“Ahora apenas nos llega un 4% de tumores con metástasis”
"Los nuevos tratamientos serán tan caros que solo pacientes de países con sanidad pública tendrán acceso"
De los tres tipos de tumores que más daño hacen, el de pulmón, colon y mama, seguramente este último sea el que más ha cambiado en los últimos 10 años. Y testigo excepcional ha sido Miguel Martín, un palentino de 59 años que preside desde 2005, el año de su fundación, el Grupo Español para la Investigación en Cáncer de Mama (Geicam).
Pregunta. ¿Cómo está la supervivencia en cáncer de mama?
Respuesta. Los datos son muy buenos: por encima del 80% de las afectadas supera los cinco años de supervivencia, y a los 10 años la proporción está en el 75%. Y, de ellas, va a haber muy pocas recaídas. La inmensa mayoría se cura si se coge a tiempo.
P. De los tipos de cáncer de mama, ¿cuál tiene peor pronóstico?
R. Si se diagnosticaran todos en fases precoces, estaríamos hablando de acercarnos a tasas de recaídas cero, que sería como curarlos casi todos. El 20% que ahora no curamos son los que detectamos en fase metastásica o los denominados triple negativo, que no son de ninguno de los dos tipos hormonodependientes ni que presentan la mutación HER2.
P. ¿Qué tratamientos faltan?
R. Yo diría que, en este momento, la cirugía y la radioterapia ya han dado de sí todo lo que podían dar. Pero, en cambio, los tratamientos farmacológicos están sofisticándose cada vez más. Son los nuevos productos con hormonas, citotóxicos y terapias diana, que forman lo que se llama medicina personalizada. En cáncer de mama, por ser tan frecuente, están muy avanzados, porque se ha investigado mucho. Pero, además, yo resaltaría otra ventaja de estos tratamientos, que no es solo lo que se da, sino los innecesarios que se evitan. En estos momentos menos de la mitad de las mujeres reciben quimioterapia, cuando hace unos años la recibían prácticamente todas. El mejor conocimiento de la biología de los tumores nos ha permitido todo eso.
P. Esto pasa por los análisis genéticos. ¿Están todo lo extendidos que deberían?
R. En este momento hay tres tests, de los que dos se hacen en Estados Unidos y uno en España. En Madrid, desde que Esperanza Aguirre tuvo cáncer de mama, se ofrece a todas las mujeres. La comunidad los ha centralizado aquí, en el Hospital Gregorio Marañón.
P. ¿Y en otras comunidades?
R. En estos momentos la situación entre comunidades de los test genéticos es muy desigual. En Cataluña también se ofrece a todas, pero en otras no pasa lo mismo. Podríamos decir que en estas pruebas genéticas está el cuello de botella del sistema.
P. ¿Ello se debe al precio?
R. La verdad es que son caros. Cuestan entre 2.000 y 3.000 euros.
P. Pero, a cambio, se ahorra en tratamientos ineficaces.
"La cirugía y la radioterapia ya han dado de sí todo lo que podían"
R. Eso es verdad. Decía George Sledge, que fue presidente de la Sociedad Americana de Oncología, que “un tumor tonto es más listo que 10 oncólogos listos”. Y es que los cánceres pueden engañarte fácilmente, sobre todo en las fases iniciales. La inmunohistoquímica puede tener problemas para diferenciarlos, y con eso o no se da el tratamiento adecuado o se puede dar uno inútil. Ahora, con los datos que estamos reuniendo en Madrid, vamos a poder hacer un estudio de coste-eficacia de los tests actualizado. Porque lo que está sucediendo es que los tratamientos, con la llegada de los genéricos, han bajando mucho de precio, pero la detección sigue siendo muy cara. Y eso puede alterar el balance.
P. Decía que para llegar a ese 100% de curación es imprescindible la detección precoz. Y eso pasa, hasta ahora, por las mamografías. Estas acaban de ser cuestionadas por el estudio canadiense que ha encontrado que las mujeres que se la hacen y las que no tienen la misma mortalidad.
R. Está claro que las mamografías en el siglo XXI son menos importantes que en el siglo XX. De todas formas, lo que también decía aquel estudio es que las mujeres que no se las hacían tenían tumores mayores, lo que parece indicar que, aunque tuvieran una mortalidad igual, se sometieron a tratamientos más agresivos, y eso es peor para ellas.
P. Quizá el indicador de la mortalidad no sea el mejor para este tipo de comparaciones.
"Aún tenemos que identificar el 20% de mujeres que va a recaer"
R. Seguramente se podía haber usado también la agresividad del tratamiento, que es uno de los campos en que más hemos avanzado. Además, las mamografías han servido para sensibilizar a las mujeres. Antes, nos venían con unas masas enormes. Ahora eso ya no pasa. Por ejemplo, hace 10 años veíamos entre un 8% y un 10% de tumores que eran metastásicos; ahora, esa tasa es del 4%.
P. Otro problema que se vio en aquel estudio era el de los sobrediagnósticos.
R. Sí, se veía que había un 20% de cánceres que nunca iban a hacer daño. Los cribados están muy contestados, por ejemplo en el caso de la próstata, y esto parece que ha llegado también a la mama. En este caso el peligro está en el sobretratamiento. Porque todavía no tenemos unas pruebas que nos permitan decir cuándo un tumor va a hacer daño a la mujer, y, aunque las tratemos menos agresivamente que antes, siempre hay cirugía, y eso ya es un sobretratamiento.
P. ¿Qué avances esperan en el futuro más cercano?
R. Tenemos que identificar a priori ese 20% que va a dar recaídas. Hay que desarrollar tests que nos permitan hacerlo. Y faltan medicamentos para ese 20% que todavía no los tienen tan avanzados. Aunque en encuentros como el que acabamos de celebrar ya se han dado datos de algunos. Por eso somos optimistas, y esperamos tenerlos en 10 o 15 años, que es un futuro muy próximo. Eso sí, solo estarán en países con una sanidad accesible para todo el mundo como la de España, porque van a ser terriblemente caros.
P. ¿No podría ahorrarse parte con prevención?
R. Sí, pero por desgracia lo preventivo nunca es una prioridad, ni para los sistemas ni para las personas. Y eso que si en cáncer de mama estamos tan bien es porque afecta a mujeres, que son mucho mejores pacientes. Son más regulares, más aplicadas, su actitud es más positiva. Yo nunca he oído a un hombre decir que quiere vivir para llegar a la comunión de su nieta a o la boda de un hijo. Las mujeres están más abiertas a hacer lo que sea por vivir.
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