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Baleares, del ejemplo al descontrol en 10 días

El gran aumento de los contagios en la autonomía más afectada obliga a cancelar las vacaciones en el hospital de referencia

Varias personas esperan su turno para las pruebas de coronavirus en el cribado poblacional realizado este lunes en el polideportivo Germans Escales de Palma de Mallorca.
Varias personas esperan su turno para las pruebas de coronavirus en el cribado poblacional realizado este lunes en el polideportivo Germans Escales de Palma de Mallorca.ATIENZA (EFE)
Lucía Bohórquez
Palma de Mallorca -

El 14 de diciembre los contagios de coronavirus marcaron un punto de inflexión en Baleares. La comunidad pasó de ser la segunda por la cola en incidencia el 3 de diciembre, con 201 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, a liderar el incremento de contagios de todo el país 11 días después con 280 casos por cada 100.000 habitantes. Desde entonces no ha abandonado la primera posición y no ha conseguido bajar de los 300 nuevos casos diarios. La mayoría de contagios nuevos se acumulan en la isla de Mallorca, que el lunes presentaba una tasa de incidencia acumulada de 621 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, según datos del Servicio de Epidemiología de Baleares. Formentera le sigue de cerca, con una incidencia de 586 casos, mientras que Ibiza y Menorca registran una veintena de nuevos positivos diarios y se sitúan en tasas más favorables.

La gravedad de la situación en la mayor de las Baleares ha llevado al Gobierno regional a endurecer, una vez más, las medidas de restricción desde este martes y emprender una cruzada para evitar las aglomeraciones que se dieron en los centros comerciales por las compras prenavideñas o las concentraciones de gente en las terrazas, favorecidas por unas temperaturas agradables. Desde este martes los exteriores de los bares y restaurantes tendrán que cerrar a las 18.00 sin posibilidad de dar servicio en interiores, los comercios adelantan su cierre a las 20.00 e incluso las luces de Navidad de los municipios se apagarán a esa hora con el objetivo de que la actividad en las calles quede en suspenso a partir de esa hora.

“La intención es que a partir de las ocho de la tarde no haya actividad comercial y que en la calle haya la mínima interacción”, afirma la portavoz del Gobierno balear, Pilar Costa. Para garantizarlo también se ha cancelado la apertura de los centros comerciales los fines de semana y festivos, que pretende evitar la avalancha de público durante los días más señalados de la Navidad. Para la presidenta del Gobierno de las islas, Francina Armengol, el escenario “es grave y preocupante” y achaca el empeoramiento de la situación a la llegada del frío y la relajación social derivada del cansancio generalizado de la población. “En noviembre hizo muy buen tiempo, pero se ha juntado con la relajación social y el cansancio y por eso la situación de los contagios es la que es”, dijo este lunes en la Cadena SER.

Son los mismos argumentos que ha ofrecido en las últimas semanas el portavoz del comité autonómico de enfermedades infecciosas, Javier Arranz, que también opina que la movilidad del puente de la Constitución afectó para mal a la evolución de la pandemia en las islas, a pesar de que se ofrecieron pruebas PCR gratuitas a los baleares que regresaron al archipiélago a pasar esos días de fiesta. Las cifras todavía no reflejan las consecuencias de las celebraciones de Nochebuena, cuando Mallorca mantuvo las condiciones más duras de todo el Estado con reuniones de hasta seis personas de un máximo de dos unidades de convivencia y el toque de queda fijado a las 22.00 para evitar cenas multitudinarias y desplazamientos. Restricciones que también se extenderán a Nochevieja y Reyes, pero que fueron más flexibles en Menorca, Ibiza y Formentera, donde se aplicó la propuesta del Gobierno central de hasta 10 personas y el toque de queda a la 1.30 de la madrugada.

Una de las localidades más afectadas por los nuevos contagios es Palma, que con una incidencia de 700 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, ha disparado la presión asistencial en los centros hospitalarios, sobre todo en el de referencia de Son Espases. Este lunes la dirección del centro comunicó a la junta de personal la cancelación temporal de todas las vacaciones y los permisos, así como la suspensión de la actividad quirúrgica no urgente, una medida que se extenderá a otros centros dependiendo de la evolución de la pandemia. “He tenido que volver hoy de vacaciones porque he tenido que sustituir a un compañero que se ha contagiado. Hemos tenido que ampliar bastante las camas de críticos”, describe el médico internista Albert Pou, que desde ayer ha vuelto a desempeñar su trabajo en la planta de coronavirus del hospital. Además de usuarios de residencia de edad avanzada, Pou habla de un incremento de ingresos de enfermos que rondan la cuarentena y que están en situación grave. “Estamos asustados por lo que se ha desmadrado estos días, ingresan pacientes diagnosticados hace una semana o 10 días. A futuro... no lo queremos pensar”, lamenta.

La enfermera y delegada de UGT en el centro sanitario, Marian Bermúdez, explica que se han pedido voluntarios para doblar turno y cubrir a otras personas y la respuesta ha sido enorme, “pero no es suficiente porque hay 188 profesionales confinados en casa sin poder trabajar porque están contagiados o bajo vigilancia”. Este lunes Son Espases tenía 92 pacientes con coronavirus en planta —un 37% de las camas de enfermos de covid hospitalizados— y 34 enfermos en las unidades de cuidados intensivos —un 33% de su capacidad— que pasan una media de seis días y medio en planta y 16 en la UCI. La dirección del centro ha reorganizado los servicios y ha abierto un nuevo módulo con 14 camas más para dar salida al incremento de pacientes.

Para Josep Pomar, gerente del hospital de referencia, el centro tiene “más que capacidad suficiente” para recibir a estos pacientes, pero el problema es contar con los recursos humanos especializados para atender las camas de estos enfermos. La falta de enfermeras especializadas en cuidados intensivos es uno de los grandes problemas, porque las bolsas de empleo están totalmente agotadas y este año no han llegado profesionales de la Península. “La cama sola no sirve, se está intentando mover a personas que ya han estado en UCI para intercambiarlas con gente que no. Se está intentando hacer un poco de Tetris para que la cosa funcione”, subraya Bermúdez.

El Gobierno de Baleares tiene alquilado el hotel Meliá Palma Bay, que durante la primera ola fue medicalizado para acoger a los pacientes leves de coronavirus que venían derivados del hospital de Son Llàtzer, el otro gran centro sanitario de la capital. Autoridades y profesionales llaman estos días a la responsabilidad colectiva para evitar que la situación vaya todavía a peor en la segunda o tercera semana de enero, cuando ya se noten los efectos de la Nochevieja y de los encuentros sociales. “No es un año normal para celebrar la Navidad, con un abrazo podemos perjudicar a las personas que queremos. Es el momento de salvar vidas”, repite como un mantra casi a diario la presidenta Armengol.

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Sobre la firma

Lucía Bohórquez
Colaboradora de EL PAÍS en las Islas Baleares. Periodista de la Cadena SER en Mallorca desde el año 2008, donde se ha especializado en temas de tribunales. Estudió Periodismo en la Universidad del País Vasco.

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