Cuando una burocracia ciega castiga la igualdad
Francia impone 90.000 euros de multa al Ayuntamiento de París por promover a demasiadas mujeres a altos cargos
La burocracia, cuando es ciega, puede acabar resultando incomprensible. El Ayuntamiento de París pagará una multa de 90.000 euros por promocionar a demasiadas mujeres en altos cargos y vulnerar así la normativa sobre la igualdad. Sí: París ha sido demasiado feminista y merece un castigo.
El incidente, en realidad, muestra las consecuencias imprevistas de una regla bienintencionada pero mal concebida, y aplicada con excesivo rigor por la Administración, quizá un funcionario que temía una sanción si no aplicaba el texto a rajatabla. Y ha dado a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, un púlpito desde el que arremeter contra la maquinaria administrativa a veces aplastante e irracional, y defender una política feminista.
“La ciudad debe pagar una multa por nombrar demasiadas mujeres en cargos de dirección: un 69% de nominaciones. Once mujeres y cinco hombres. De repente parece que la dirección de la ciudad se ha vuelto demasiado feminista”, anunció esta semana la socialista Hidalgo ante la asamblea municipal.
La base legal que llevó al Ministerio de la Función Pública a multar al Ayuntamiento de París es una ley y un decreto de 2012. El objetivo de los textos era “incitar a la feminización de los empleos de cuadro superior y dirigente en las tres vertientes [estatal, local y hospitalaria] de la función pública”. Para ello, fijaba “una proporción mínima de personas de cada sexo” en los ascensos y nuevos nombramientos: 40% de hombres y mujeres.
En 2018, el Ministerio de Finanzas tuvo que pagar 900.000 euros, el de los Ejércitos, 450.000, y la ciudad de Roubaix, 180.000, como ha recordado Le Monde. En todos estos casos, por no alcanzar el mínimo de 40% de promociones femeninas y perpetuar así la desigualdad en favor de los hombres en la Administración.
Ley corregida
París recibió su multa por incumplir la norma el mismo año. El Balance de la puesta en marcha del dispositivo de nominaciones equilibradas en el curso del año 2018, publicado en noviembre, se detiene en este caso. Admite que nombrar, como hizo la capital francesa, a un 69% de mujeres para los nuevos cargos “contribuye a la feminización de los empleos de cuadro superior y dirigente en esta colectividad”. Pero añade que estos nombramientos “conducen a un no respeto del objetivo legal de 40% de primeras nominaciones de cada sexo en estos empleos”.
“Lo bonito con la burocracia es que es incapaz de discernir y que se atreve a todo”, comentó Hidalgo. “Esta multa es evidentemente absurda. Es más, es injusta, irresponsable, peligrosa”.
La ley se corrigió en 2019 para permitir sobrepasar el límite de nominaciones, siempre que esto no tenga como resultado un desequilibrio entre hombres y mujeres. En los empleos superiores de la Administración parisina, trabaja un 47% de mujeres.
El vídeo de la intervención de la alcaldesa de París, y posible candidata de la izquierda moderada a las elecciones presidenciales de 2022, circuló enseguida por las redes sociales a ambas orillas del Atlántico. Hasta Hillary Clinton se hizo eco de la noticia en Twitter.
La burocracia es un mito francés, casi tanto como la Torre Eiffel, la baguette o las 246 variedades de quesos que, según el general de Gaulle, eran la prueba fehaciente de que este país era ingobernable. En Francia, la burocracia es el núcleo del Estado, su sala de máquinas, y el Estado, a su vez, una seña de identidad de la nación. De ahí que sea, a la vez, un motivo de orgullo —lo que, al codificar la vida en común, trata a todos los ciudadanos como ciudadanos iguales— y un motivo constante de queja.
“Es absurdo incriminar a la burocracia, pero queda bien”, dice por teléfono Françoise Dreyfus, profesora emérita en la Sorbona y autora de El invento de la burocracia. “¿Qué se quiere decir al usar el término de burocracia?”, se pregunta. “¿Una Administración ciega, lo que podría haber ocurrido en este caso? ¿O lo que, según la definición de Max Weber, es una Administración sometida a las normas y reglas y que las aplica? Este es el sentido verdadero. Pero generalmente, al hablar de burocracia, es para referirse a algo anquilosado y absurdo”.
Hidalgo anunció que irá ella misma, acompañada de las mujeres con cargos directivos en el Ayuntamiento y sus tenientes de alcalde, a llevar el cheque de 90.000 euros a Amélie de Montchalin, ministra de la Función Pública.
Montchalin, del partido del presidente Emmanuel Macron, ha dado la razón a la alcaldesa, ha recordado que la norma se había cambiado en 2019 y ha prometido dedicar el dinero de la multa a “la promoción de las mujeres en la función pública”.
“Absurdistán” en tiempos de pandemia
Francia ha vivido, con la pandemia, una apoteosis del debate sobre la burocracia. Una particularidad, en los distintos confinamientos que ha vivido este país, ha sido el documento justificativo sin el que no se podía salir de casa ni desplazarse. Era un documento del Estado, un salvoconducto para tiempos del virus. No llevarlo entrañaba para el ciudadano el riesgo de una multa, a veces cuantiosa. Lo peculiar era que este justificante lo firmaba el propio ciudadano, que se daba permiso a sí mismo para salir. “Absurdistán”, resumió el semanario alemán Die Zeit para referirse a la maraña de normas francesas ante la covid-19.
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