La mitad de las mujeres en Marruecos sufre violencia de género
Una encuesta revela que solo el 6,6% de las víctimas denuncian a sus agresores
Sukina, una mujer de 30 años, está sentada frente a Amina Elabuni, secretaria de la Unión de Acción Feminista, organización que se dedica a asesorar y acoger a mujeres maltratadas en Marruecos. La madre de Sukina asiste a la reunión en silencio mientras sostiene a su nieto, de apenas un mes de vida. La entrevista se desarrolla a mediados de junio en la sede de la asociación en Rabat.
En Marruecos suele festejarse el séptimo día del nacimiento del niño, cuando se le otorga el nombre al bebé. Ese mismo día, después de que los invitados se hubieran marchado de casa, el marido de Sukina comenzó a golpearla y le dijo que se marchara, que no la quería. Sukina vive ahora en casa de su madre, está tramitando una denuncia e intenta que el marido asuma su responsabilidad como marido y como padre. Es decir, si se quiere divorciar, que pague una pensión, cosa que el hombre no pretende hacer.
Una de cada dos mujeres en Marruecos sufre violencia de género según revela la segunda encuesta nacional publicada el pasado 14 de mayo por el Ministerio de Solidaridad, Familia y Desarrollo Social. La primera se efectuó en 2009 y fue publicada en 2012. La situación ha empeorado, según las cifras. En 2009, la violencia en espacios públicos era del 9,7%. Ahora es del 12,4%. Y en cuanto al porcentaje de mujeres que han denunciado a sus agresores, solo el 6,6% lo han hecho. En España es un 25%.
Amina Elabuni lleva seis años asesorando a mujeres maltratadas. “Las escucho, las asesoro, les tomo todos los datos. Y después de haber hecho todo eso, la mitad de ellas dicen que es igual, que no van a denunciar a sus agresores, que normalmente son sus maridos. Y después regresan y regresan y regresan. El problema es que muchas de estas mujeres no tienen nada de nada. Recibimos mujeres golpeadas terriblemente. Sin trabajo, sin formación… Algunas no saben ni siquiera decirme la dirección en la que viven. Por supuesto, desconocen todos sus derechos”.
Elabuni señala que en Marruecos es muy difícil luchar contra la tradición. “Hay un refrán que dice: ‘Una cabeza con velo no es lo mismo que una cabeza sin velo’. Y el velo de la mujer es el hombre, su marido. Eso es lo que la hace respetable. Es muy difícil para ellas denunciar a sus maridos. Y después están las familias. En Marruecos no se casan solo dos personas, sino dos familias. Y es muy importante lo que ellas digan. En el caso de Sukina, yo creo que el marido actúa por presión de su propia familia, que no quieren a Sukina”.
Fatima el Maghnaui, directora de la asociación Unión de Acción Feminista cree que en la última década ha habido avances legales contra la violencia de la mujer. “Sin embargo, el número de mujeres víctimas ha aumentado. Una de las razones es que las mujeres han tomado coraje y se atreven a contar sus casos. Y también sus familias se atreven. Ahora, al menos hay padres que vienen a denunciar la violación de sus hijas. Hace algunos años hablar de violación parecía totalmente prohibido”.
Durante los tres últimos meses las estudiantes holandesas Esther Meesink y Eva Jasingh han trabajado como becarias en la sede de la Unión de Acción Feminista. Cuando se despidieron del equipo el miércoles 12 de junio destacaron un mensaje positivo por encima de todas las tragedias de mujeres maltratadas que escucharon. “Una vez que las mujeres tomaban conciencia de sus derechos, una vez que aprendían que aunque el marido las eche de casas ellas tienen derecho a dormir bajo el mismo techo que sus hijos, las mujeres se sentían empoderadas”.
“La ley ha cambiado en Marruecos”, señala Fatima el Maghnaui, “pero eso no significa que las mentalidades vayan a cambiar de forma automática. Llevará su tiempo. Y mientras tanto, habrá que erradicar la pobreza, que es otra forma de violencia, y el analfabetismo”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.