Italia anuncia nuevas medidas de prevención ante el aumento de los contagios de coronavirus

El oasis italiano en la segunda ola de la covid-19 que azota a Europa empieza a desvanecerse. El país transalpino, pese a ser el primero que entró en la pandemia y de haberlo hecho de forma más virulenta, había aguantado hasta ahora el nuevo embate con unos datos de contagios e ingresos hospitalarios relativamente bajos. Especialmente, comparados con los de algunos vecinos como Francia y España. El incremento, sin embargo, ha sido notable en la última semana (el viernes se registraron 2.499 contagios, la cifra más alta desde el mes de abril, y 23 fallecimientos) y se tomarán nuevas medidas. El Gobierno ha decidido alargar el estado de alarma hasta el 31 de enero e instaurar la obligación de llevar mascarilla durante todo el día en lugares públicos y en la calle.

Los brotes crecen en distintos puntos del país, especialmente en la región de Lacio (Roma) y Campania (Nápoles), zonas que no fueron apenas golpeadas en los meses de marzo y abril. Pero se llevan la peor parte las regiones de Piamonte o Abruzzo, donde el índice de contagio ha vuelto a ser demasiado alto. La semana del 21 al 27 de septiembre había en Italia 3.266 focos activos, de los cuales 909 eran nuevos. En la semana precedente eran 2.868 y 832, respectivamente. El número de ingresos hospitalarios ha pasado de 2.365 a 2.845; los enfermos en UCI también crecen: de 222 a 254. La mayoría de focos siguen produciéndose en familia, pero empiezan a detectarse también problemas en las escuelas (ha habido al menos un positivo en 917 de ellas).

El Gobierno, por boca de su primer ministro, Giuseppe Conte, considera ahora también “una obligación moral” que los ciudadanos se descarguen la aplicación que facilita el rastreo de los contagios. La mascarilla ha pasado a ser obligatoria desde el sábado en la región de Lacio, que también había establecido por ley la vacuna contra la gripe (el tribunal de apelación lo ha revocado) para evitar colapsos hospitalarios y diagnósticos confusos entre gripe común y covid-19. “No estamos en el semáforo rojo todavía. Pero acaba de aparecer el ámbar”, ha señalado el ministro de Asuntos Regionales, Francesco Boccia, en La Repubblica. “Si comenzasen a llenarse los hospitales, podríamos tener que volver a las medidas de limitación de la libertad personal”, ha señalado respecto a la posibilidad de volver a confinamientos selectivos.

La situación en las escuelas preocupa al Gobierno. Por eso, ha ordenado producir cinco millones de test rápidos como los que ya se usan en los aeropuertos para los viajeros procedentes de países de riesgo por la covid-19 (como España o Francia) para que puedan ser usados en las escuelas y evitar confinamientos de clases enteras a través de una detección veloz. En la región de Lacio, además, han optado por comprar un millón de test salivares, que son menos agresivos y podrán empezarse a usar con los niños de menor edad.

El aspecto positivo respecto a los meses de marzo y abril es que la curva crece mucho más lentamente, el número de pruebas es muchísimo mayor y los contagios están distribuidos por todo el territorio. Un hecho, creen los expertos, que invita a pensar que no se llegará al colapso hospitalario en determinadas regiones, como sucedió al principio de la pandemia.

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