Un error en el sistema sanitario del Reino Unido pierde el rastro de decenas de miles de potenciales infectados
La oposición acusa al Gobierno de Johnson de “poner vidas en riesgo” por culpa de la “chapuza” en la gestión
El Gobierno de Boris Johnson se ha visto obligado a pedir disculpas y acelerar la reparación de su enésima chapuza en la gestión de la pandemia. Public Health England (PHE, en sus siglas en inglés), el organismo que controla la sanidad pública en Inglaterra (Escocia, Gales e Irlanda del Norte tienen sus sistemas propios), ha asumido la responsabilidad de un error mitad informático mitad humano por el que se perdió el rastro de los posibles contactos de casi 16.000 infectados por el virus contabilizados hasta el pasado viernes. PHE tiene la misión de realizar los test necesarios, y comunicar posteriormente al Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) los datos para que se realice la correspondiente localización y rastreo. Fue en este segundo paso donde los sistemas informáticos fueron incapaces de conectarse entre ellos. Teniendo en cuenta que cada infectado puede transmitir el virus hasta a cuatro personas (según calcula el Gobierno), el número de potenciales infectados de los que se perdió la pista podría haber alcanzado una cifra superior a los 50.000. Si se tiene en cuenta que a los propios positivos se les habría dado la orden de aislarse en casa, y que al menos la mitad de los contagios suelen ser de las personas que viven con ellos, el número de ilocalizables sería algo menos, de unos 30.000, pero aun así es una cantidad muy peligrosa.
“Este incidente nunca debió haber ocurrido. Los equipos al frente han actuado lo más rápido que han podido para minimizar el impacto, y en estos momentos es fundamental que trabajemos todos juntos para solucionar el problema, y nos aseguremos de que no vuelve a ocurrir más”, ha dicho este lunes en la Cámara de los Comunes, donde ha comparecido con carácter de urgencia, el ministro de Sanidad, Matt Hancock. Ha asegurado además que el fallo se detectó el mismo sábado, y que los rastreadores habían sumado ya más de 6.500 horas extra de trabajo para detectar a los posibles infectados. Al menos la mitad de los positivos habían vuelto a ser llamados para rastrear sus posibles contactos.
Un sistema que se contrató el pasado agosto a una empresa privada por más de 13 millones de euros utilizaba el programa Excel de Microsoft para la transferencia de datos. “El primer ministro dijo a esta Cámara el pasado 20 de mayo que tendríamos listo para junio un sistema inigualable en todo el mundo por su calidad. Estamos a octubre, y el sistema no es eficaz ni da muestras de mejorar. Los problemas están empeorando. El Gobierno está fallando en lo más básico. ¿Cuándo van a solucionar finalmente este desastre?", ha desafiado al ministro el portavoz de Sanidad de la oposición laborista, Jonathan Ashworth. “No es solo una chapuza. Es mucho peor. Están poniendo vidas en riesgo”.
No solo la oposición ha arremetido contra el ministro. Sus propios compañeros de filas han mostrado escepticismo ante las promesas de que este error sería el último. Su antecesor en el cargo (y rival de Boris Johnson en las primarias conservadoras), Jeremy Hunt, ha advertido a Hancock de que la última chapuza no es más que un nuevo síntoma de las deficiencias originales del sistema de test, rastreo y localización. Muy crítico desde el primer momento con la gestión de la pandemia llevada a cabo por el Gobierno, Hunt reclama que la gestión de test se traspase a hospitales y laboratorios. “Le pido al ministro que no caiga en la tentación de pensar que, atajando este último problema, habrá solucionado todo el problema. A las puertas del invierno, a las puertas de una segunda ola, debemos pararnos a pensar si la estructura desplegada es la que realmente necesitamos”, ha reclamado.
El error ha alterado además notablemente las cifras oficiales en Inglaterra. Si el sábado se cerró el recuento con 12.872 infectados, el añadido de todos los perdidos durante el trasvase informático hizo que al domingo siguiente el número de caso fuera de más de 23.000. Si en algún momento las autoridades británicas confiaron en que estaban logrando aplanar la segunda curva, el nuevo fiasco ha revelado la incómoda realidad de que el Reino Unido pisa los talones a España o Francia.
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