“Vacunaremos primero a sanitarios del servicio nacional y ancianos”
El ministro de Sanidad italiano, Roberto Speranza, explica las claves del combate contra la pandemia y asegura que no volverán a confinar a la población antes de la llegada de las vacunas a finales de año
El tsunami llegó de golpe, cuando todavía no había recetas ni manuales para combatirlo. Italia fue el primer país occidental golpeado por la pandemia de la covid-19 y tuvo que aprender sobre la marcha mirando a China de reojo. Fue a finales de febrero, y el resto de Estados occidentales tomaron nota de aquella trinchera construida a base de pruebas y errores. El confinamiento, las medidas de distanciamiento, la falta de mascarillas o los paquetes de ayudas económicas constituyeron un mensaje desde el futuro para el resto del mundo. Hoy, sin embargo, Italia ya no está a la cabeza en número de contagios y fallecimientos y es, en parte, gracias al diseño de la estrategia del Ministerio de Sanidad que dirige Roberto Speranza (Potenza, 41 años). En una entrevista con EL PAÍS, el ministro italiano -del partido Libres e Iguales- anuncia que Italia quiere realizar controles en los aeropuertos a todos los viajeros de la UE y que piensan reabrir las escuelas pase lo que pase de aquí a mediados de septiembre.
Pregunta. Ministro, ¿ha pasado lo peor o piensa Italia que puede volver a situaciones como las de marzo o abril?
Respuesta. Aquel nivel de dureza y presión sobre los servicios sanitarios se podrá evitar porque estamos más preparados y prevenidos. Pero el virus sigue siendo muy peligroso y sería un error bajar la guardia. Sin atención podemos tener problemas muy graves. Vienen meses difíciles porque la vacuna y las curas todavía tardarán algún tiempo más.
P. ¿Descarta otro confinamiento?
R. Sí, por los datos y la experiencia lo excluyo ahora. Y trabajamos para que no suceda, pero el nivel de atención debe ser alto e intervenir muy rápidamente con los focos. También las medidas de precaución y el comportamiento: lavado de manos, distancia, mascarilla… Hoy el índice de incidencia en Italia es de 23 casos por cada 100.000. Es sostenible, incluso respecto a otros países.
P. En Francia, el presidente Emmanuel Macron no lo excluye.
R. Yo en este momento sí.
P. ¿Cambiaría algo de lo que hizo cuando empezó la crisis?
R. Fuimos el primer gran país occidental golpeado y nadie tenía un manual de instrucciones, pero las decisiones fundamentales fueron correctas. Había dos modelos de fondo. Medidas rigurosas y proteger la salud antes que la economía; la otra era la inmunidad masiva. La que eligió Italia, imitada por la mayoría de países europeos, fue mejor. Los otros pagaron un precio altísimo y al final cambiaron de método.
P. ¿La transferencia de las competencias de sanidad y las distintas reglas regionales complicaron aquí la contención del virus?
R. En Italia hay un sistema en el que el monitoreo y los recursos vienen del Estado, pero las regiones tienen un papel muy fuerte. Trabajamos codo con codo porque las instituciones deben colaborar. Yo como ministro nunca he mirado el color político de ninguna región.
P. ¿Cuándo tienen previsto que lleguen a Italia las primeras vacunas?
R. Ahora solo hay candidatas y estamos invirtiendo en ellas con todos los recursos posibles. Algunas son prometedoras, como la de Oxford, que parece más avanzada y cuyo vector viral se produce en Pomezia y el envasado se hará cerca de Roma, en Anagni. La Comisión Europea ya la ha contratado y podría ser entregada a finales de año. La UE está firmando muchos contratos y están todos en fase avanzada. Así que el deseo es que lleguen a finales de año o principios de 2021.
P. ¿Quién recibirá las primeras dosis en Italia?
R. Los sanitarios del servicio nacional. Y luego los sujetos más frágiles y los ancianos, que son quienes han pagado el precio más alto en esta crisis.
P. En Italia hay un movimiento antivacunas fortísimo. ¿Será obligatorio en este caso vacunarse contra la covid-19?
R. Ahora es una discusión sin sentido. Nuestro problema hoy es conseguir la vacuna, y al principio tendremos pocos millones de dosis. Así que el problema será el contrario: seleccionar a quién se la podemos poner. Y nosotros lo haremos con los sanitarios.
