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Los padres tunecinos protestan por temor a que sus hijos pierdan el curso por las huelgas de profesores

El poderoso sindicato GTTI mantiene las protestas para mejorar las condiciones laborales

Una mujer enarbola una pancarta con el lema
Una mujer enarbola una pancarta con el lema FETHI BELAID (AFP)

Después de más de un año de huelgas intermitentes por parte de los profesores de los institutos públicos, la amenaza de que los estudiantes pasen un “año en blanco” y se vean obligados a repetir curso ha colmado la paciencia de miles de padres en Túnez. El jueves por la mañana, el colectivo Padres Indignados convocó su primera movilización en todo el país para denunciar la agresiva estrategia del sindicato de docentes que, además de los paros continuos en defensa de sus derechos laborales, consiste en boicotear la realización de los exámenes. De momento, al final de los dos primeros trimestres del año escolar, los alumnos han vuelto a casa sin el boletín de notas.

“Nosotros no negamos que las reivindicaciones de los maestros puedan ser justas, pero no es justo utilizar a nuestros hijos como rehenes”, denuncia Emad, un empleado de banca con dos hijos en el instituto y uno de los fundadores de la plataforma Padres Indignados. El principal blanco de la ira de los padres es el combativo presidente del sindicato de docentes, Lassad Yacoubi, integrado en el todopoderoso sindicato UGTT. “¡Yacoubi dimisión!”, fue el grito más escuchado en la concentración organizada en el centro de la capital, que reunió a centenares de progenitores, la mayoría madres, y también a algunos estudiantes.

Las reivindicaciones de los enseñantes son diversas, pero todas están relacionadas con la precariedad de su situación laboral. En 2016, el Gobierno decidió congelar la contratación de funcionarios durante los cuatro años siguientes, de acuerdo con los dictados del Fondo Monetario Internacional para reducir el déficit público. Los principales damnificados son unos 3.000 interinos, cuyo sueldo apenas supera los 250 dinares al mes (unos 75 euros). Para los que tienen una plaza fija, el salario asciende a entre 265 y 380 euros, una cifra que no deja de ser escasa, congelada durante los últimos años a pesar de una inflación que se acerca al 8% anual.

“La principal razón del fracaso de las negociaciones es la pérdida de la soberanía nacional. No hicimos una revolución para ser gobernados por funcionarios del FMI”, declaró Yacoubi a EL PAÍS en el transcurso de una huelga anterior por el mismo motivo. Ante las restricciones de personal, cada vez que un profesor se jubila muchas escuelas se ven obligadas a fusionar varias clases, lo que ha hecho que en muchos centros se alcance la cifra de 40 alumnos por aula. Entre las peticiones de los enseñantes, figura también reducir la edad de jubilación a los 55 años e invertir más fondos en las vetustas infraestructuras educativas.

Los estudiantes de secundaria afectados por las huelgas superan los 900.000. En cambio, los cerca de 70.000 adolescentes matriculados en centros privados han seguido sus cursos con toda normalidad. “Desde septiembre, los maestros habrán hecho unos 15 días de huelga”, explica Emna, una joven de 16 años que acompaña a su padre a la manifestación. Su padre, Brahim Hachene, un empleado de Tunisair ya jubilado, se muestra más irritado: “¡Esto es un escándalo! No conozco en ningún país en el que, para defender sus demandas, los enseñantes puedan provocar a toda una generación repetir curso”, espeta Brahim Hachenne, que niega que los profesores se hallen en una situación económica tan delicada: “Muchos de ellos dan clases privadas, y acaban teniendo un buen sueldo”.

En una decisión cargada de simbolismo, los padres concentrados en la céntrica Avenida Bourguiba decidieron encaminarse hacia la sede de la UGTT, situada a varios centenares de metros. Este es el mismo trayecto, pero a la inversa, que suelen seguir los sindicalistas en sus movilizaciones. Hace tan solo una semana, en este mismo lugar, miles de personas gritaban consignas pidiendo la caída del Gobierno durante una huelga general de todo el funcionariado que paralizó el país. El jueves, en cambio, eran los padres quienes exigían la caída de Yacoubi al grito de “Degage!” (¡Vete!), el mismo que resonó en las calles del país durante la revolución que encendió la llamada primavera árabe en 2010-2011, dirigido al tirano Ben Alí.

“Yacoubi no persigue unos objetivos sociales, sino una agenda política. Todos sabemos a qué partido pertenece”, proclama Emad, el organizador. La manifestación es todo un toque de atención a la poderosa central sindical, que ha escalado su conflicto con el Gobierno en varios sectores y nunca ha escondido que desempeña un rol político en el país. De hecho, incluso se plantea presentar lista propia a las elecciones de final de año.

Un sistema educativo en caída libre

Túnez poseía uno de los mejores sistemas educativos del mundo árabe, en parte gracias a que, en los años posteriores a la independencia, el presidente Bourguiba dedicó un tercio del presupuesto público a la educación. Sin embargo, a partir de los años ochenta, su nivel se fue deteriorando progresivamente. En el informe PISA de 2015, el país ocupó la posición 65 de un total de 70 países. Al igual que los profesores de secundaria, los de universidad también tienen un conflicto con el Gobierno. "Nuestras condiciones laborales son malas, pero no protestamos solo por eso. El problema es que el Gobierno no quiere invertir en la educación pública, sino favorecer la privatización. Luchamos para mantener el sistema ", espeta Emna, una docente universitaria de 45 años de la ciudad de Bizerte.

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