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San Sebastián contacta por teléfono con las 30.000 personas mayores confinadas en sus casas en la ciudad

El Ayuntamiento donostiarra activa el mayor operativo en el ámbito de los servicios sociales para acompañar y atender a la tercera edad en plena crisis del coronavirus

Unos cuidadores atienden a una persona mayor.
Unos cuidadores atienden a una persona mayor.Javier Hernández
Mikel Ormazabal
San Sebastián -

Las personas mayores de 65 años que habitan en San Sebastián han recibido esta última semana una llamada telefónica del Ayuntamiento. Se ha contactado con 20.000 hogares donde viven 30.000 personas, la población más sensible y vulnerable de la ciudad durante este periodo de confinamiento domiciliario forzoso. La iniciativa municipal tiene el doble objetivo de transmitir a los mayores que no están solos y, al mismo tiempo, tenderles la mano para ayudarles en lo que requieran. Es un “estamos aquí”, “contad con nosotros para lo que necesitéis”, explica Eva Salaberria, coordinadora de esta campaña. Es el mayor operativo en el ámbito de los servicios sociales que el Consistorio ha puesto en marcha hasta ahora.

Un ejército de 140 voluntarios, todos empleados del Ayuntamiento, se ha dedicado desde el pasado miércoles a telefonear a toda la población anciana que vive sola o con otra persona mayor. En un tiempo récord, los operadores municipales han conseguido en una semana contactar con una cuarta parte de los hogares de la ciudad (en San Sebastián hay 77.058 en total, según un informe municipal de 2018) y tomar nota de cuál es su situación personal. “Les hemos preguntado qué tal se encuentran, si están recibiendo ayuda de familiares o amigos y si necesitan algún tipo de acompañamiento”, detalla Salaberria.

A Maite Garde, de 90 años, le llegó hace varios días una carta de la concejala de Servicios Sociales, Aitziber San Román, con recomendaciones para sobrellevar la cuarentena y, pocos días después, le llamaron del Ayuntamiento: “Vivo sola y recibo de vez en cuando la visita de mi hijo. Les pedí si podían facilitarme un salvoconducto para que mi hijo pueda venir a casa más a menudo y para la asistenta que me ayuda en casa con los recados y la limpieza. Parece que no es posible y por eso tienen que llevar una fotocopia de mi DNI”, comenta. Garde, a quien con seis años el bombardeo de Gernika le sorprendió refugiada con su madre y un hermano de un año en la estación de tren de esta localidad vizcaína, cumple a rajatabla el aislamiento pese a que se declara “muy callejera”. “Ahora estoy obligada a quedarme en casa y me dedico a leer todas las esquelas y el periódico de punta a cabo”, añade.

La mayoría se encuentra en “buenas condiciones” y “bastante bien asistidos”, aunque han encontrado a personas que han aceptado la ayuda. El Ayuntamiento les pone en contacto con las redes de ciudadanos que se han formado en los barrios para que estos grupos se encarguen de hacerles la compra, llevarles medicamentos o ayudarles en tareas de la casa. “Todos han agradecido enormemente la llamada”, asegura la coordinadora de esta iniciativa de Donostia Lagunkoia (Donostia Solidaria), cuya misión es hacer la ciudad más amigable a la tercera edad: “Ha tenido un efecto terapéutico, porque los mayores se sienten así más arropados. Muchos tienen a sus hijos al lado, reciben visitas de amigos y los vecinos también se están volcando con ellos en estos momentos de crisis. Pero nosotros queremos que sepan que la primera institución de la ciudad está pendientes de ellos y dispuesta a ayudarles en lo que sea”.

La parte más delicada de esta misión, sostiene Salaberria, es observar que algunos mayores están viviendo la epidemia desatada por el coronavirus con “angustia y confusión” por el gran volumen de noticias e información que reciben. “El confinamiento pesa en estas personas, se hace duro el día a día, aunque nos han demostrado que son muy resistentes. Muchos nos dicen: ‘Hemos pasado por momentos muy duros en nuestra vida y este también lo superaremos”, cuenta la responsable del proyecto.

La llamada del Ayuntamiento también sonó en el domicilio de Aurora Martínez, de 83 años, que vive con su marido, dos años mayor: “Nos llamó una persona muy cariñosa y, la verdad, me causó una buenísima impresión porque es una señal de que no se han olvidado de nosotros y nos tienen muy presentes. A nosotros nos han llamado dos veces. Le comenté a una amiga de Madrid que el Ayuntamiento nos llamó para interesarse por nosotros y se quedó muy sorprendida”. Cuenta que ambos se encuentran muy bien de salud y que reciben el auxilio de sus hijas: “Nos dejan los encargos en la puerta de casa y ni siquiera pasan adentro para evitar contagios”.

El equipo encargado de telefonear a todos los mayores de 65 años se ha nutrido de trabajadores de varios departamentos municipales (Urbanismo, Medio Ambiente, Cultura, Turismo...). Entre los voluntarios que han realizado las llamadas figura el propio alcalde de la ciudad, Eneko Goia (PNV). Son un grupo creado para la ocasión y que refuerza al de Servicios Sociales, que es el que se encargará de gestionar un plan asistencia para aquellos casos que durante las entrevistas telefónicas hayan manifestado algún tipo de atención urgente. Todos han recibido un número de teléfono al que pueden llamar en el caso de necesitar ayuda. No obstante, el Ayuntamiento tienen previsto mantener este contacto en adelante porque “la situación es muy variable y más en este colectivo tan vulnerable”. Arantxa Garmendia, de 79 años, también agradeció el “detalle” del Ayuntamiento: “Fue una sorpresa y me gustó cómo nos trataron. Estamos muy agradecidos”, dice también en nombre de su marido, y espera que “dentro de 15 días vuelvan a llamar, como nos prometieron, porque hoy estamos bien y tenemos el apoyo de los hijos, pero quién sabe cómo estaremos mañana”, explica.

En la atención a las personas que viven en soledad, la ONG AdinKide sigue ofreciendo “acompañamiento afectivo” aunque solo puede hacerlo de forma telefónica y mediante el envío de cartas. Todos los días se les toma el pulso para que no caigan en el desánimo o en la angustia, comenta Leire García, responsable de esta organización en San Sebastián. El Ayuntamiento remarca que “en este momento tan delicado ha querido dar prioridad a los más desprotegidos”. Pone a plena disposición de estos a toda la red de voluntarios y a los técnicos de los servicios sociales, que “ahora están trabajando a destajo, pero cuando esto pase van a ver multiplicada su tarea por las secuelas que va a dejar esta crisis del coronavirus”, señala Salaberria.

Estas son algunas de las reacciones y comentarios que el equipo de operadores ha recibido de las personas con las que han conversado por teléfono: “Yo estoy bien pero me preocupa mucho mi vecina del cuarto. Lleva días sin abrir la persiana, pero como me da miedo salir. ¿Se pueden interesar ustedes, por favor?”; “Tengo el frigorífico más lleno que nunca, mis hijos me lo llenan”; “Mi teléfono móvil solo es para llamar, ahora me arrepiento porque podría estar viendo a mis nietos, pero cuando se acabe esto me lo compro” o “Mi marido está ingresado por un ictus, no sabe cómo le agradezco su llamada".

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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