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Tribuna
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Cárceles de animales

Es hora de convertir los zoos en verdaderos centros de rescate y recuperación de animales que sí lo necesitan

El zoo de Barcelona, esta semana.
El zoo de Barcelona, esta semana.Massimiliano Minocri

¿Qué pinta un oso polar en el sofocante calor del verano español? ¿O qué hace un delfín nadando en una piscina de pocos metros en el centro de nuestra geografía, a cientos de kilómetros del mar? Los anacrónicos zoos tienen los días contados ante el avance de una sociedad cada vez más sensibilizada con los derechos de los animales.

Los parques zoológicos siguen siendo colecciones de animales de diversas especies agrupados en espacios reducidos, sin otro objetivo que el lucro económico. Los zoos privan de libertad a animales que nunca serán reintroducidos en su hábitat natural e incumplen la supuesta función de conservación que dicen ejercer, dado que dicha acción es rotundamente incompatible con la recepción de visitas, exposición y contacto con los humanos a la que se somete a los animales en zoológicos. Además, se les utiliza en espectáculos y números circenses que nada tienen que ver con la labor didáctica que dicen ejercer estos centros, que en una vuelta de tuerca, y para maximizar sus beneficios económicos, es posible incluso celebrar fiestas y eventos. Nada más lejos del interés en asegurar el bienestar de lo animales.

En un zoo nunca podremos conocer la verdadera naturaleza de los animales que allí languidecen. Veremos solo la sombra de lo que pudieron ser en libertad. Los grandes simios no recorrerán los bosques africanos. Sus poderosos brazos, anquilosados por la falta de ejercicio derivada del cautiverio, no abrazarán a otros nuevos individuos de su especie. Tampoco recorrerán las sabanas los elefantes, ni las jirafas, ni el resto de animales confinados en espacios que no reproducen las condiciones mínimas para asegurar el bienestar de estos seres nómadas, gregarios, en una palabra, libres.

Por el contrario, desarrollarán comportamientos estereotipados, conductas anómalas como balanceos repetitivos, que demuestran el evidente daño psicológico que la falta de libertad les provoca. El futuro pasa por evitar que los animales ya condenados se sigan reproduciendo y dejemos de traer al mundo nuevos esclavos por intereses meramente económicos. Por el bien de nuestros compañeros de planeta, es hora de convertir los zoos en verdaderos centros de rescate y recuperación de animales que sí lo necesitan.

Silvia Barquero es presidenta del PACMA

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