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Los nacimientos bajan en Francia, el país más fecundo de Europa

En 2018 nacieron en Francia 758.000 bebés, 12.000 menos que en 2017. El número de mujeres en la edad más fecunda pasa de 9,1 millones a 8,4

Marc Bassets
Personal sanitario en una unidad de maternidad de un hospital en París.
Personal sanitario en una unidad de maternidad de un hospital en París. FRED DUFOUR ( AFP)

Por cuarto año consecutivo, en 2018 el número de nacimientos bajó en Francia, aunque este país sigue siendo el más fecundo en Europa. Es pronto para saber si la bajada de la natalidad es coyuntural: una consecuencia de la crisis económica, la precariedad laboral o la reducción de las ayudas familiares. O si se trata de una tendencia duradera que llevará a las francesas a equipararse con el resto de europeas y acabará con una excepción demográfica cuyas raíces pueden remontarse a finales del siglo XVIII.

En 2018 nacieron en Francia 758.000 bebés, 12.000 menos que en 2017, según el Balance demográfico del Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (Insee, en sus siglas francesas). El descenso, según el Insee, se explica en parte por la disminución de mujeres en la edad más fecunda, entre los 20 y los 40 años: hoy son 8,4 millones. En 1998 eran 9,1 millones. Al mismo tiempo, estas mujeres están teniendo menos hijos, o más tarde, lo que permite entender el descenso de la natalidad.

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Los demógrafos no tienen claros los motivos del descenso. "Hay que ser prudente, probablemente haya razones económicas", responde Paul-André Rosental, profesor en el Instituto de Ciencias Políticas de París. Para los hogares más modestos, el encarecimiento del coste de la vida, y en especial de la vivienda, puede llevar a reducir la fecundidad, según el demógrafo Rosental. Para los hogares más acomodados, la causa puede ser la reducción de ayudas familiares y de las ventajas fiscales por encima de un umbral de ingresos, adoptada durante la presidencia del socialista François Hollande entre 2012 y 2017.

La bajada del número de nacimientos, sin embargo, no ha acabado con la excepción francesa. La tasa de fecundidad sigue siendo elevada, 1,87 hijos por mujer. En Alemania era en 2016 de 1,60 y en España de 1,34.

¿Por qué Francia sigue siendo distinta? Rosental acaba de publicar un libro, Population, the state, and national grandeur (Población, el Estado y la ‘grandeur’ nacional), donde estudia el lugar central que la demografía en la identidad francesa y en los debates políticos. La excepción demográfica —excepción relativa, precisa Rosental, porque los países nórdicos también tienen una alta fecundidad— no se explica únicamente por el nivel de ayudas públicas, que existen en otros países con una natalidad baja como Alemania. Es decisivo que se facilite a las madres de familia el acceso al mercado laboral.

"En los países que no han desarrollado políticas que permiten a la madres entrar en el mercado laboral, las mujeres prefieren reducir su fecundidad que sacrificar su capacidad de entrar en el mercado laboral", argumenta Rosental. Alemania, España, Italia o Japón "son típicamente países en los que no es fácil para una madre de familia tener una tasa de actividad tan elevada como en Francia o los países escandinavos".

Para entender por qué Francia tiene estas políticas —por ejemplo, en la forma de guarderías— hay que remontarse a antes de la Revolución Francesa, cuando este fue “el primer país del mundo en conocer una bajada de la fecundidad”. El retroceso del sentimiento religioso puede explicar este fenómeno, al que se añadió, a principios del siglo XIX, el Código napoleónico que obligaba a dividir el patrimonio entre los hijos. “Se cree que los pequeños campesinos restringieron su fecundidad para evitar fraccionar la explotación agrícola”, dice.

Durante el siglo XIX, el progreso económico y las mejoras sanitarias dispararon la población en el resto de Europa. En Francia empezaba a cundir la alarma. La potencia militar y económica se asociaba entonces a la población y el temor era que Alemania, la gran rival, la aplastase teniendo más hijos. Así nació la ideología natalista, que, recuerda Rosental, incluso dio pie a una novela de Émile Zola, Fecundidad. La Primera Guerra Mundial agravó el catastrofismo demográfico. Si los franceses dejaban de hacer hijos, el país sucumbiría. Fue entonces, en el periodo de entreguerras, cuando nacieron muchas de las políticas familiares actuales, que contaron con el consenso de izquierda y derecha, y que incluían las facilidades para que las madres trabajasen, como guarderías públicas o de empresa.

"Cultural y políticamente se extendió la idea según la cual era legítimo que una madre de familia trabajase", dice Rosental. Las políticas familiares del régimen de Vichy, colaboracionista con los nazis, no acabó con el apego francés al natalismo, que continuó en la posguerra.

¿Termina todo esto con los cuatro años seguidos de bajada de natalidad? Otro demógrafo, Hervé Le Bras, sospecha que la tendencia actual no es coyuntural y que puede revelar un movimiento profundo, pero es cauto.

"En las cifras está poco claro, porque cuando cambia la natalidad hay dos componentes: que las parejas tengan menos hijos o que los tengan más tarde", dice. Es posible que ahora la inseguridad económica esté retrasando los nacimientos , sostiene. Le Bras recuerda que, entre 1975 y 2000 el índice de fecundidad francés ya bajó y después se recuperó. La explicación era que, en este periodo, la edad media en que las mujeres francesas tenían su primer hijo pasó de los 23,5 a 28 años. La media final de niños por mujer no varió en este periodo: tenían aproximadamente dos hijos, pero los tenían más tarde.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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