El Tribunal Supremo de EE UU amplía la definición de violencia doméstica
Los jueces conservadores reprochan a Sotomayor que la descripción "va demasiado lejos"
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha ampliado la definición de violencia doméstica para incluir agresiones que no impliquen el uso de fuerza física. En una sentencia unánime, los nueve jueces consideraron que la ley que prohíbe poseer armas a ciudadanos con antecedentes de este tipo de delitos debe aplicarse incluso cuando estos impliquen “tocamientos ofensivos”. La sentencia supone una victoria para las organizaciones en defensa de víctimas de violencia de género y en contra de las armas.
“No vemos ninguna anomalía en incluir en el grupo de perpetradores de abusos domésticos condenados por delitos de asalto o agresión a aquellos que la ley federal descalifica de la posesión de armas”, afirmó la juez Sonia Sotomayor en la sentencia pronunciada esta semana.
La máxima instancia judicial del país ha estudiado este invierno un caso en el que James Alvin Castleman, condenado en el Estado de Tennessee por violencia doméstica en 2000, fue acusado de violar la ley federal que prohíbe la posesión de armas a quienes hayan cometido estos delitos. Castleman reconoció entonces haber agredido a la madre de su hijo, admitiendo un “delito estatal de asalto doméstico”. Sin embargo, cuando se le acusó de tenencia ilícita de armas, alegó que aquella agresión no implicó violencia física y que el Gobierno, que a nivel federal sí entiende que esto constituye un crimen, estaba violando sus derechos al denegarle un arma.
La sentencia en contra de Castleman ha unificado ahora la definición de violencia doméstica a nivel federal. Hasta ahora, como habían hecho los tribunales de instancias inferiores que han considerado este caso, la ley se aplica en función de la descripción que hagan cada uno de los Estados y en 28 de ellos los delitos de agresión o asalto incluyen “tocamientos ofensivos”. La ley de Tennessee en la que se amparaba Castleman, sin embargo, no contempla esta definición.
La juez Sotomayor reconoce que ciertas agresiones que no son consideradas como “violencia doméstica" en otro contexto, sí lo son cuando ocurren dentro de la pareja
“Este país es testigo de millones de actos y centenares de muertes por violencia doméstica cada año. Las agresiones suelen empeorar con el tiempo y la presencia de armas aumenta la probabilidad de que escalen hasta desembocar en un homicidio”, afirma Sotomayor. La juez cita cifras del Departamento de Justicia que aseguran que, en el caso de haber un arma en la vivienda, “una víctima de abusos tiene seis veces más probabilidades de ser asesinada que ninguna otra mujer”.
Los nueve jueces coincidieron en que la condena previa contra Castleman, en la que su agresión -no especificada- constituyó un delito de violencia doméstica, le impedía adquirir un arma. Sin embargo, el juez Antonin Scalia, del ala conservadora del Tribunal, rechazó que los abusos deban incluir agresiones sin uso de la fuerza física.
El magistrado acusó a Sotomayor de incluir definiciones empleadas por organizaciones y otros “grupos interesados” que pueden desvirtuar la legislación. “Cuando nos imponen sus definiciones”, escribe Scalia en la opinión anexa a la sentencia, “no solo distorsiona la ley, también empobrecen el lenguaje. Cuando todo es violencia doméstica, nada lo es”.
La juez nombrada por Obama en 2009 reconoce que determinadas agresiones que no son consideradas como “violencia doméstica" en otro contexto, sí lo son cuando ocurren dentro de la pareja. “Un acto de esta naturaleza sí se puede describir como violencia doméstica cuando la acumulación de tales actos puede someter a un miembro de la relación al control del otro”, afirma Sotomayor.
La legislación vigente define un crimen de violencia doméstica como “una ofensa considerada delito bajo la ley estatal, federal o tribal y que tiene un elemento de uso o intento de uso de fuerza física, o amenaza de uso de arma mortal”. Scalia contó con el apoyo de los conservadores Clarence Thomas y Samuel Alito, quienes consideraron que la definición de la juez, encargada de representar a la mayoría, va “demasiado lejos”.
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