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MOVILIDAD SOSTENIBLE

Mis dos ruedas son eléctricas

Las bicicletas y motocicletas que utilizan baterías ganan adeptos pese a sus inconvenientes

Thiago Ferrer Morini
Un hombre conduce un ciclomotor eléctrico en China.
Un hombre conduce un ciclomotor eléctrico en China. Z. ALDAMA

La bicicleta es el vehículo por excelencia para moverse por la ciudad de forma ecológica y sostenible. Cada vez más ciudades y pueblos fomentan el uso de las dos ruedas con carriles bici, aparcamientos y programas para impulsar los desplazamientos en bicicleta. Pero, aunque su atractivo es casi universal, a no todo el mundo le conviene usar la bici para los desplazamientos diarios. Las distancias, las cuestas… pueden hacer más atractivo tener un vehículo motorizado para el uso cotidiano.

Pero disfrutar de la comodidad de un motor no significa tener que renunciar a la conveniencia de las dos ruedas ni obliga a contaminar más. Al igual que con los vehículos de cuatro ruedas, los motores eléctricos son cada vez más una alternativa a considerar a la hora de decidir cómo desplazarse. El Ayuntamiento de Madrid ha elegido esta clase de vehículos para su sistema público de alquiler de bicicletas, mientras que en China, tradicionalmente un país de ciclistas, el mercado de vehículos de dos ruedas con motor eléctrico ha crecido espectacularmente en los últimos años.

De excursión

Las bicicletas eléctricas no son solo para el uso urbano. El ayuntamiento de Colmenar Viejo (Madrid), ha aprobado un proyecto para implantar un sistema de alquiler de bicicletas eléctricas. El municipio, grande y con una geografía accidentada, ha visto en esta clase de vehículos la posibilidad de atraer a más visitantes que solo con bicicletas tradicionales.

"Para mucha gente, subirse a una bicicleta y enfrentarse a una cuesta es penoso", señala Mariano de Andrés, jefe de gabinete del ayuntamiento de Colmenar y coordinador del proyecto. "Con una bicicleta eléctrica, uno se cansa menos y se divierte más, que es de lo que se trata".

El proyecto municipal prevé instalar un puesto de alquiler de bicicletas —tanto eléctricas como convencionales— junto a la estación de ferrocarril, para que los visitantes puedan recoger su vehículo, usarlo durante el día, y devolverlo por la tarde para que pueda cargar baterías durante la noche. El plan incluye la compra de una veintena de bicicletas eléctricas, que pueden ser más "dependiendo de la demanda".

El ayuntamiento también está negociando con Renfe Operadora un convenio para que los que lleguen al municipio en tren tengan descuento a la hora de alquilar su vehículo. De Andrés cree que la idea servirá para traer turistas a la localidad. "Hemos entendido que este es un medio moderno de locomoción". El municipio pretende poner en marcha el sistema en marzo, "así que empiece el buen tiempo".

Las bicicletas eléctricas son la opción más básica —y más económica— a la hora de elegir un vehículo motorizado de dos ruedas. Hay dos tipos, dependiendo de si el motor necesita que el viajero dé pedales para funcionar o no. En este primer caso, también se llaman bicicletas de pedaleo asistido. Estas “tienen lo mejor de dos mundos”, señala Miguel Ángel Gallego, de Ecomotorbike, una empresa dedicada a la venta de motos y bicicletas eléctricas. “Haces un bonito ejercicio aeróbico sin hacer un esfuerzo demasiado grande”.

¿Cómo elegir una bicicleta eléctrica? “Lo más barato es transformar tu propia bicicleta”, apunta Gallego. “Hay kits que permiten instalar un motor de hasta 250 vatios (el equivalente a algo más de 0,3 caballos de potencia) y baterías que te dan una autonomía de 50 kilómetros”. Esa potencia de 250 vatios es la máxima que, según una directiva europea, separa a las bicicletas de los ciclomotores. Además, para cumplir la ley, el motor debe desactivarse automáticamente siempre que la bicicleta supere los 25 kilómetros por hora. Hay bicicletas eléctricas que superan esas especificaciones, pero deben ser homologadas para circular como ciclomotores, un proceso que no siempre es fácil. Gallego reclama una modificación legal. “Un motor de 250 vatios sufre si tiene que llevar a una persona de más de cien kilos”, indica. “En otros países, el límite es mayor”. En Canadá, el límite son 500 vatios en la mayoría de las provincias, mientras que en Estados Unidos es de 750.

Además de los kits de montaje, existe en el mercado una variedad de bicicletas eléctricas, con distintos grados de sofisticación y precios que van desde los 750 hasta los 5.000 euros. Estos últimos modelos tienen, incluso, frenos regenerativos que permiten recuperar la energía de la frenada para recargar las baterías. Pero Gallego señala: “Para ese nivel de precio, mejor considerar una moto”.

El mercado de la motocicleta eléctrica en España aún está en mantillas. Según datos de Anesdor, la patronal del sector, en 2013 se matricularon 1.143 vehículos eléctricos de dos ruedas, algo más de un 1% del total. La cifra de motocicletas eléctricas vendidas en 2013 cayó casi un 25% con respecto al año anterior, una caída mayor que la de los vehículos de gasolina. “La realidad es que la tecnología disponible a día de hoy presenta importantes limitaciones en las prestaciones que exigen los usuarios”, señala José María Riaño, secretario general de Anesdor. “Además, es más cara que la tecnología tradicional de combustión”. Gallego coincide con ese punto de vista: “No hay mentalidad. Uno quiere una moto para salir por ahí, y hay muy pocos puntos de recarga mientras hay gasolineras por todas partes”.

Sin embargo, para aquellos que “necesitan la moto para una ruta bien definida” y no tienen problema en hacer una inversión inicial extra, las dos ruedas eléctricas, a la larga, son una buena opción. “De gastarme de 150 a 200 euros en gasoil al mes he pasado a 50 euros de electricidad, como mucho”, apunta Gallego. “Y un motor eléctrico, al estar cerrado, da mucho menos problemas. La revisión anual, básicamente, es mirar las ruedas y las pastillas de freno”. Además, el motor eléctrico hace menos ruido. “Menos estrés”, concluye.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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