“Esto va a ser la puntilla para Linares”
Los vecinos de la ciudad jienense, golpeada por el desempleo, temen los efectos de las nuevas restricciones
La Junta de Andalucía restringió este martes la movilidad en Linares (57.000 habitantes) y sus vecinos temían que las limitaciones supongan un nuevo golpe para una ciudad asolada por el desempleo desde hace años. Este martes ya había tres municipios semiconfinados en Andalucía: hace seis días se impusieron restricciones en la localidad sevillana de Casariche (de 5.000 habitantes) y el último, este martes por la tarde, fue Almodóvar del Río, de unos 8.000 habitantes y situado en Córdoba.
Las medidas de restricción en Linares se impusieron tras los resultados del cribado masivo de los últimos días; se realizaron 1.901 test y se detectaron 25 casos positivos, lo que arroja una tasa de incidencia de más de 1.000 positivos por PCR en los últimos 14 días por 100.000 habitantes.
Andalucía registró este martes los peores datos de la segunda ola de la pandemia, con 30 muertes y 1.788 casos confirmados por PCR. Siete de esos fallecimientos se han producido en la provincia de Jaén, de los que tres han sido en Linares. En esta ciudad, la segunda ciudad más poblada de Jaén, llueve sobre mojado. La crisis sanitaria no ha hecho más que agravar un panorama sociolaboral desolador, que ha llevado a que esta sea la ciudad española mayor de 50.000 habitantes con una tasa más alta de paro: un 30,9%, aunque hace apenas tres años se llegó a un escalofriante 45% de desempleo.
Lo sabe bien José Márquez, de 81 años, que trabajó durante 25 años en la sección de carrocería de la fábrica que tiene enfrente de su casa, Santana Motor. La factoría automovilística cerró sus puertas en 2011. “Yo no he vivido nunca una crisis como ésta, y lo peor es la gente joven que está dejando el pueblo”, afirmaba este martes Márquez, que fue despedido de Santana en 1994 junto a otros 1.300 trabajadores. Santana, que estuvo funcionando durante más de medio siglo, llegó a tener más de 5.000 empleados y era el polo industrial del norte de Andalucía. Desde su cierre, Linares es un páramo industrial, ya que nunca más se supo de las empresas que el Gobierno andaluz anunció que llegarían.
Desde el cierre de Santana, el único sector que ha mantenido el pulso en Linares ha sido el de la restauración. Y sus tapas se han convertido en un reclamo turístico. Pero ahora, la limitación de movimientos es un golpe a la hostelería. “Esto va a ser la puntilla para Linares, no me cabe duda”, decía Encarni Jiménez que, junto a Manuela Baeza, estaba sentada en una cafetería junto al céntrico paseo de Linarejos. A partir de hoy todos los bares tendrán que cerrar a las 22.00, al menos, durante los próximos 14 días.
Muy cerca también de la factoría Santana, Juan Santiago y Pedro Márquez, debatían, cada uno desde el balcón de su vivienda, sobre el semiconfinamiento decretado en Linares, una escena que recreaba a la vivida no hace mucho tiempo durante el estado de alarma. “Era un secreto a voces, ha habido mucha dejadez y también mucha irresponsabilidad con los botellones”, se lamentaba Santiago; “esto, más que la puntilla, va a ser la muerte de Linares”, abundó Márquez.
“No nos queda más remedio que pedirle a los vecinos que, por favor, sean todos responsables, que cumplamos con las normas. Y que esto que parece una muy mala noticia, vamos a intentar verlo de forma positiva y ser capaces de doblar la curva, bajar la alta tasa de covid”, afirmó el alcalde de Linares, Raúl Caro-Accino (de Ciudadanos), nada más conocerse la restricción acordada por la Junta andaluza.
El Ayuntamiento de Linares ha acordado la suspensión de todas las actividades municipales, el cierre de instalaciones de uso público, parques e instalaciones municipales y la restricción, al 50%, del aforo de los establecimientos de hostelería. “Al final esta medida afectará a todos los sectores”, opinó Juan Antonio Fernández, empleado de una gasolinera a la entrada de este municipio jienense. Fernández vaticinó una caída de más de un tercio en la facturación del negocio por las restricciones.
A las puertas del hospital San Agustín de Linares (Jaén) Inmaculada López aguardaba este martes, junto a sus padres y hermanas, la hora en la que podía entrar a ver a su hijo, ingresado en una incubadora de la segunda planta del centro porque nació prematuro hace 12 días. “La covid tiene alterados todos los protocolos del hospital”, señalaba Inmaculada, que tuvo que dejar a su marido en su casa con sus otros dos hijos que guardan la cuarentena tras haber dado positivo un compañero de su clase, en el colegio Ramón Palacios de la vecina localidad de La Carolina. “Pero todos hemos dado negativos en el test que nos hemos pagado nosotros, que quede claro”, remarcó a su lado Emilio López, el abuelo que aún no conoce a su nieto por las restricciones en el acceso al hospital por la pandemia.
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