse a mediados de noviembre, con una planificación basada en un listado de todos los residentes en centros de mayores de la región y los profesionales encargados de su cuidado.
Asturias se ha diferenciado de otras comunidades porque sí ha utilizado todas las vacunas recibidas, mientras que otras autonomías han almacenado una remesa para garantizarse que podrán poner la segunda dosis que requiere el fármaco de Pfizer-BioNtech. El porqué radica de nuevo en la alta tasa de envejecimiento, de ahí que sea “especialmente importante vacunar lo antes posible” a la población más sensible. El ministerio les ha garantizado, detallan, la “entrega periódica de los viales comprometidos”, de modo que ahora el objetivo pasa por implementar las medidas encaminadas a contener el empuje de la tercera ola a la par que se protege cuanto antes al mayor número de personas.
El epidemiólogo asturiano y exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud Daniel López-Acuña sostiene que “no tiene sentido guardar vacunas cuando lo que hay que hacer es vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible”, un debate que divide a los expertos. López-Acuña pide que todas las comunidades hagan lo propio “sin perderse en disquisiciones políticas estériles y con plena operatividad y eficiencia”, y subraya que esta estrategia “previene fallecimientos, episodios severos y estamos racionalizando presión asistencial”.
Con nombre y apellidos
Una de las claves de la eficacia en la distribución es que las vacunas se sacan del congelador central “con nombre y apellidos”, esto es, sabiendo a qué área sanitaria van destinadas y en qué lugar y día exactamente se aplicarán. Para ello hay 50 equipos distribuidos por el territorio, que podrían ampliarse si fuese preciso. “La formación de los equipos de vacunación ha sido importante, tener a los profesionales listos contribuyó a agilizar el proceso porque sabían cómo proceder”, añaden. Lo mismo ocurrió cuando entre marzo, abril y mayo un ejército de rastreadores, aliados con los centros de salud y la atención primaria, fueron capaces de detectar los brotes y atajarlos cuanto antes.
La elección de las residencias sobre las que actuar primeramente se basa en su tamaño. Primero acuden a las más grandes y luego a las más pequeñas, aunque cada sector “tiene su logística” por ser conocedores de la realidad de cada área y adaptan la vacunación a estas circunstancias.
Otro factor importante ha sido el apoyo de la consejería de Derechos Sociales, que ha informado de los colectivos vulnerables o dependientes que más podrían necesitar el pinchazo. El plan, insisten, es flexible y se modificará según la cantidad de dosis que tengan cada semana y el tipo de vacuna, pues cada una de ellas implica una logística diferente. López-Acuña emplaza a incrementar el ritmo para conseguir a final de mes una “velocidad de crucero que habrá que mantener durante ocho meses como mínimo”.
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