P. ¿Será de distribución pública? Quiero decir, ¿no se permitirá su venta privada, como pasa ya con los test?
R. La vacuna será totalmente pública y gratuita para todos.
P. En España se ha hablado mucho del pasaporte inmunitario. ¿Usted cree en él?
R. No puede existir porque no está garantizada esa certidumbre. Pero creo, y lo propuse el viernes en la Comisión Europea, que debemos hacer todos los países pruebas en los lugares de intercambio como aeropuertos, donde los viajeros pasan de un territorio a otro. Es una lógica de respeto recíproco y máxima colaboración.
P. ¿También en las fronteras terrestres y ferroviarias?
R. Empezaría por aeropuertos. Pero si vamos a tardar todavía en tener la vacuna y las curas, es normal reforzar los controles en todos los lugares posibles. Si queremos evitar cierres fronterizos y proteger la libre circulación de personas, hay que hacerlos. Ha de ser normal y dentro del espíritu de colaboración.
P. Italia, sin embargo, ha empezado solo con España y algunos otros países en plena temporada turística.
R. Ampliaremos la lista de países en ese espíritu de reciprocidad. Mire, tengo una relación muy buena con mi homólogo, Salvador Illa, con quien hablo constantemente. España ha hecho un trabajo extraordinario y creo que los test en los aeropuertos deben ser parte de la nueva normalidad. En una fase de convivencia con el virus no debe alarmarnos. Cuantos más, mejor. También para los ciudadanos italianos en el extranjero.
P. Pero, ¿por qué eligió antes España que Francia este verano?
R. Por los datos y porque España es un lugar que muchos italianos eligen como destino turístico. También estaban Grecia, Malta o Croacia.
P. Entonces, ¿Italia ampliará los controles a todos los países aunque no lo coordine la UE?
R. Hemos hecho esa propuesta y la respuesta ha sido interesante. Von Der Leyen [presidenta de la Comisión Europea] también lo dijo: más test para dejar abiertas las fronteras. Es el arma que tenemos. Trabajo para que lo haga toda la UE. Pero si no, lo haremos a través de la relación directa con los otros países: es justo. Pero hay que trabajar juntos, como lo hemos hecho hasta ahora con España para buscar soluciones compartidas.
P. El gran objetivo ahora es el regreso a las aulas. Existe cierto temor a que el aumento de datos no lo permita.
R. Es el desafío fundamental. Todo lo que hemos hecho estos meses era para poder abrir las escuelas y que fueran seguras. Y en septiembre abrirán todas ellas. Trabajo en una nueva relación orgánica y estructurada entre el servicio sanitario nacional y el sistema educativo. Hemos compartido documentos y nos hemos reunido en la Conferencia Unificada (Gobierno nacional, regiones y provincias) para establecer las reglas de gestión en casos de contagio. Hemos invertido 2.900 millones de euros, contratado a 97.000 profesores, 2,4 millones de nuevos pupitres… Lo hemos dado todo porque es una cita fundamental. Pero el riesgo cero no existe.
P. En Francia los primeros tres días cerraron 22 escuelas. ¿Cómo se evita la exponencialidad de los contagios y el cierre de colegios?
R. Según nuestras reglas no bastará con un caso para cerrar una escuela entera. El departamento de prevención de Sanidad será quien lo valore, haga los análisis y diga cuáles son las medidas. Tenemos 8.000 escuelas y las abrimos todas. Luego será natural gestionar casos, focos… Pero si nos guiamos por el riesgo, no abriríamos nunca.
P. ¿Se decidirá escuela por escuela cuando haya contagios?
R. Hemos aprobado un documento de 24 páginas que prevé que cuando haya un caso positivo o un foco no se deje solo al colegio y profesores. El departamento de prevención de Sanidad hará una investigación epidemiológica y establecerá las medidas. Irán desde la cuarentena para una sola clase, PCR para algunos alumnos, o medidas más rígidas. Pero se valorará caso por caso. La clave es la nueva relación que hemos creado entre el servicio sanitario y las escuelas.
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