Las primeras muertes en España destapan casos ocultos de Covid-19
Ninguno de los tres fallecidos había sido diagnosticado por el coronavirus, lo que indica que el patógeno lleva al menos cuatro semanas circulando sin ser detectado
Los diagnósticos por coronavirus en España, que este jueves superaron los 260 casos, mantienen desde hace una semana una marcada tendencia al alza. Desde el pasado martes, además, ha empezado a crecer también la cifra de fallecidos, que ya son tres después de que la Comunidad de Madrid diera a conocer este jueves la muerte de una mujer de 99 años en la capital. Lo llamativo de ambas cuentas es que, por ahora, no tienen ninguna relación entre sí. Es decir, ninguno de los fallecidos había sido diagnosticado de Covid-19, lo que abre nuevos interrogantes sobre la llegada del virus a España y su propagación antes de ser detectado.
“Estas muertes apuntan a que el virus llegó antes de lo pensado”, afirma Antoni Trilla, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic (Barcelona). “Lo que vemos ahora son los casos más graves de las infecciones ocurridas hace varias semanas. ¿Cuántas fueron? Por ahora no lo sabemos. ¿Cuándo empezaron? Tampoco”, admite.
Las dinámicas del SARS-CoV-2 facilitan que pase desapercibido tras aterrizar en un país. En términos generales, serán personas jóvenes y de mediana edad, que viajan y se mueven más, las susceptibles de contraer y transmitir el virus. “Serán también las que tendrán síntomas más leves y recurrirán menos al sistema sanitario”, añade Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra.
Indetectable para el sistema —que hasta hace solo 10 días tenía en cuenta a aquellos con síntomas y que hubieran viajado a China— el virus empezó a llegar hace ya semanas, según todas las evidencias, a los pacientes más vulnerables: los mayores. La mortalidad, inexistente en los menores de 9 años, es inferior al 0,4% hasta los 49 años, empieza a escalar a partir de esa edad hasta situarse en el 15% a los 80 años.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la incubación del virus dura una media de cinco días. Los pacientes que desarrollarán neumonía, tardarán siete días en hacerlo. Y, en los casos más graves, la muerte llegará una semana más tarde. En total, según las estimaciones de los expertos y teniendo en cuenta los contagios entre casos leves ocurridos, cuando empiezan a producirse muertes es que el virus lleva al menos cuatro semanas circulando sin ser detectado. “Los fallecimientos y los casos más graves son solo la punta del iceberg, que es lo que empezamos a ver ahora”, apunta Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).
La primera de las muertes registrada en España ocurrió el 13 de febrero, aunque el paciente, un hombre de 69 años, había viajado a Nepal, lo que dificulta seguir el rastro de la infección. El caso fue descubierto por una necropsia y ahora la Generalitat Valenciana investiga otros dos fallecimientos. A la segunda muerte, registrada el miércoles en Bilbao en un hombre de 86 años, se sumó este jueves la tercera de Madrid. Y en los hospitales españoles hay 10 personas ingresadas en la UCI en estado grave, según el Ministerio de Sanidad. Son estos casos, y los que con seguridad se producirán en los próximos días, los que dibujarán la magnitud del brote. La gran preocupación es si pueden repetirse en España las impactantes cifras de Italia, que anoche llevaba casi 4.000 casos y 148 fallecidos, 98 de ellos en solo tres días. Con estos datos la incidencia en el país ya es mayor que la registrada en China en relación a su población.
“Tenemos datos para pensar que no”, sostiene Jesús Rodríguez Baño, jefe del servicio de enfermedades infecciosas del hospital Virgen Macarena (Sevilla) en una posición que comparten todos los expertos consultados. “En Italia, desde el primer momento, tuvieron muchos casos de neumonía grave, el primer día registraron dos fallecimientos y el aumento de casos ha sido espectacular. Cuando se dieron cuenta, tenían el virus muy diseminado entre la población de mayor riesgo. En España no hemos llegado a eso”, añade.
Pero los expertos tampoco ocultan que hay señales para la preocupación, con noticias diarias que revelan que la circulación comunitaria existe y es mayor de lo previsto. Ni siquiera la subida de las temperaturas que llegará en breve será una ayuda para mitigar el problema.
"Estamos trabajando con la hipótesis de que la enfermedad seguirá con la intensidad actual entre cinco y siete meses más y que luego probablemente quede amortiguada durante un tiempo hasta que el virus regrese el próximo invierno”, explica Benito Almirante, jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Vall d’Hebron (Barcelona).
Sanidad considera que la incidencia sigue siendo baja en España respecto a países como Italia y se mantiene en la fase de contención, explicó el ministro de Sanidad, Salvador Illa. “Sanidad es la que va a ir indicando la progresión de las distintas fases de alerta sanitaria si procede, que de momento, no procede”, afirmó Illa.
“Lo importante es reducir la circulación del virus y las medidas adecuadas son las que se están aplicando según es necesario”, defiende Joan Ramón Villalbí, vocal y expresidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas). “Aislar a los enfermos, realizar estudios de contactos, confinar a cada caso sospechoso de haberse contagiado... Es el único camino para contener el virus”, dice. Para Pere Godoy es importante que la población tome conciencia de que “con estas medidas se logra cortar las cadenas de transmisión del virus y se evita que llegue a las personas mayores, los más vulnerables”. “Son medidas que hay que aplicar en cada caso, todos importan. Aislarte hoy puede salvar vidas mañana”, insiste.
Sobre la mortalidad que puede alcanzar el virus en España, los expertos consideran que no subirá a las tasas de otros países. “Se acercará al 1% del total de casos diagnosticados”, explica Almirante. “Es menor que la de otros países, donde superan el 3%. Pero esto se debe a que en los primeros momentos de una epidemia se identifica a los casos más graves y cuando estos ya tienen la patología más desarrollada. Con una adecuada asistencia, las medidas de salud pública adecuadas y contando todos los casos leves, la mortalidad tiende a reducirse”, sigue Almirante.
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