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Titulaciones novedosas: diferenciarse o morir

Desde que Bolonia permite a las universidades crear sus propios grados, la oferta se ha multiplicado. Triunfa la especialización

Alumnos de ingeniería de automoción de la Universidad Antonio de Nebrija.
Alumnos de ingeniería de automoción de la Universidad Antonio de Nebrija.

El sector de la comunicación corporativa y el protocolo ha experimentado una gran evolución en los últimos años, adquiriendo una importancia cada vez mayor en las organizaciones. La Universidad Europea lanza un grado en protocolo y organización de eventos que pretende formar profesionales cualificados para diseñar, supervisar y dirigir este tipo de acciones de comunicación”. Antes de Bolonia, la UEM solo habría podido ofrecer este tipo de formación como título propio, ya que no figuraba dentro del catálogo oficial de titulaciones. Con la entrada en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), son las universidades las que diseñan sus grados y los ponen en marcha tras la evaluación de la Aneca, el visto bueno del Consejo de Universidades y la aprobación por parte de su comunidad autónoma. El cambio de modelo ha provocado que de 140 títulos oficiales hayamos pasado a 1.980 enseñanzas de grado activas (y 2.464 aprobadas por el Consejo de Universidades). Y ha permitido que aparezcan estudios que suenan a nuevo.

Este de protocolo es uno de ellos. Salió del horno el 31 de julio, como la última titulación del año aprobada por la Aneca, y supone, en el fondo, la adaptación de aquellas relaciones públicas que se estudiaban en la licenciatura de publicidad, y que terminaron por desaparecer. Así lo explica Luis Calandre, decano de la Facultad de Artes y Comunicación de la UEM, a la que pertenece esta y otras innovaciones como interpretación musical o danza. La idea es incorporar al campus enseñanzas artísticas que habitualmente se encuentran “fuera del canuto universitario”; para quien quiera dedicarse a ser solista, pero también compositor, arreglista, docente, director de compañía, coreógrafo. Al final se trata de diferenciarse y explorar nuevas posibilidades. Como el grado en negocios globales de la European School of Economics (UESE), que nace “como respuesta a las condiciones reales del mundo del comercio, que ya no puede limitarse al contexto nacional”, en palabras de Andreina Bianchini, jefe de Estudios y Gestión Académica Internacional.

Los centros privados han tomado la delantera a la hora de sacar títulos novedosos por su tamaño más reducido y porque su foco está solo en la docencia

Los grados en ciencias del transporte y la logística, en diseño de moda y en diseño y desarrollo de videojuegos de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) tienen en común que se desarrollan en contacto con las empresas, que han debido vencer reticencias iniciales. “Los padres se preguntan, ‘pero esto de diseño de videojuegos, ¿qué es?’. Es algo muy ajeno a su experiencia. Pero el alumno sabe qué es lo que quiere hacer, y que podrá encontrar trabajo en un área distinta, atractiva”, lo escenifica el rector, Eduardo Nolla. Y que son formaciones especializadas, pero lo suficientemente amplias como para que el futuro profesional disponga de cierto margen de maniobra. Nolla señala que la especialización y diversificación de los grados conlleva sus riesgos (por ejemplo, que la situación laboral cambie). “Con el modelo español de 4+1 (cuatro años de grado y uno de máster), la especialización se ha movido al grado; si siguiéramos el esquema 3+2, como el resto de EEES, habría menos grados distintos, más generalistas, y posgrados especializados”, argumenta.

Nuevas ideas

“El mapa universitario necesita de una mayor racionalización”, sentencia Martí Parellada, coordinador general del Informe CYD (de la Fundación Conocimiento y Desarrollo) y catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. El problema, en su opinión, no es que en España existan muchas universidades –son 81: 50 públicas y 31 privadas– sino que el mapa de enseñanzas no es el adecuado, a la vista de “la redundancia de titulaciones con pocos alumnos en un espacio reducido”. Según datos de 2011-2012 del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, el 46,9% de los grados poseen menos de 75 estudiantes de nuevo ingreso, mientras que un cuarto de las titulaciones universitarias matriculan menos de 50 alumnos. “Dar la posibilidad a que la Universidad, con su autonomía, genere nuevas ideas es positivo, otra cosa es que se haga en condiciones”, diferencia Parellada.

