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“Los tíos en la discoteca siguen intentando ligar igual: se acercan, te cogen, te dicen...”

Jóvenes explican cómo determinados comportamientos no han cambiado con el coronavirus tras someterse al análisis de PCR por 11 positivos entre los trabajadores de un club de Valencia

Ferran Bono
Punto en el hospital de campaña de Valencia donde se están realizando análisis PCR.
Punto en el hospital de campaña de Valencia donde se están realizando análisis PCR.Mònica Torres

El hospital de campaña de Valencia instalado a los pies del enorme hospital de La Fe recibe desde esta mañana un goteo incesante de visitantes. Todos acuden a pie o en coche para someterse a las pruebas de PCR: unos porque se tienen que operar tras los aplazamientos causados por el coronavirus; otros porque presentan síntomas o riesgos por un brote laboral o familiar, y un tercer grupo porque acudió el 23 o el 24 de julio a dos conocidas discotecas de la ciudad donde se detectaron 11 casos positivos de covid-19 entre sus trabajadores el pasado fin de semana.

Este último grupo está formado mayoritariamente por gente joven que ha sido localizada por la dirección de las salas Umbracle y Mya, ambas cerradas ahora, al tener que incluir su correo electrónico con la compra de las entradas a través de tarjeta y de su página web. Entre este miércoles y mañana jueves, podrían pasar hasta un total de cerca de 1.800 personas, según los cálculos de asistencia a aquellas sesiones de la empresa Salamandra, gestora de las dos discotecas, una en la terraza y otra en los bajos de las instalaciones que forman parte de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.

Cristian, de 33 años, es uno de los que estuvo allí. “Yo llevaba mascarilla y solo estuve en la terraza. Pero había mucha gente sin mascarilla. A veces el personal de allí, que iba con mascarilla, advertía a los clientes de que se tenía que poner la mascarilla y distanciarse, pero luego cada uno mostraba un nivel de responsabilidad”, comenta este trabajador de una empresa start-up.

Otro joven, que prefiere no dar su nombre, pide que no se le fotografíe mientras se le toma una muestra a las puertas del hospital de campaña. “Al principio, todo el mundo se mostraba muy contenido, pero a partir de la segunda o tercera copa la gente se empieza a comportar como se hacía antes del virus, bailando, bebiendo, charlando, sin guardar las medidas de seguridad”, señala.

Tampoco dos amigas valencianas de 23 años quieren aparecer en las imágenes, si bien después acceden a hablar. Tenían muchas ganas de salir tras los meses de confinamiento y aseguran que la mayoría de los clientes de estas dos salas y de otras a las que han asistido acaba por no respetar las normas, si bien hay diferencias entre locales. ”De vez en cuando te dicen alguna cosa los trabajadores, pero la gente se acaba juntando bailando con todo el mundo”, dice una de ellas, ahora en el paro. “Cuando la gente lleva varias copas quiere levantarse”, comenta la otra, estudiante. Ambas vieron a Ever Banega, el jugador argentino de fútbol del Sevilla y exvalencianista en la discoteca, sin mascarilla, en una de las sesiones de la pasada semana.

Las dos amigas destacan el ambiente que había en las discotecas Mya y Umbracle y la nutrida presencia de extranjeros —”de erasmus, de turistas”—. También subrayan que el virus no ha cambiado determinados comportamientos en una discoteca, sobre todo conforme avanza la noche. “Mucha gente va a lo que va, a ligar. Y los tíos en la discoteca siguen intentando ligar igual: se acercan, te cogen, te dicen... En fin, nosotras pasamos, pero es así”, asegura una, mientras la otra asiente.

Ambas reconocen estar expuestas, pero tampoco se muestran especialmente temerosas por contagiarse. “Yo vivo sola y no me acerco a personas mayores”, apunta. “Yo vivo con mis padres, que no son muy mayores y ellos trabajan y también están expuestos en su trabajo”, interviene la otra. Lo que está claro, coinciden las dos, es que la gente joven tiene muchas ganas de salir y en “Instagram no ves más que gente de fiesta“. No obstante ahora reconocen que se pensarán mucho más la próxima vez tomar más medidas.

El 45% de los contagios en la Comunidad Valenciana se detecta en el ámbito familiar, el 22,6% en el de los de amigos y el 22,4 en el ocio nocturno, según los datos de la Consejería de Sanidad. El resto se produce en el ámbito laboral, en los viajes o en otras circunstancias. La semana pasada se realizaron voluntariamente casi 600 pruebas PCR por sendos brotes en las discotecas Oasis de Santa Pola y Ébano de Peñíscola. Dieron positivo 59 personas, un 10%.

Carlos, responsable de Salamandra, gestora de Mya y de Umbracle, asegura que se está estigmatizando al sector nocturno. “Nosotros cumplimos las normas, tal cual dice el decreto. El problema es que casi nadie se lee el decreto y luego se sacan fotos de gente bailando y parece que están todos juntos, cuando cada uno está en su espacio, en su mesa”, asegura. Es muy difícil controlar todo el rato y puede que en algún momento la gente se venga arriba o que haya algún descontrolado, pero siempre estará más controlada en un local que en el tardeo o en el botellón, por ejemplo”.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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