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La cara siniestra del padre Juanjo

La Congregación para la Doctrina de la Fe investiga a un conocido misionero que asiste a niños que viven en la calle en Benín. Dos jóvenes le acusan de violación

El supuesto abusador salesiano Juan José Gómez (de pie a la izquierda), junto a varios niños de la calle en Benín. En vídeo, una de las víctimas, Patrick Yehouenou, denuncia su caso.

El sacerdote Juan José Gómez es un hombre conocido e importante en Benín (África). Su trabajo como misionero sacando a niños pobres de entre 8 y 17 años de las calles de la capital de Porto Novo le ha llevado a salir en varios medios españoles (EL PAÍS, Onda Cero y eldiario.es, entre otros) e incluso en un documental sobre el tráfico de menores en África (No estoy en venta). Frente a esa apariencia, varias denuncias por abusos arrojan sombras sobre su labor solidaria. En 2013, voluntarios denunciaron a Gómez por agredir sexualmente a varios menores a los que daba cobijo con su programa Chicos de la calle. Patrick Yehouenou, de 20 años, es uno de esos jóvenes.

Según relata, su madre lo abandonó con 10 años y encontró refugio en el centro portonovés de Magone. Allí conoció a Gómez. Tres años después de llegar allí, desde 2011 hasta 2013, el joven cuenta que “el padre Juanjo” lo llevó varias veces a su habitación para violarle. Le amenazaba y, a cambio, le daba dinero (2.000 francos de África Occidental, unos tres euros) y medicamentos para curarse las heridas causadas por la “fuerte penetración”. Asegura que el salesiano hacía lo mismo con otros compañeros: Calix, Arnaud, Toussaint, Elisha, Yves, Herman, Serge, Roland…

Ocho de los 18 religiosos españoles acusados de abusos que en algún momento de su trayectoria han salido al extranjero (pinche en la imagen para ver la lista completa).
Ocho de los 18 religiosos españoles acusados de abusos que en algún momento de su trayectoria han salido al extranjero (pinche en la imagen para ver la lista completa).

Los Salesianos de España admiten que hubo denuncias y que se abrió un proceso penal en Benín, en el que Gómez fue absuelto. Yehouenou cree que el sacerdote compró el silencio de los abusados y no hubo juicio. La orden afirma que, cuando supo la noticia en 2016, lo notificó “verbalmente” a la fiscalía y a la Audiencia Nacional y que hizo entrega de la información que les había llegado desde el país africano. Además, añade que la Congregación para la Doctrina de la Fe abrió una investigación canónica que, de momento, no ha concluido.

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Gómez fue trasladado a una casa salesiana en Madrid —la orden no ha precisado la fecha concreta de su llegada—, donde vive actualmente hasta que el proceso eclesiástico termine. Este diario solicitó a los salesianos ponerse en contacto con el acusado, pero este prefirió no hablar, según la orden religiosa.

Una de las veces, tras ser violado, Yehouenou cuenta que huyó de Porto Novo y buscó refugio en la ciudad de Cotonú en el centro salesiano Mamá Margarita, pero Gómez “le fue a buscar allí”. El misionero le ofreció trabajo e intentó abusar de él. El joven volvió a huir del centro. “Los educadores que trabajan allí saben lo que está pasando, pero no hacen ni dicen nada porque Juanjo es la autoridad”, afirma en una entrevista telefónica.

En 2013, relata, se enteró de que un niño llamado Jean había denunciado —con la ayuda de unos voluntarios— al sacerdote. “El proceso se paró porque Juanjo lo corrompió todo, no salió nada en la prensa y ese niño desapareció”, asevera. El joven dice que preguntó a los salesianos qué había sido de Jean y estos le dijeron que fue trasladado a otro centro. Yehouenou cuenta que intentó localizarle en el supuesto nuevo hogar, pero afirma que allí le dijeron “que Jean no había llegado”.

Patrick Yehouenou, una de las dos supuestas víctimas que acusan al sacerdote Juan José Gómez de abusos sexuales en Benín.
Patrick Yehouenou, una de las dos supuestas víctimas que acusan al sacerdote Juan José Gómez de abusos sexuales en Benín.

Entonces, buscó ayuda en Internet y encontró a José Miguel Núñez, consejero regional de los salesianos en la Región Europa Oeste, al que escribió para contarle su caso —con nombres y apellidos— y pedirle ayuda. Núñez ha afirmado a EL PAÍS que el caso de Gómez es un asunto de las autoridades de Benín y es responsabilidad de la provincia eclesiástica a la que pertenece dicho salesiano. También ha asegurado que cuando le llegó la carta de Yehouenou la remitió a la fiscalía. “La Congregación ha protegido y acompañado a las víctimas”, ha dicho Núñez.

“A partir de ese día [tras enviar la carta] comenzó un calvario. Me seguían, me robaron el móvil, me dieron palizas, entraron en mi casa para buscar pruebas y la destrozaron”, confiesa. Por miedo a que le pasara “lo mismo que a Jean” escapó a Burkina Faso con la ayuda de otro salesiano, donde pasó un año y medio. “Llegó un momento en el que querían hacerme desaparecer. Ese cura me ayudó, pero cuando le dije que iba a hablar con la prensa dejó de cogerme el teléfono”, comenta.

Según la víctima, Gómez consiguió comprar el silencio de varias víctimas. Tres años después de contar su caso, el joven dice que no ha recibido ninguna respuesta de los tribunales e información de las conclusiones del proceso canónico. Hace tres meses volvió a Benín y admite que no encuentra trabajo “porque Juanjo controla el lugar a través de su gente”. Yehouenou asegura que en el centro de Porto Novo, por donde pasan una media de 60 niños al año, sigue habiendo víctimas. “Solo queremos justicia. Juanjo es un abusador y ha destruido la vida de muchos de nosotros. Los salesianos le han protegido siempre”, subraya.

“Hui lejos porque Gómez es muy malo”

Otro de los testimonios es el de Arnaud Zosoungo, un niño de la calle que vivió en la casa salesiana Mamá Margarita en Cotonú. Según cuenta, un día, cuando el coordinador del hogar no estaba, llegó Gómez. “Le ayudé a subir el equipaje al piso de arriba. Después cerró la puerta, me cogió del brazo y me abrazó muy fuerte”, narra en una carta que ha hecho llegar a este diario. Zosoungbo relata que, poco después, el salesiano comenzó a acariciarle y a tocarle el pene. “Me llevó a su habitación y no pude negarme”, continúa. El joven cuenta que tras ser violado, este le dio 5.000 francos de África Occidental (7,60 euros) y le dijo que no se lo dijera a nadie. “Después hui muy lejos porque él es malo, muy malo”, dice.

Si conoce algún caso que no ha sido denunciado puede hacérnoslo llegar a través de la dirección de correo abusos@elpais.es

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