Juan Hernández Armenteros, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén ahonda en la idea de “un crecimiento no planificado de la oferta”, donde las universidades de nueva creación son generalistas y miméticas respecto de sus campus matrices. Se ofrecen los mismos títulos en pocos kilómetros de distancia; en ocasiones con baja demanda “no accidental sino estructural”, como humanidades o, cada vez más, ingenierías. Cuando debería ser, a su juicio, todo lo contrario: especialización y una buena política de becas que favoreciera la movilidad del alumnado; todo coordinado, con un conocimiento sobre el comportamiento demográfico, y de empleabilidad, con orientaciones que “indiquen a futuro cuáles son las potenciales demandas, para responder en esa medida”. Bolonia, se lamenta, no ha servido para calibrar el desajuste. “Hay nueva oferta en las públicas, reducida al ámbito de salud, la ingeniería y la comunicación, y nuevas orientaciones a la demanda que se han publicitado más en la privada, pero no se ha dado un cambio”, critica.

Al final habrá una suerte de selección natural, auguran varias autoridades académicas consultadas. Sobrevivirán quienes sean capaces de diferenciarse y pulsar correctamente la tecla de la demanda social. Una apuesta en esta línea es, por ejemplo, el grado en maestro en inglés de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). “Se observó que uno de los aspectos más deficientes en la enseñanza en primaria y secundaria era el manejo de los idiomas; el alumno sale con todas las competencias de cualquier título de maestro, con el valor añadido, además, de un dominio más intenso y profundo del inglés”, describe Juan Jesús Donaire, vicerrector de Programación Académica y Profesorado. Lo que abre puertas a la hora de dar clases en un colegio bilingüe.

Alumnos del grado de piloto de aviación comercial de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.
Alumnos del grado de piloto de aviación comercial de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.

La UAB es un ejemplo exitoso de cómo diferenciarse por la vía de la especialización, que, en opinión de los expertos entrevistados, debería ser el camino a recorrer por los campus. Grados en nanociencia, y nanotecnología, biología ambiental, genética. “El ámbito biosanitario tiene una especial relevancia dentro de nuestro campus”, hace un poco de historia Donaire. Cuando la Universidad se reestructuró con vistas a Bolonia, su gran Facultad de Ciencias se despiezó en trozos más pequeños, y surgió la Facultad de Biociencias. “Vimos cómo se estaban desarrollando los títulos biocientíficos en el resto de Europa, y observamos que el modelo clásico tan español de la biología estaba obsoleto”, recuerda. Era el momento de los grandes avances en el genoma humano. “Queríamos incorporar nuevas tendencias e ir hacia una especialización más profunda”. Aprovechar el cambio, teniendo a su favor docentes y grupos de investigación potentes.

“Vamos a continuar con nuevas titulaciones en el ámbito de la ingeniería, la gran olvidada, incorporando tecnología, y con una apuesta muy clara por la internacionalización”, avanza el vicerrector de la UAB cuáles serán los siguientes pasos. En la privada Universidad de Nebrija, la ingeniería del automóvil tiene cabida desde 1999 como título propio, y desde 2010-2011 como grado en ingeniería industrial en industrias y tecnología del automóvil. “El sector es de tal calibre –industria de componentes, ITV, concesionarios, talleres– que lo que nos parecía increíble es que no existiera ya”, enfatiza Alberto López, director de su Escuela Politécnica. “Cuando fuimos a Aneca estaban cerrando plantas de producción de vehículos en España, y hubo que explicar que se trata de un proceso cíclico, y que volvería a estar al alza… Como ocurre ahora, que está regresando la inversión: Iveco se ha venido a Coslada (Madrid), Renault, Ford, o Citroën en Vigo”, expone.

Quizás por tamaño, o porque su foco está exclusivamente en la docencia, no en la investigación, las privadas han demostrado más cintura a la hora de sacar a la palestra títulos novedosos. “Ojo, que el nombre no hace a la cosa, se puede poner un título muy bonito y luego miras dentro y es una administración y dirección de empresas de toda la vida”, advierte Donaire. Operaciones de marketing al margen, lo cierto es que las universidades públicas suelen ser más lentas a la hora de cambiar. Con excepciones. La Rovira i Virgili (URV) de Tarragona ofrece el grado en Piloto de Aviación Comercial y Operaciones Aéreas; se desarrolla en el Centro de Estudios de la Aviación (CESDA), adscrito a la URV. Esta es una fórmula habitual: imparte un centro especializado y la Universidad expide el título.

¿Más ejemplos novedosos en la pública? Grado en ingeniería de sistemas TIC (iTIC) en la Politécnica de Cataluña. Grado en igualdad de género (online) en la Rey Juan Carlos. O grado en gestión de pymes en la de Salamanca (USAL), que aprovechó la adaptación de la antigua diplomatura en ciencias empresariales para darle un cariz diferente y adecuado al tejido empresarial español. María Luisa Martín Calvo, vicerrectora de Docencia de la USAL, defiende un grado integrador y más general y la especialización en el máster. Y apuesta, ella también, por el elemento diferenciador. “Con titulaciones próximas, en las que seamos fuertes, en áreas atractivas, emergentes y con futuro”.

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