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Fallece la abogada Gisèle Halimi, icono del feminismo en Francia

La también exdiputada, de 93 años, fue clave en la lucha a favor del derecho al aborto y en la criminalización de la violación

La abogada Gisèle Halimi (segunda por la izquierda), tras el histórico juicio de 1972, que abrió la puerta a la despenalización del aborto tres años después en Francia.
La abogada Gisèle Halimi (segunda por la izquierda), tras el histórico juicio de 1972, que abrió la puerta a la despenalización del aborto tres años después en Francia.- (AFP)
Silvia Ayuso

En la historia del feminismo en Francia hay un antes y un después de la conquista del derecho al aborto, en 1975. Un hito que justamente se vincula a la entonces ministra de Sanidad Simone Veil, pero que no se habría logrado sin el trabajo hercúleo de otra mujer clave en la lucha de las francesas por sus derechos, la abogada Gisèle Halimi. La que fuera durante décadas amiga y compañera de batallas de otro icono del feminismo, Simone de Beauvoir, ha fallecido este martes en París, un día después de cumplir los 93 años.

“Se ha apagado serenamente”, declaró el menor de sus tres hijos, Emmanuel Faux, a la Agencia France Presse. Falleció tras tener “una bella vida”, celebró.

Bella, agitada y combativa hasta el final. “Me sigue sorprendiendo que las injusticias contra las mujeres no susciten una revuelta general”, decía todavía en 2019 en una entrevista en Le Monde, en la que defendía la necesidad “más que nunca” de continuar la batalla feminista.

Un combate que le debe a Halimi momentos clave. Como el conocido como “proceso de Bobigny”, cuando en 1972 defendió a una adolescente de 16 años, Marie-Claire Chevalier, y a su madre, acusada de haber ayudado a abortar a su hija. Halimi hizo de su defensa una reivindicación de la despenalización del aborto. La absolución de la joven y la condena exenta de cumplimiento para la madre son unánimemente consideradas el precedente que abrió la puerta a la ley del aborto de Veil, una causa por la que la abogada ya llevaba tiempo luchando. Un año antes del famoso juicio, Halimi había fundado con Simone de Beauvoir y Jean Rostand el colectivo Choisir (elegir) que luchaba por el derecho al aborto: “el último recurso de una mujer cuando no tiene posibilidad de elegir”, recalcaba. Elegir, insistía décadas después, significa “el derecho elemental de las mujeres a elegir si quieren procrear o no”. Halimi también fue una de las signatarias en abril de 1971 del famoso manifiesto en la revista Le Nouvel Observateur en el que 343 mujeres conocidas, como Simone de Beauvoir, François Sagan o Catherine Deneuve, afirmaban haberse sometido a un aborto.

Logrado este derecho, Halimi se sumergió en otra lucha pendiente: el reconocimiento de la violación como un crimen. La abogada fue la protagonista de otro proceso clave en esa batalla: en 1978, representó a dos jóvenes belgas que habían acusado a tres hombres de haberlas violado. La condena a los agresores abrió nuevamente la vía a un cambio legal que, en 1980, haría de la violación un crimen punible con hasta 15 años de cárcel.

La pasión y hasta la rabia que le llevaron a elegir la abogacía como profesión —la injusticia, decía, le resultaba “físicamente intolerable”— las llevaba muy dentro desde pequeña. Nacida el 27 de julio de 1927 en la Goulette, Túnez, en el seno de una modesta familia judía, Zeiza Gisèle Elise Taïeb empezó ya de niña a rebelarse contra el destino que parecía venirle determinado por el mero hecho de haber nacido mujer. A los 10 años emprendió una huelga de hambre para rebelarse contra el hecho de que le obligaran a realizar tareas domésticas “de las que mis hermanos estaban exentos”. Seis años más tarde, rechazó casarse y logró partir a Francia, donde estudió Derecho y Filosofía.

Nada más obtener el diploma, regresó en 1949 a Túnez, donde trabajó a favor de la independencia de su país, una convicción anticolonialista que también la llevó a defender a miembros del FLN durante la guerra de Argelia. Su lucha política —llegaría a diputada no afiliada pero vinculada al Partido Socialista— también la llevó a España, país que visitó en repetidas ocasiones y donde asistió en diciembre de 1970 al juicio de Burgos contra 16 miembros de ETA como representante de la Federación Internacional de Derechos Humanos. También es una de las fundadoras de la organización Attac (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana) en 1998.

De su primer matrimonio en 1956 con Paul Halimi le quedaron sus dos hijos mayores y el apellido, pero su pareja fue realmente Claude Faux, secretario de Jean-Paul Sartre, y con quien tuvo a su tercer hijo, Emmanuel.

Halimi, cuyos juicios han sido llevados al cine y la televisión en varias ocasiones, también era una apasionada de la escritura. Es autora de una quincena de libros. Su muerte ha conmocionado al mundo del feminismo y de la política.

“Para Gisèle Halimi, el feminismo era un humanismo. Francia pierde a una republicana apasionada que, como abogada, militante y diputada, fue una gran luchadora por la emancipación de las mujeres”, dijo en Twitter el presidente francés, Emmanuel Macron. “Defensora infatigable de los derechos de las mujeres, magnífica escritora, militante decidida”, lamentó su amiga y ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, antigua ministra de Sanidad con el Gobierno de Nicolas Sarkozy. “Combatiente incansable de los derechos de las mujeres, denunciadora de las torturas perpetradas por la colonización. Nunca la olvidaremos”, prometió también la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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