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Cuando la pandemia se lleva por delante 75 años de historia… para bien

ColaCao modifica una parte de su reconocible envase por primera vez desde 1945 para homenajear a los ancianos, a los niños y a los trabajadores esenciales de la pandemia

El nuevo bote de ColaCao homenajea a los trabajadores esenciales de la pandemia, a los niños y a los ancianos.
El nuevo bote de ColaCao homenajea a los trabajadores esenciales de la pandemia, a los niños y a los ancianos.Cedida por Idilia Foods

Al paso por el kilómetro 16 de la C-17, en la provincia de Barcelona, uno se encuentra con un bote gigantesco de ColaCao. O esa es al menos la percepción que se tiene desde la autovía. Lo que se divisa a las afueras de Parets del Vallès es un silo de 27 metros de alto con capacidad para 300 toneladas pintado de amarillo y rematado en la parte superior con una franja de pintura roja. La distribución de estos colores y unas grandes letras con el nombre de la marca remiten al envase de ColaCao, que ha mantenido intacto gran parte de su diseño en sus 75 años de historia. La pandemia se ha llevado hasta la tradición por delante. Esta vez, para bien. ColaCao ha sustituido sus míticos agricultores y recolectores de cacao de la parte inferior de la etiqueta por unas simpáticas ilustraciones que representan a los trabajadores esenciales de la crisis, a los niños y a los ancianos. Un reconocimiento.

“Nunca habíamos hecho un cambio tan profundo en 75 años, pero es que nunca habíamos pasado por una situación como esta”, justifica en una llamada de teléfono Xavi Pons, el consejero delegado de la matriz de la marca, Idilia Foods, desde la fábrica en la que sobresale el silo lleno de esos polvos marrones con grumos. Toda la circunferencia del nuevo bote de ColaCao la ocupan desde ya mismo sanitarios y agricultores, trabajadores de residencias y ancianos en balcones, personal de limpieza, policías, repartidores, trabajadores de los supermercados y de las fábricas de alimentación, periodistas y niños. Todos aplaudiendo. “El tono de las ilustraciones como si fueran dibujos trasmiten optimismo y emoción, y sirve como un homenaje especial a los niños”, abunda Pons.

La fábrica de ColaCao en Parets del Vallès (Barcelona).
La fábrica de ColaCao en Parets del Vallès (Barcelona).Cedida por Idilia Foods

La compañía ha puesto a la venta 400.000 envases de los dos tamaños clásicos (390 y 770 gramos, unas cantidades poco redondas que se explican por el número de porciones que contienen) y la recaudación se donará a los bancos de alimentos. “Hay fans absolutos que seguramente lo guarden en un sitio especial”, afirma este barcelonés de 50 años. “No había una forma más notoria que transformar algo tan icónico como el bote”, señala. Esta iniciativa se suma a otras que la compañía ha emprendido estos meses como la donación de 120 toneladas de productos a organizaciones humanitarias o ayudas económicas directas a 14 hospitales como los de Alcorcón (Madrid), Sevilla o Granollers (Barcelona). El valor supera el millón de euros. Parte de la donación monetaria provino de los 350 trabajadores de la compañía, que cedieron un día de su nómina. La empresa triplicó el monto aportado por sus empleados.

En vaso y de sobre

Las ventas de ColaCao y Nocilla, otro producto de Idilia Foods, aumentaron durante el confinamiento. En especial en las primeras semanas. Pons, que lleva 18 meses en la empresa, lo explica por el “efecto abastecimiento o el efecto almacenamiento”. Es decir, el acopio de productos que realizó la población cuando se instauró el estado de alarma. Los adultos compraban ColaCao para sus hijos, para sus nietos y para ellos mismos. Pons asegura que el 50% de los consumidores de esta mezcla de cacao natural, cereales y azúcar son mayores de 20 años.

Si bien los clientes han seguido comprando para sus casas este producto que nació en un almacén del barrio barcelonés de Gràcia, el consumo en bares, restaurantes y hoteles cayó a cero. Todo cerró. El 25% de las ventas de Idilia Foods corresponde a la hostelería. La desescalada va a propiciar por lo tanto la vuelta del también mítico sobre de una dosis de ColaCao. “Nunca te lo echa el camarero porque cada uno se lo prepara a su manera”, explica Pons, que con las oficinas cerradas de Barcelona por el virus ha fijado su lugar de trabajo en la factoría. No muy lejos del silo o del bote gigantesco de ColaCao, según como se mire.

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