Estancamiento a la baja
En España sigue habiendo una importante brecha entre el norte y el sur. Deberíamos aprender de las comunidades que lo hacen mejor
PISA 2018 muestra un panorama de estancamiento a la baja en España. No contamos con los datos en lectura, y los datos en matemáticas y ciencias, si bien están prácticamente en los márgenes de error de ediciones anteriores, están entre los valores más bajos de la serie que comienza en 2000. Si analizamos las diferencias por comunidades autónomas, vemos que este estancamiento a la baja se debe a una disminución en las comunidades autónomas con mejores resultados, como Castilla y León y Madrid. Por su parte, las comunidades de bajos resultados se han mantenido.
Más allá de los problemas técnicos de esta última oleada, los datos no deparan grandes sorpresas. Más bien llama la atención que los importantes cambios sociales y económicos en general, y educativos en particular, que hemos vivido en los últimos dieciocho años no se noten de forma sustancial en los datos de PISA. En términos territoriales sigue habiendo una importante brecha entre el norte y el sur, que en esta ocasión se ha reducido en parte por los pobres resultados del norte. Las diferencias internas en España son tan grandes como las diferencias entre países, por ejemplo, 518 puntos en Matemáticas en Navarra frente a 452 de Canarias, lo que podría equivaler a más de un curso académico.
Ambas comunidades han sufrido los mismos cambios de leyes educativas orgánicas, forman y seleccionan al profesorado de forma parecida y permiten a las familias elegir entre escuela pública y concertada. Es decir, con las mismas reglas de juego se obtienen resultados educativos muy diferentes. Antes de ponernos a analizar qué es lo que sucede en países con buenos resultados, estaría bien que aprendiésemos de las comunidades que lo hacen mejor, dado que será más fácil de adaptar el modelo escolar gallego o navarro que el finés o el chino.
A la hora de comparar entre autonomías, debemos tener en cuenta que el nivel de competencias presente sigue mostrando una fuerte asociación con las tasas de alfabetización en el siglo XIX. Esto indica dos evidencias. Por un lado, lo que mide PISA no es arbitrario, y guarda relación con el nivel cultural de la población. Por otro lado, el ruido con el que se recibe cada oleada oculta el peso de la inercia histórica. Esto no nos debe llevar a caer en el derrotismo, más bien nos debe llevar a valorar en positivo los progresos que se puedan hacer teniendo en cuenta de dónde partimos.
José Saturnino Martínez es profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna.
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