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Traduce zapatillas de deporte y te diré de dónde eres

No hay acentos cerrados, difíciles ni feos, simplemente son desconocidos, según los expertos La “lengua pura” responde a prejuicios sociales y no a la realidad lingüística

Construcción del Parlamento escocés
Construcción del Parlamento escocésSCOTTISH PARLIAMENTARY CORPORATE BODY

La habla tanta gente que la llaman lengua franca y dicen que acerca fronteras. Unos dominan el inglés, otros lo utilizan en algunas conversaciones y algunos lo chapurrean pero todos lo escuchan a menudo y le prestan mucha atención. Lo que les diferencia es la pronunciación, el acento e incluso palabras concretas. Zapatillas de deporte, por ejemplo, se traduce de diferente forma dependiendo del lugar: tennis shoes, trainers o sneackers.

No hay un número exacto de acentos y como cualquier lengua, el inglés evoluciona constantemente, se encuentran subdivisiones y podría dividirse hasta por barrios. Precisamente por esto, es en el Reino Unido donde más acentos hay. Tampoco existen acentos cerrados, difíciles ni feos, simplemente son desconocidos. “Entendemos aquel acento al que estamos acostumbrados. El que oímos, lo interiorizamos y lo imitamos”, asegura Teresa López Soto, profesora de fonética de la Universidad de Sevilla, donde imparten un máster universitario en Estudios Ingleses. “Los acentos se diferencian en múltiples aspectos como la fonología, fonética o la calidad de voz”, añade Darío Barrera-Pardo, también profesor de fonética de la Universidad de Sevilla.

Desde que el inglés se originara a partir de lenguas y dialectos de los pueblos germánicos, se desplazaran sus hablantes a Gran Bretaña y se mezclaran con otras tribus, ya comenzaron a surgir decenas de acentos distintos. A esto se añadió la conquista de los normandos en el siglo XI, que hablaban francés y cuyo vocabulario aportó al inglés. A finales del siglo XIX y principios del XX se materializó el interés por diseñar materiales de enseñanza de la lengua. “Cuando en esta época expanden su idioma en los colegios, los profesores no se entendían. En el sur de Inglaterra se implantó el sistema Received Pronunciation para utilizarlo en las escuelas más elitistas, que recibían niños de todas las islas con acentos muy diversos, y se comprendieran", explica López Soto.

En Gran Bretaña, sobre todo las escuelas privadas elitistas como Eton, imponían y exigían la enunciación estándar de las clases altas. “Nadie en Inglaterra, hasta principios del siglo XX, podía aspirar a escalar socialmente si no hablaba el inglés estándar”, afirma Barrera-Pardo. Lo que popularmente se entiende como lengua pura u homogénea, por tanto, responde a prejuicios sociales y no a la realidad lingüística. “En la lengua inglesa esta idea está ligada muy claramente a estrategias de discriminación social. Hay modos de enunciación que socialmente se imponen a otros por razones de control y dominio social”, añade el experto.

Hasta no hace mucho, recuerda el profesor, los locutores de radio y televisión tenían que pronunciar como la alta burguesía del sureste de Inglaterra pero ahora los acentos regionales y de las clases trabajadoras no están tan estigmatizados. En medios como la BBC y el Canal 4 “fomentan a sus presentadores a no perder sus acentos regionales para dotar de más riqueza a sus periodistas”, comenta la experta en acentos e interpretación. En sus clases, estos docentes normalmente eligen el acento británico o americano para enseñar y dejan que el alumno opte por el que le guste más y le resulte más práctico para sus aspiraciones laborales.

Los humanos estamos además diseñados de fábrica para adaptar continuamente nuestro sistema perceptivo a nuevos acentos” Profesor Darío Barrera-Pardo

Fruto de esta gran variedad de acentos, se han producido algunas confusiones en el Parlamento británico, sobre todo con los diputados escoceses. Hace un año uno de ellos, Jim Sheridan, encendió un debate cuando muchos le entendieron mal (creyeron haber oído big fairies, que quiere decir “grandes hadas” y puede ser un insulto homófobo, en vez de big fearties, que significa miedo). “Su proceso de independencia les motiva a cargar más el acento”, opina López Soto.

La estigmatización también se ha vivido en Estados Unidos en comunidades de negros y de otros grupos sociales como inmigrantes y nativos, entendiéndose como acentos de clase y no de raza. Tanto es así que recientemente hubo un acalorado debate, recuerda Barrera-Pardo, sobre si convenía dejar a los alumnos hablar con el acento de la variedad lingüística de los afroamericanos o si era más progresista enseñarles el de la mayoría dominante blanca. “En la actualidad, existen numerosas empresas dedicadas al lucrativo negocio de la mitigación del acento. Es decir, a lograr que residentes no nativos adapten sus patrones de pronunciación al estándar americano”, añade.

Estas situaciones se extienden a los países que fueron colonias de países de habla inglesa y su forma de hablar depende de la potencia que les haya influido. “Filipinas orienta su sistema de aprendizaje del inglés hacia el modelo americano, por razones históricas y sobre todo políticas mientras que la India tiene su propia variedad del inglés originada a partir de Gran Bretaña”, explica Barrera-Pardo.

Por tanto, no desistamos si no entendemos un acento si lo escuchamos por primera vez. Si resido en Escocia unos meses, por ejemplo, nos acostumbraremos y el problema desaparecerá en gran parte. “Los humanos estamos además diseñados de fábrica para adaptar continuamente nuestro sistema perceptivo a nuevos acentos”, concluye el profesor Darío Barrera-Pardo.

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