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Castilla y León, Cataluña y Madrid tuvieron que multiplicar por 2,5 las camas UCI en el peor momento de la crisis

La primera semana de abril fue la de más demanda de cuidados intensivos, aunque en ocho comunidades no se llegó a la saturación

Sanitarios en la UCI del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, este domingo.
Sanitarios en la UCI del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, este domingo.Massimiliano Minocri

La crisis sanitaria causada por el coronavirus tuvo una manifestación evidente en la necesidad que tuvieron muchas comunidades de aumentar las camas dedicadas a cuidados intensivos. Las tres comunidades que más han sufrido la pandemia también fueron las más exigidas en este aspecto. Cataluña, Madrid y Castilla y León tuvieron que multiplicar por 2,5 el número de plazas de intensivos que tenían, según los datos de ocupación que han reportado y tomando como base el catálogo de servicios de la web del Ministerio de Sanidad.

En el inicio de la desescalada surge otro problema. ¿Cuántas de estas camas se deben dejar en reserva, en previsión de posibles rebrotes de la pandemia? Y una duda. Aunque los criterios del ministerio para acordar la relajación de medidas con las comunidades solo hablan de que notifiquen el número de camas de UCI de que disponen y qué porcentaje está ocupado todavía por enfermos de la covid-19, el ministro Salvador Illa llegó a definir como indicador que puedan aumentar en hasta 20 camas por 100.000 habitantes en cinco días su dotación. Pero no se sabe si se refiere al máximo ya alcanzado, a la cifra actual o a la que tenían antes de improvisar miles de puestos.

La urgencia del momento y la variedad de las soluciones ha hecho que en muchos territorios no se haya elaborado siquiera un registro de cuántas camas llegaron a usarse, como bien sabe Alejandro Rodríguez, responsable del Registro Covid-19 de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc). Este periódico ha calculado la ocupación basándose en los datos que Sanidad notifica cada día y tomando una estancia media en las unidades de 17 días.

Esta última cifra es muy difícil de calcular, advierte Rodríguez, quien explica que por los primeros datos que está recogiendo en su observatorio (ya tiene los de 400 personas), entre los pacientes con covid que ingresaron en las UCI se pueden establecer tres grupos. Uno, el de los que fallecieron, que en general lo hicieron pronto, en menos de 10 días desde que fueron admitidos en la unidad de intensivos. Otro grupo que son pacientes de muy larga estancia, con medias de 30 días en la UCI. Y, por último, la mayoría de los casos son personas que entran en intensivos pero superan la enfermedad y que pasan en la unidad de media entre 10 y 15 días. Por eso esta proyección se ha hecho sobre 17 días.

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El intensivista explica que por eso aunque ahora se estén produciendo pocos ingresos en las UCI (hoy el número total de camas ocupadas solo ha subido en 36, aunque ese número no corresponde solo a las entradas, porque hay que descontar los pacientes que salen de las unidades ya sea porque no sobreviven o porque mejoran y pasan a otros servicios del hospital), cuesta que la cifra de ocupación baje al mismo ritmo que disminuyen los ingresos, ya que el grupo de pacientes que tienen procesos más largos permanecen y aumentan la cifra de capas que se requieren.

Con estas premisas, si en toda España había en la sanidad pública antes de la crisis unas 4.300 camas de UCI, en los 10 primeros días de abril que es cuando la epidemia llegó a su máximo, pudo tener más de 5.000 dedicadas solo al coronavirus, aunque repartidas de manera muy irregular.

Además de las tres comunidades ya mencionadas, otras que según este modelo han tenido momentos de apuro son Castilla-La Mancha, País Vasco, Navarra y La Rioja. En ellas el número de ingresados máximo en un día, según este modelo, multiplicaría por 1,5 o 2 la capacidad de las UCI instaladas a primeros de 2019, que son los últimos datos que ofrece de Sanidad.

Que otras comunidades no salgan en esta relación de las que han tenido que multiplicar su capacidad total para afrontar la crisis causada por la covid-19 no quiere decir que algún centro en concreto de esos territorios no se haya visto con problemas. Puede ser el caso de Andalucía, donde ha habido importantes focos en Granada y Málaga, pero una incidencia muy baja de la enfermedad en Huelva, por ejemplo. El hospital Virgen de las Nieves de Granada ha llegado a tener toda su UCI ocupada por personas con covid. Pero esto no ha sido posible en muchos centros. Por mucho que hayan reducido otras actividades y se hayan quedado con solo las cirugías inaplazables, hay que tener en cuenta que parte de las instalaciones de intensivos han tenido que dedicarse a estos pacientes.

Teniendo en cuenta en el modelo que no todas las camas se usaron para pacientes con coronavirus (sobre todo al principio y luego ya a partir de la última semana de abril, cuando se había pasado el pico de la epidemia), otras comunidades que han pasado momentos muy duros en datos generales son Aragón, Galicia y Cantabria, aunque la Consejería de Salud de la primera lo solucionó en parte acudiendo a las instalaciones de la sanidad privada, y la de la última contaba con el enorme poder del hospital de Valdecilla, que es un centro de referencia nacional.

Según este modelo, las que de una manera general han pasado menos estrecheces tomadas como una unidad han sido Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Valencia, Extremadura y Murcia.

Parámetro para la desescalada

Uno de los criterios que se van a utilizar para decidir el ritmo de paso a medidas más laxas de las comunidades es su capacidad de aumentar el número de camas de UCI si la epidemia empeora cuando aumente la movilidad de la población. En el cuadro de criterios que publicó el Ministerio de Sanidad el viernes pasado o se expresa, pero el ministro, Salvador Illa, habló de la posibilidad de crear entre 12 y 20 camas por 100.000 habitantes. Pero no se ha aclarado si se refiere además de las ya instaladas o sobre las que tienen en situación normal. El margen que tiene cada comunidad, por tanto, no se sabe. Algunos Gobiernos regionales han manifestado que van a dejar parte de las nuevas dotaciones que se vieron obligados a improvisar en reserva por si acaso. Todo en previsión de que haya un rebrote de la enfermedad y se vuelvan a necesitar. Y siempre con la advertencia de médicos u enfermería de intensivos de que las camas no sirven sin equipamiento como los respiradores y, sobre todo, personal especializado (y debidamente protegido).

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