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El uso de mascarilla será obligatorio en espacios cerrados y en la vía pública si no se puede garantizar la distancia

Sanidad publicará una orden para regular su utilización, que ya es preceptiva en el transporte público, en los próximos días

Ambiente en las calles de Terrassa (Barcelona) este lunes. En vídeo, el Gobierno y las autonomías acuerdan la obligatoriedad de las mascarillas. Vídeo: Cristobal Castro / ATLAS
Elena G. Sevillano

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El uso de mascarillas será obligatorio no solo en el transporte público sino también en todos los espacios cerrados y en la calle cuando no se pueda garantizar la distancia mínima entre personas. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, adelantó el domingo que se estaba barajando ampliar el uso más allá de los transportes, pero se desconocían los detalles. El Gobierno y las comunidades autónomas han acordado esta tarde en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) ampliar el uso de mascarillas de forma que este será, por tanto, preceptivo en autobuses, metro, tren y taxi, como hasta ahora, y también en espacios cerrados y en la vía pública “si no es posible garantizar la distancia mínima de seguridad de dos metros”, según ha informado Sanidad.

Las recomendaciones, primero, y la obligación, después, sobre el uso de mascarillas han ido variando desde el inicio de la crisis del coronavirus. Primero estaba desaconsejado que personas asintomáticas las llevaran, después pasaron a ser recomendables y finalmente se hizo de obligado cumplimiento usarlas para acceder al transporte público. Hasta ahora, su uso era “muy recomendable” en los lugares donde no se pudiera respetar la distancia de seguridad de dos metros. A partir de la publicación de la orden que regulará su utilización, será obligatorio llevarlas para entrar a comercios o cualquier otro recinto cerrado. En el texto se clarificará en qué condiciones deberán llevar los ciudadanos mascarillas también por la calle.

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Para la población general se recomiendan dos tipos de mascarillas: las quirúrgicas y las higiénicas. Están pensadas para evitar que la persona que la lleva pueda contagiar al resto. Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) también han ido cambiando a medida que avanzaba la pandemia. Al inicio (y hasta principios de abril) solo se indicaban para las personas que tuvieran síntomas de padecer la enfermedad, además de los profesionales sanitarios y quienes estuvieran al cuidado de enfermos. Se creía que quienes estaban asintomáticos o sin apenas síntomas no eran capaces de transmitir la enfermedad. El mayor conocimiento de los mecanismos de transmisión ha mostrado posteriormente que un infectado sin síntomas puede contagiar.

A las recomendaciones de los organismos se añadía un problema de escasez. El coronavirus sorprendió a las administraciones, que no contaban con suficiente material, y el poco que había se destinaba al uso del personal sanitario. A principios de abril, Julio García, portavoz de la Sociedad Española de Microbiología Clínica (Seimc) explicaba a EL PAÍS: “Si hubiera mascarillas disponibles y todo el mundo pudiera disfrutar de ellas, no estaría de más usarlas”. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, también lo reconoció aunque de una forma menos explícita: “No podemos recomendar algo que no se pueda cumplir”.

La semana pasada Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, respondía así a una pregunta sobre si debería ser obligado el uso de mascarillas: “No voy a pronunciarme a favor o en contra de la obligatoriedad. Ahora hay una muy alta recomendación para cualquiera que salga a la calle. La obligatoriedad [es] sobreactuar un poco, puede estar bien, pero tenemos que incidir quizás más en otros aspectos. La mejor mascarilla son dos metros de distancia”. Simón, como otros expertos, advertía de que para algunas personas usar los tapabocas puede ser un problema: enfermos de EPOC, quienes sufren ansiedad o alguna restricción respiratoria.

Es importante usar correctamente las mascarillas: salvo que sean reutilizables, en general no se pueden usar más de cuatro horas (las quirúrgicas) y hay que evitar tocarlas mientras se llevan puestas.


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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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