El Gobierno urge la regulación de la nicotina en los cigarrillos electrónicos
Toxicología pide que se garantice la inviolabilidad de los cartuchos recargables Aumentan los casos de intoxicaciones relacionadas con esta sustancia
El Instituto Nacional de Toxicología, dependiente del Ministerio de Justicia, ha recomendado a la Agencia Española de Consumo (Ministerio de Sanidad) que regule y controle de manera específica los envases de nicotina líquida que se usan para recargar los cigarrillos electrónicos, después de que su servicio de información empezara a recibir el año pasado, por primera vez, consultas sobre intoxicaciones producidas por ingerir, manipular o inhalar de manera incorrecta el contenido de estos cartuchos.
El número de casos es bajo, con 29 incidentes en 2013, pero va en aumento: en 2014 se han registrado ya 35. Los síntomas de estas intoxicaciones van desde mareos y vómitos hasta taquicardia, hipertensión y taquipnea —aceleración del ritmo respiratorio—. Hace un mes las autoridades estadounidenses lanzaron la misma advertencia: el año pasado 365 personas ingresaron en hospitales por este motivo, tres veces más que en 2012.
Toxicología considera que es necesario garantizar la inviolabilidad de los cartuchos recargables (solo el 10% de los vapeadores utiliza desechables) y advertir claramente a los consumidores de su “altísima peligrosidad”, según explica Jesús Agudo, facultativo del Servicio de Información Toxicológica y autor del informe enviado a Consumo el pasado 12 de marzo. “Los dispositivos y sus recargas se contemplan como algo de uso común y de casa. Pero la nicotina líquida es tres o cuatro veces más tóxica que el arsénico y el cianuro y, sin embargo, es más fácil conseguirla”, asegura Agudo, que considera que hace falta una regulación administrativa que indique cómo han de ser estos recipientes para evitar accidentes, sobre todo entre los niños. “Estamos manejando un producto de altísima toxicidad y no somos conscientes de ello”.
En altas dosis esta sustancia es más letal que el arsénico y el cianuro
El Ministerio de Sanidad asegura que ya está trabajando en la trasposición de la directiva europea del tabaco, aprobada hace un mes, que incluye por primera vez disposiciones específicas para los cigarrillos electrónicos. Entre ellas, que se fabriquen con mecanismos de seguridad a prueba de niños y se informe en su etiquetado de todos sus componentes y posible peligrosidad. La directiva advierte de que en caso de notificación de riesgo para la salud justificada en al menos tres Estados miembros, la Comisión podría prohibir los cartuchos recargables en todo el territorio comunitario.
Rodrigo Córdoba, miembro del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, coincide en que la alta toxicidad de la nicotina líquida —“una dosis de entre 0,5 y 1 miligramo por kilo de peso puede ser letal”, afirma— hace urgente la trasposición de la directiva. “Los envases deberían llevar el símbolo de la calavera [sustancia tóxica] para advertir de su peligrosidad”, opina.
Actualmente no hay ninguna norma que especifique cómo y qué advertencias deben figurar en estos cartuchos, por lo que quedan sujetos a la regulación establecida para cualquier producto de consumo, que en todo caso obliga a informar de los ingredientes de cualquier artículo y sus posibles riesgos. “Pero ni siquiera esto se está cumpliendo, muchos cartuchos se venden sin esta información”, advierte Córdoba.
Los fabricantes y distribuidores son conscientes de estas deficiencias. La Asociación Nacional del Cigarrillo Electrónico (ANCE), que representa al 60% del sector en España, está trabajando en una guía de autorregulación para obligar a todos sus asociados a adelantarse a la trasposición de la directiva y empezar a cumplir ya unas normas de calidad y seguridad de sus productos. Entre ellas, la de informar al consumidor al detalle de los componentes, instrucciones y advertencias de uso. “Muchos dispositivos no vienen con instrucciones. Por eso, en nuestros puntos de venta entregamos un manual cuando alguien empieza a vapear. El problema es que hay otras mil tiendas sin control”, sostiene Manuel Muñoz, presidente de ANCE.
De las 64 consultas recibidas entre 2013 y 2014 en el Instituto de Toxicología, solo el 21,9% tuvieron como víctimas a niños menores de dos años. El grueso de los afectados fueron mayores de 14 años (65,6%), lo que hace inevitable la pregunta de cómo llegaron a intoxicarse. Muñoz apunta a un mal uso de estos aparatos y afirma que es “muy difícil” ingerir el líquido a través del cigarrillo. Pero, como él mismo explica, cuando un vapeador recarga el aparato más de lo que debería, termina aspirando la nicotina en estado líquido en vez de gaseoso. Y llenar demasiado el depósito es uno de los errores más comunes, según la ANCE. “Pero cuando esto pasa, es de sentido común no seguir dando caladas”, defiende.
En el 68,8% de las consultas atendidas por Toxicología, la vía de entrada de la nicotina fue oral. Que el líquido pueda llegar a la boca a través del cigarrillo no es una nimiedad. “Debería haber medidas de seguridad que lo impidan. Quien vaya a vapear no se espera que le llegue líquido en vez de humo. Es un chute de nicotina muy alto”, asegura Agudo.
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